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Lo más vergonzoso, lo más latero y lo más romántico de la quinta noche festivalera

Autor: admin_copesa / 1 marzo, 2013

A Elton John le faltaron manos para los galvanos. Ha vendido unos 250 millones de discos. Acumula premios Oscar, Grammy, Brit, Golden Globe, Tony y decenas y decenas de reconocimientos más. Es Sir. Y aquí le vienen a entregar Antorchas y Gaviotas. Elton John estaba notablemente desubicado en una situación como la que vivió anoche, cuando los animadores interrumpieron su show exacto, por varios minutos, para hacerle entrega del pack de galardones. Todos juntos, uno sobre el otro, que él apenas lograba sujetar con sus pequeñas manos. Le decían cosa al oído quizá en qué inglés y ni siquiera se atrevían traducir. Una vergüenza. Tanto que el embajador británico John Benjamin tuiteó en su cuenta @JonBenjamin19: «Volviendo desde Viña. Nuestro Sir Elton John se mostró dela absoluta primera categoría. Los animadores y la premiación ni siquiera de la séptima».


Memo Bunke extra extenso. El humorista iba para la pifiadera mortal e imparable, porque apareció justo después de que Elton John cumpliera su presentación cuidadosamente estipulada y partiera a abordar su jet. Y el público quería más. Pero Bunke supo salir del trance. Se sinceró, dijo «a todos nos Elton John, pero el weón no va a volver» y se ganó a un «monstruo» más vegetariano que nunca. Pero se aprovechó. Sacó una rutina súper extensa y dispareja que se convirtió en una lata.


Karaoke con Albert Hammond. El inglés de 68 años hizo cantar a la Quinta Vergara con su set de clásicos de radio AM. Desde Ansiedad a El Aire Que Respiro. También incluyó dúos con Andrés de León, Pablo Herrera y Mario Mutis y una versión de Entre Mis Recuerdos, de Luz Casal, convirtiendo al Festival en un karaoke de lo más romántico.


Cumbia contra el frío. Tommy Rey  y su combo aparecieron cuando eran casi las 3, el fío empalaba hasta Eva Gómez -que puso una chaqueta de cuero dorado de Rubén Campos- y la gente ya había escapado en masa después de Elton John. Y así no hay quien baile. Lo más prescindible.