Glamorama
Jael Unger en una foto de archivo web y en una imagen tomada de la pantalla de La Madrastra.

«Toda la gratitud del mundo, porque La Madrastra fue hace 40 años y la gente me saluda en la calle, me reconoce, impresionante…», dice la actriz Jael Unger

Autor: Equipo Glamorama / 9 abril, 2021

“Es la más recordada. En primer lugar toda la gratitud del mundo, porque con La Madrastra hasta el día de hoy como que siento que todo Chile me conoce, de verdad, una cosa impresionante. Eso fue hace 40 años y la gente me saluda en la calle, me reconoce», cuenta Jael Unger, protagonista de la teleserie que marcó un hito de sintonía en 1981.

La actriz de 79 años, rostro clásico de más de 20 telenovelas, estuvo hace un par de meses en el podcast Reyes del Drama, donde recordó la producción dramática escrita por Arturo Moya Grau que se convirtió en un fenómeno de popularidad.

Unger fue «Marcia», casada y con tres hijos, quien viaja a Estados Unidos junto a su marido y un grupo de amigos. Allá es culpada del asesinato de «Patricia», una de las integrantes del grupo.

«Marcia» pasa 20 años en la cárcel en Los Angeles, California, y regresa a Santiago dispuesta a vengarse y encontrar a quien verdaderamente mató a «Patricia».

El ’81 la pregunta «¿quién mató a Patricia?» era popular. La historia marcó 80 puntos de rating en su final y este abril se cumplen cuatro décadas del estreno en Canal 13.

Estas fueron parte de las palabras de Jael Unger sobre el tema:

“Quiero contarte algunas anécdotas de cuando me llamaron. Hace cinco años que no se hacía nada y me llama Ricardo Miranda, el productor, y me dice ‘vamos a hacer una teleserie’. Me empieza a contar el argumento, yo le encontré interesante y le pregunto ‘¿quién va a ser Marcía, La Madrastra?’.

“Porque era una mujer tenía hijos de 23 años, yo tenía 39 años, jamás me imaginé que lo iba a hacer yo, y me dice ‘tú’. Y ahí casi me caí de espalda, dije ‘que maravilla, que desafío’.

“Fue muy lindo, fue un trabajo después de tanto tiempo de no hacer teleseries. El elenco era de primera, los mejores actores, todos actores de teatro, actores de peso. La gente nueva que venía eran todos espectaculares, Cristián Campos, Claudia Di Girolamo, todos empezaron ahí.

“Oscar (Rodríguez, director de La Madrastra), que ahora lo puedo apreciar más que en ese momento, porque yo veo que lo que hizo fue fantástico. Cómo trabajó con los exteriores, cómo fue encarando cada escena. Y las escenas de Arturo Moya Grau eran escenazas.

«De repente eran seis páginas y seis páginas que uno se tenía que aprender de memoria. Cuando había una escena larga me acuerdo que empezaba a memorizarla desde antes, a estudiarlas y todo, porque en realidad eran tremendas escenas.

“Pero era muy lindo porque tenía un desarrollo muy teatral, un principio, un nudo dramático y el final. Arturo lo manejaba perfecto y Oscar lo mostraba muy lindo. Y aparte teníamos a nuestro director de actuación Ramoncito Núñez. Entonces era muy lindo.

“Además en esa época no había tanta edición. Se podía editar, pero grabábamos el capítulo completo cada día. Antes era distinto, porque la cámara tenía que correr de un lado a otro, no se podía editar. Pero ahí sí se podía editar, entonces era más tranquilo y tú podías ver las escenas de tus compañeros en el set de al lado.

“Había mucha unión, mucha mística, trabajamos todos con tantas ganas, con tanto amor, era muy lindo. Yo me acuerdo que uno decía ‘por favor silencio aquí, estemos todos porque esta escena es bien delicada para el actor, apoyémoslo’. Era muy lindo.

“Aparte de eso hubo mucho ensayo, nosotros estuvimos un mes antes de empezar a grabar ensayando los diez primeros capítulos. Entonces realmente fue un trabajo muy lindo. En general todo fue un regalo para todos.

“De alguna manera había una búsqueda de la justicia en todos los aspectos, tanto en la búsqueda de sus hijos, de recuperar a sus hijos, como en la búsqueda del verdadero asesino.

“Pero además Arturo tenía algo que a mí me gustaba mucho, porque siempre estaba en sus obras, que era un aspecto muy humano, siempre sus personajes tenían que ver con la relación madre e hijo, con algo profundo y noble.

“Era muy especial trabajar en las teleseries de Arturo, porque si bien uno decía ‘uy, que lenguaje más rebuscado’, si no te enfocabas en eso veías que los diálogos eran diálogos donde tú dejabas el alma ahí.

“Déjame acordarme en qué teleserie fue que llegó un chico al teatro, venía con una maleta y me dijo ‘yo quiero que usted me adopte, me lleve para la casa, porque yo vivo con mi abuela y me trata muy mal’. Era un chico como de 16 años y quería que yo me lo llevara para la casa. Imagínate.

“Ahora, con respecto a la recepción del público, después de La Madrastra fue apoteósico. De verdad que no se podía salir a la calle, era salvaje durante La Madrastra, después del capítulo 40 para adelante era bravo.

“De repente era un poco abrumador, porque yo no me podía sentar a tomar un café. Había por ejemplo una ventana, estábamos tomándonos un cafecito y la gente se paraba en la ventana a mirar para adentro. O estaba comiendo en un restaurante y la gente se venía encima. Tenía que decir ‘no, no soy yo’. Fue agobiante, pero de todas maneras uno se da cuenta que es tanto cariño, la gente se identifica tanto.

“Lo que sí me acuerdo es una anécdota muy bonita: yo andaba por Providencia comprando algo y unas chicas colegialas me perseguían, yo notaba que se escondían y como que trataban de acercarse. Hasta que se acercan y me dicen ‘señora, no se preocupe, sus hijos la van a querer, nosotras la amamos’ (esto referido a la trama de La Madrastra)”