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Anita Alvarado en una imagen de archivo tomada de pantalla de una entrevista en Mentiras Verdaderas, en La Red,

«Ahí me puse perra. Ahí nació otra Anita…»: el doloroso episodio que llevó a Anita Alvarado a ejercer la prostitución

Autor: Equipo Glamorama / 9 junio, 2019


A 18 años en que Anita Alvarado se hiciera famosa como la «geisha chilena», reveló con tono de sinceridad único, y muy emocionada, la historia de cómo comenzó a ejercer la prostitución.

Anoche, en el capítulo de La Divina Comida exhibido por Chilevisión, quien fuera uno de los principales personajes de la farándula, aseguró que fue la necesidad la que guió los pasos que cambiaron el rumbo de su vida.

Alvarado estuvo en el programa junto a Karin Yanine, Roberto Vander y Arturo Longton y este fue parte de su testimonio, a los 46 años y siendo madre de nueve hijos:

“Yo tuve a la Angie y dije ‘no le voy a dar cachitos ni a mi mamá ni a mi papá’. Yo con los pechos así, inflados, trabajé en frigoríficos, en mueblería, decoradora de porcelana, en Patronato. Y conseguí puertas adentro con unos árabes, empecé a trabajar ahí.

«Salía los domingos. Iba a ver a mi hija. Cocinaba, planchaba, lavaba, tendía y, más encima, atendía a los niños. Pero yo ganaba 25 mil pesos mensuales. Mi hija se empezó a enfermar, enfermar, enfermar. Cuando las guaguas se deshidratan se les hunden los ojos. Por eso son unos monstruitos chiquititos.

“Llamé a mi mamá y le dije ‘¡como tienen a mi hija!’. Y la llevé al hospital de niños, cerca del Barros Luco, al frente. Estaba deshidratada. Yo me acuerdo de ver a mi hija llena de agujas aquí (se toca la cabeza), y me dio tanta pena. Yo llevaba 500 pesos, y agarro a la enfermera, que salió, y le digo ‘por favor, hazle cariño’, porque lloraba y yo la veía detrás del vidrio. Y dije ‘nunca más… (llora) Ningún hijo mío se va a enfermar por falta de dinero ni va a pasar por cosas por falta de dinero’.

“Ahí me puse perra. Ahí nació otra Anita. Y tomé la decisión de irme para Japón. Volví al lugar donde decoraba porcelana, pero no había cupo. Entonces, al lado había una mueblería. Y las niñas que trabajaban abajo, en una vidriería, me invitaron, y yo ‘qué lindas’, y eran más putas… Eran como ‘vean a esta niña’ y venían los clientes, y no tenía idea.

“Un japonés se me acerca y me dice ‘tú muy bonita. ¿Quieres ir para Japón?’. En dos días me tuvieron el pasaporte. Ya no tenía susto de nada y me fui sola. Sabía que mi hija ni mi familia iban a ser pobres. Me dicen ‘queremos llevarte a ver tu trabajo’, y te llevan al teatro. Salen las japonesas y digo ‘qué lindo’, súper emocionada. Era todo demasiado… Y nos dicen ‘mañana les toca a ustedes…’ –MIRE AQUI EL VIDEO. MINUTO 01.50.00-.