Glamorama
Kel Calderón y su abuela Eliana de la Fuente en una foto que comparte la influencer en su Instagram @kelcalderon y que fue tomada el fin de semana del 1 de Mayo.

«Hoy te lloro porque me siento sola, porque ya no sé a dónde voy a ir…»: la carta de despedida de Kel Calderón a su abuela

Autor: C. F. R. / 9 mayo, 2021

«Mi corazón está partido en mil partes», afirma Kel Calderón en una carta que publicó en su cuenta Instagram y en la cual despide a su abuela, Eliana de la Fuente.

La madre de Raquel Argandoña falleció a los 93 años. La comunicadora dio a conocer el triste deceso este sábado con un mensaje en la red social.

El hijo menor de la figura televisiva, Nano Calderón, compartió ayer una foto con su abuela. En tanto, su hermana Kel posteó el siguiente mensaje:

«Ya sé que todas las despedidas son difíciles, más ahora que está muriendo tanta gente, ¿pero cómo se despide a alguien que debería estar aquí sentada? Mi abuela no estaba enferma, no olvidaba las cosas, no tenía grandes dolores. El sábado pasado hicimos un asado en su casa y nos reímos hasta que nos dolió la guata.

«Y es que mi abuela era de esa mujeres que ya no existen, las que lo saben todo pero no juzgan; solo reciben, regalonean y aconsejan. La casa de mi abuela era una zona segura entre tanta locura. En su departamento se detenía el tiempo y cualquier problema quedaba afuera. Jamás una mala cara, jamás un ‘no puedes venir’. Al contrario, siempre un plato de comida caliente, una sonrisa enorme porque la ibas a ver, siempre un consuelo.

«No puedo olvidar la primera vez que me fui de mi casa. Tenía seis años y me fui a la tuya en la Villa Frei. Cómo olvidar que no me llevé ni un calcetín, me llevé puras Barbies, y tú me recibiste y me dejaste quedarme ahí cuanto quise.

«Mi abuela vivía estupenda. Le tuvieron que sacar su esmalte de uñas rojo en la clínica. En la pandemia decidió dejarse sus canas, las lucía con orgullo, las combinaba con un labial de color fuerte que le aplicaba religiosamente Isabelita. Ellas dos fueron las mejores amigas estos últimos años. Isabelita hacía puzzles, mi abuela la molestaba. Recuerdo haber ido un día y me tocó ver cómo le encremaban las piernas y no entendía cómo una mujer de 93 años tenía mejores piernas que yo.

«Hasta el último día se tomó su cola de mono, su pisco sour, sus costillas barbecue, y reía, reía mucho, cuando no sé qué tan común es ver a un abuelo reír en estos tiempos. Ella se fue feliz, estaba agradecida y estaba contenta, vivía con una amiga con la que las horas de la cuarentena no se hacían tediosas. Yo tuve una abuela que a los 93 años me invitaba a una parrillada y me recomendaba películas de Netflix.

«Sé que en los funerales dicen que todos los muertos son buenos, pero mi abuela más que buena era una mujeraza. Matriarca de una familia grande de la cual había ramas muy difíciles.

«Yo sé que con la edad uno empieza a mirar a sus abuelos como si fuesen niños, y sé que no soy su hija, por ende mi dolor debiese ser menos fuerte, pero mi abuela para mí no era una niña a la que había que cuidar, hasta el último día fue símbolo de fuerza, de tenacidad, de lealtad y de valores bien puestos.

«Abuelita mía, te prometí que iba a asegurarme que estuvieras 100% muerta antes de que te metieran a un cajón. Ayer revisé mil veces esperando que no fuese cierto, pero ahora estoy segura. Tenemos tu cuerpo aquí pero tú ya partiste, y sé que si existe un Dios nos miras desde arriba.

«No puedo negar que mi corazón está partido en mil partes, porque la verdad es que no sé dónde estás. No tuve más tiempo, la pandemia no alcanzó a terminar para llevarte a tantos lugares que prometí llevarte.

«Como dije antes, tu casa para mí era una zona segura, vivir cerca de ti para mí era una tregua, tu casa era paz y tranquilidad y hoy siento que vivir en esas calles ya no tiene sentido, desde ayer son calles vacías, mi zona segura ya no existe.

«Finalmente quiero agradecerte, porque a tus 93 años tuviste la fuerza que yo no tuve, tuviste la garra para ser mi familia completa cuando yo no tenía una, cuando no tenía a nadie, y tú pusiste el hombro y decidiste pasar tu última Navidad conmigo para que yo no estuviese sola. No quiero ser ‘yo, yo’, pero necesito que sepan que ese era el tipo de mujer que era mi a abuela.

«Hoy te lloro porque me siento sola, porque ya no sé a dónde voy a ir. Sé que a la gente le consuela decir que ahora tenemos un angelito que nos cuida del cielo, pero yo solo me siento tan, tan vacía sin ti. Siento que la vida se llevó mi escudo y mis zapatos y no sé cómo seguir caminando. No sé si me estás mirando ahora, hace dos días pedí un ramo para que te llegara hoy, el Día de la Madre, y no lo alcanzaste a ver.

«En tu despedida quiero que sepas que no habría nada que no haría por mirarte una vez más a los ojos y verte mirándole de vuelta, hay tantas de tus historias que no alcancé a escuchar, que ganas de poder escuchar tu voz de nuevo.

«Para nadie es un secreto que mi lado de la familia está quebrado, y sé que te dolió y solo pido que donde quiera que estés puedas ver que a pesar de todo estamos todos aquí porque nos une el dolor inmenso de tu partida y que todos tus nietos te aman mucho. Y digo TODOS y tú sabes por qué te lo digo, él también te ama y también está sufriendo mucho.

«Se supone que nos teníamos que ir juntas, pero me dejaste aquí, y solo puedo pedirte que me cuides, que nos cuides a todos, y que le mandes amor a mis otros abuelos que están donde quiero que tú estés.

«Te amo».