El regalo de Rafael Garay a Iván Núñez antes de fugarse: unas colleras supuestamente de platino con zafiro que habían pertenecido a Frank Sinatra…
«¿Te acuerdas Rafael de las colleras que le entregaste a mi ex marido? Esas colleras de platino con zafiros que Frank Sinatra se las vendió a tu papá; que era lo más preciado de tu alma, por lo tanto tú le estabas entregando el cariño más grande que había a mi ex marido…», dijo Marlene de la Fuente mirando a la cámara de Bienvenidos.
La periodista de 45 años visitó el matinal de Canal 13 tras la liberación condicional de Rafael Garay, condenado en 2018 a siete años de presidio tras estafar a 29 personas -entre ellas a De la Fuente- en aproximadamente un total de $ 1.300 millones.
La profesional contó que le entregó los $ 76 millones que tenía ahorrados al ingeniero comercial para que los manejara debido a que «él llevaba una relación de amistad de ocho años con mi marido».
De la Fuente estuvo casada durante 20 años con Iván Núñez, con quien tiene cuatro hijos y se separaron en 2019.
En 2016, explicó, le pidió el dinero al supuesto economista para hacer una inversión. Sin embargo Garay le aseguró que padecía un cáncer terminal y estaba quedando ciego y sin memoria.
A los tres meses se fugó, consumando el delito económico.
De la Fuente dijo que, antes de que el ingeniero viajara, le pidió a su entonces esposo que fuera a exigirle los fondos. Entonces ocurrió el asunto de las colleras. Este fue parte del relato:
“Se fue a hablar con él. Volvió muy rápido. ‘¿Qué pasó mi amor?’. ‘Es que me dijo que estaba muy mal y que no me puede recibir’. Le dije: ‘Lo siento, pero vas a tener que hablar con él’.
«Ya fue lo último. Le digo ‘anda donde Rafael, dile que me haga la devolución de mi dinero, de mis 76 millones, nada más’. Iván se va, habla con él y llega a las dos horas después.
«Pobre Iván, llega con una cara, y me dice ‘¿quieres saber lo que yo realmente vi?’. ‘Sí, por supuesto, quiero saberlo todo’.
“’Estaba tomado, muy mal, borracho, estaba con una persona que al parecer era una compañera de universidad’. Yo le digo ‘¿era una compañera?’. ‘No, era una rusa que hacía cosas como con fuego’.
“Después me enteré que era la chica del Passapoga, la chica del fuego, con la que estaba en su casa en La Dehesa.
«Y me cuenta que lo vio muy mal. El siempre pensando en la salud y bienestar de Garay.
“Yo le digo ‘¿pero cómo estaba tomando? Él es una persona que no toma’. ‘Sí, pero tú también tienes que entender que si él se va a morir, a lo mejor ya está en las últimas y se está tomando esa botella de whisky’.
“‘Bueno, ¿y cómo te fue?, ¿qué dice? Porque él se va en dos días más y quiero saber si mi va a devolver mi dinero’. Yo ya insistía con la devolución de mi dinero, tengo que ser honesta, porque ya no veía salida.
“Ahí me dice ‘yo te aseguro que no va a pasar nada, él es un tipo 100% honesto y lo está pasando mal. Pero no te preocupes, quédate tranquila, tu negocio igual lo vas a tener, yo te voy a hacer la devolución de tu dinero, pero para mí lo más importante ahora es que él esté bien’.
“Entonces, de repente saca de su bolsillo una caja y me dice ‘está tan mal, que mira lo que me entregó. Tienen un significado muy importante para Rafael. Estas colleras se las vendió Frank Sinatra al papá de Rafael en Las Vegas’.
“Esta es la historia que Iván me contó, evidentemente sin creerla. Porque quiero dejar claro que cuando él me lo cuenta, me dice ‘pobre, Rafael me contó esta historia’. Pero él siempre pensando ‘pobre, me contó esta historia que para él es muy sentimental, evidentemente esto no es real, pero es sentimental por su papá’.
“Ahí veo las colleras y digo ‘ya. Este tipo ya se pasó de la burla’. Eran de plástico, lo más parecido a una fantasía de plata. Y el zafiro era un plástico. Pero eran grandes, ostentosas, de esas que tú dices ‘chuta, si las tenía Frank Sinatra…’
«Iván es una persona excelente, tiene una gran corazón, y yo creo que por ahí evidentemente se lo trabajó Rafael. Iván siempre ha sido tremendamente generoso con la gente. Y él dijo ‘aquí yo me trabajo a la persona’, porque sabía que yo iba a ir sí o sí en lo que dijera mi marido en ese entonces».