Pangal Andrade: «Mi vida es extrema»
Supervivencia, riesgo, impacto, desafío y aventura fue lo que vivió Pangal Andrade junto a su tío, Ricardo Astorga, y Camila Lacámara, en la segunda temporada del programa La Odisea, la Conquista del Amazonas, que lleva tres capítulos, los jueves en TVN. El ex chico reality y que fue ganador de Año 0 -y que hoy está en la prensa rosa por su romance con “Kel” Calderón- contó a glamorama.latercera.com lo extremo que fue su aventura en la selva.
¿Fue muy difícil esta Odisea?
“Mi vida es extrema. Yo vivo en el Cajón del Maipo y desde chico he estado en el cerro, he ido a acampar, cazo conejos. Pero para qué andamos con cosas, entré al reality (Año 0) y me abrió las puertas para lo que siempre me ha gustado, que fue viajar con Ricardo (Astorga).
«En Año 0 lo pasé muy bien, no me quejo. Sí hubo momentos extremos, donde teníamos que sobrevivir, nos daban las comidas y nosotros las teníamos que guardar para que nos alcanzara para toda la semana. Pero no se compara con lo que se vive afuera, con La Odisea. Hay capítulos en que sobrevivimos tres días sin comer nada. Es totalmente diferente el reality a lo real.
“En la primera odisea supuestamente iba con mi arco para cazar, para sobrevivir, era el proveedor del grupo, pero no cacé nade, ni siquiera pesqué una trucha. En la segunda nos fuimos tres días, acampando y comiendo. Nunca en mis manos había tenido un pescado de dos metros y medio que pesa casi 100 kilos, nunca había montado un búfalo, ni había comido gusanos gigantescos. Son cosas increíbles”.
¿Es complicado trabajar junto a su tío?
“Es mi tío-padrino. Vivimos lejos. En los almuerzos familiares nos juntamos todos. Pero ahora estuvimos dos meses conviviendo, hablando de todo. Aprendí a quererlo y admirarlo más”.
¿Qué tipo de experiencia en el Amazonas lo marcó?
“El Amazonas me hizo darme cuenta de la suerte de tener un país como Chile. Hemos estado con gente que vive en la pobreza máxima y lo más impresionante fue la felicidad, la alegría, el fuego que tiene la gente amazónica”.
¿Y qué fue lo más extremo?
“El río estuvo fuerte… Iba kayakeando con el guía y me dijo que no me tirara por un lado. Yo miré el río, había un hoyo gigante y, si me caía a ese hoyo, nadie me iba a sacar. Al final, lo hice igual, me salvé, pero fue extremo. Caí de 16 metros y se me comprimió toda la espalda y no podía ni caminar”.