Glamorama

El aprendizaje de Sebastián «Lindorfo» Jiménez: «A uno le empieza a gustar ese cuento de juntarse con famosos… Debí haber sido más cuidadoso con las amistades»

Autor: Fran Varela / 22 septiembre, 2020

«De repente no hay que contar esas cosas porque muchas veces ocupan eso en tu contra. Especialmente en un medio donde saber de alguien cosas que no ha contado él es muy dulce», dijo Sebastián Jiménez.

El veterinario que se hizo conocido en el programa la Ley de la Selva se contactó con #CHVEnCasa, espacio que se emite por las plataformas digitales de Chilevisión y es conducido por Nicolás Copano.

Jiménez se refirió al origen del coronavirus, a sus inicios en la televisión y las propuestas políticas que ha recibido, entre otros temas.

También realizó una reflexión sobre las amistades, verdaderas o supuestas, en el medio televisivo:

“Uno de mis hermanos, yo tengo contacto con todos mis hermanos, pero siempre uno me llamaba más, que es el que sigue arriba mío, tiene nueve años más que yo. Siempre él me llamaba como a la cordura, nos juntábamos a conversar, a almorzar, me decía ‘oye, acuérdate, la tele ilumina, la tele puede perderte un poco’.

“Yo creo que a pesar de eso, a pesar de que estuvo siempre conmigo, obviamente mi familia también, por supuesto mi señora, hasta el día de hoy siempre me lo dijo. Igual uno tiende a pertenecer a este gremio de los lujos, de los autos, de las lucas. Un mundo totalmente ajeno.

«Entonces a uno le empieza a gustar ese cuento de juntarse con famosos, de salir a tomarse algo. Yo no me arrepiento de nada de lo que hice, pero debí haber sido más cuidadoso con las amistades.

“Nunca llegamos a ser amigos, pero sí hubo problemas relacionales, donde yo no tenía ninguna intención de llegar a eso. Cosas del momento, cosas que se entendieron mal, cosas que dijo, que no me dijo, que dijiste… Eso fue cuando yo estaba en el 13. Probablemente fue cuando hubo un revuelo más grande, estaba más solo, cosas de ese tipo.

“Pero en realidad no me arrepiento porque son enseñanzas muy potentes para la vida, muy potentes. Uno sabe a quién abrirle la puerta, a quién no, estoy hablando de puertas de amistad, no de mi casa, porque a mi casa puede llegar cualquiera.

“Pero abrirle la puerta a una conversación más profunda, a un secreto, a palabras amistosas de verdad, a situaciones, a dolencias, a debilidades. Que de repente no hay que contar esas cosas, porque muchas veces ocupan eso en tu contra. Especialmente en un medio donde saber de alguien cosas que no ha contado él es muy dulce”