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Cata Edwards en una foto que compartió en su instagram @cataed en octubre de 2019.

La maternidad de Cata Edwards: “Sabía que iba a ser mi única guagua y siempre he estado muy pendiente de sus horarios, de ir a buscarlo y a dejarlo, tengo una obsesión…»

Autor: Equipo Glamorama / 8 septiembre, 2020

“A mí me habían dicho que no iba a poder tener guagua…Pero sí, me costó ene», dice Cata Edwards sobre su hijo Juan Pablo, de nueve años.

La periodista de 43 años se contactó, hace un mes, con el espacio Siempre Mamá que María Luisa Godoy emite en vivo a través del instagram @marigodoyibanez

Edwards se refirió a temas como su salida de Mega en diciembre pasado, su cuarentena en familia y el extenso y difícil proceso que vivió para se madre. Esta fueron sus palabras sobre esto último:

“Sabía que iba a ser mi única guagua y siempre he estado muy pendiente de sus horarios, de ir a buscarlo y a dejarlo, tengo una obsesión con esa cuestión. Pobre, yo creo que va a terminar chato. Pero yo he sido muy mamá en ese sentido.

“Me costó cuatro años y al final fue un embarazo natural después de haber perdido una guagua. Tengo menopausia precoz, me lo diagnosticaron cuando ya estaba vieja, no alcancé a congelar óvulos. Hoy día las niñitas con todos los exámenes nuevos es de mucho más fácil acceso y los doctores los piden. Porque nunca nadie me pidió ese examen hasta que quise tener guagua, que es la medición de la FSH y la IH.

“Ya llevaba dos años tratando de tener guagua y me dicen ‘¿y este examen?’. Porque siempre te dicen ‘no, relájate, hay que esperar seis meses’, y yo ‘pucha, pero quiero tener guagua luego, ya tengo treinta y no sé cuánto’. Y me pidió el examen y menopausia precoz. Me dijo ‘0,3% de quedarse esperando guagua’. Imagínate.

«Me mareé, no podía caminar, me acuerdo perfecto del momento, así como ‘¿qué está hablando?’. Me mostraron unos gráficos y yo ‘¿qué significa esto? Imposible’. Me acuerdo haber salido súper devastada de la consulta. Me tuve que sentar. Impresionante. Cuando estás armando tu vida, construyendo tu familia, que te digan una cosa así es súper fuerte.

«Me cambié de clínica, fui donde un especialista en el tema y ahí me ayudaron. Llegué donde mi doctor, Antonio Mackenna, de medicina reproductiva de la Clínica Las Condes. Lo que hicimos, sabiendo que mi diagnóstico era súper malo, muy pocas posibilidades, Antonio dijo ‘yo apuesto por ti, apuesto porque esta cuestión te va a resultar, porque tú lo quieres firmemente’. Nos convencimos de que íbamos a hacer solamente un buen tratamiento.

“Me dijo ‘nos vamos a preparar para hacer el tratamiento’, que era una fertilización in vitro o un ICSI, lo que pudiéramos, dependiendo de la cantidad de óvulos que salieran. ‘Y vamos a prepararnos seis meses para hacer ese tratamiento lo mejor posible, para que este tratamiento, que puede que sea nuestra única oportunidad, nos resulte’.

“Estuve durante todos esos meses con acupuntura de fertilidad, encargué unas cuestiones de aceite de onagra a España, después la maca peruana. La maca peruana, que ahora es más común, un polvo que se mezcla, es como un energizante, le llaman el viagra peruano, para rejuvenecer mi aparato reproductivo. Mil cosas.

«Encargué unas cuestiones a Estados Unidos, otras a España. Tomaba energinina todas las mañanas. Con Antonio hicimos medicina tradicional y medicina no tradicional, mezclamos todo. Hasta que me hice el tratamiento y perdí esa guagua. Eso fue atroz… Yo estaba segura de que me iba a resultar.

“Perdí la guagua el 16 de julio del 2010. Tenía tres meses cuando la perdí. Atroz.

“Mi marido lo más apañador, increíble, sufre por dentro, porque al final a una más lo que la tienen que contener. Súper buen marido, comprensivo, porque él también tenía su pena. La de una es más evidente, no sé cómo decirlo. Me sentía súper culpable, uno se siente mal. Aparte son meses donde uno pasa por todas las emociones, es muy desgastador emocionalmente.

“Y está todo tu entorno como ‘¿bueno y cuándo?’. Después la segunda, ‘ya poh, ¿y el hermano?’. Ya ahora a esta edad nadie me pregunta. Pero hay un tema social bien complicado.

“Habrán pasado dos meses de la pérdida y fue una sorpresa. Yo para el 18 de Septiembre me sentía muy mal, estaba tomando unas hormonas, súper deprimida, porque venía con esta cuestión de muchos años. La guata hinchada, yo decía ‘¿qué me pasa? ¿Tendré un tumor?’ de tanta hormona que me había metido. Llamé a mi doctor y le digo ‘Antonio, esta cuestión, ¿qué será?’, y en realidad estaba con pérdida. Imagínate.

“Llegué y le dije ‘Antonio, yo creo que tengo algo. Te juro que algo tengo. Mira cómo estoy, me siento pésimo’. Y fui sola, fui a un control, me dijo ‘ya, ven. Te voy a ver. A lo mejor habrá que hacer un raspaje ’, nadie sabía.

“Y me hacen la ecografía. Imagínate el impacto. La enfermera me mira así y yo ‘¿qué pasa?. Y el doctor me dice ‘estás esperando guagua. Y estás bien esperando guagua’. Yo así ‘¡¿qué?!, ¡¿cómo?!’. Impresionante. Llevaba no sé cuántos años yendo a la unidad de medicina reproductiva. Llegaban los doctores, me felicitaban, las enfermeras, todo el mundo. Y ahí después en la noche le conté al padre.

“Antonio por supuesto que me mandó en cama cuatro meses, nunca más salí de mi casa, guagüita de riesgo permanente. Hasta que nació. Venía al revés, cesárea de urgencia, con todo”.