CRITICA: El pobre debut del nuevo Buenos Días a Todos con Javiera Contador
Fue el muy anunciado debut del nuevo matinal Buenos Días a Todos, uno de los programas más tradicionales y antiguos de la televisión chilena –sino el que más-, con 24 años de historia. En un set en el patio de TVN similar a los quinchos que incluyen los condominios del centro aparecieron Karen Doggenweiler, María Luisa Godoy, el periodista Gonzalo Ramírez y el actor Rodrigo Muñoz –MIRE AQUI EL VIDEO-.
La única que se preocupó de lucir para la ocasión fue Doggenweiler, que participa desde hace 15 años en el programa y usó un vestido corto, blanco y negro, especial. La camisa de Muñoz era para ir al supermercado, y los jeans de Ramírez para ir al mall. “La Mary” –como insisten en decirle a Godoy- no pasó por peluquería.
Los panelistas se interrumpieron, contando una que otra cosita. Hablaron del popular chaleco reflectante y salió el humor de Muñoz: “Lo puse atrás, en el coágulo…” Nadie se rio de esta, la primera de varias bromas que tuvieron el mismo resultado.
El grupo comenzó a preguntarse por la estrella del día: Javiera Contador, que asumió como integrante de este trío de animadoras que no es novedad. Durante el verano 2001-2002 Canal 13 puso a Karla Constant, Ana Sol Romero y Savka Pollak a conducir La Mañana del 13. Duraron un par de meses.
Godoy insistía en pronunciar sonoramente “hashtash” para referirse al hashtag referido a Contador que se anunciaba en pantalla –nadie la corregía-, mientras que el panelista Alvaro García “descubría” a Javiera tomando desayuno, en un despacho desde el centro de Santiago.
La nueva anfitriona mostró evidente cara de no haber dormido nada –contó que sus hijos, de 10 meses y dos años, se lo impidieron-. El plan era que llegara en micro hasta el estudio del matinal. Le pasaron un micrófono y la lanzaron a los leones, como protagonista de un viaje complicado.
Los transeúntes a los que saludaron Contador y García en su mayoría no estaban ni lo más mínimamente interesados en las cámaras, aunque los «rostros» repetían robóticamente “feliz año”, con abrazos y besos, mientras caminaban a tomar la micro.
Como inicio de vacaciones, las calles estaban poco pobladas. Algunos “entrevistados” ponían cara de póker. Cero empatía porque no tenían idea que Javiera se integró al Buenos Días a Todos y a García parece que no lo ubican tanto. “¿Qué Mary?”, preguntó una señora cuando le solicitaron un saludo para “Mary” Godoy.
En el estudio intentaban rellenar. En la calle, Javiera también. Pero hubo problemas de audio –Contador advirtió que escuchaba a la gente del estudio, pero “como con 15 segundos” de retraso-. Las micros no les paraban. “Esa micro va para Peñalolén, donde vive el Lolo Peña…”, decía Muñoz, en broma, sin que nadie riera.
Alvaro García corría de un lado para otro. Parecía desesperado porque la escena, sin interés, se alargaba. “¡Paguen un taxi!”, gritaban en el estudio, apurando la cosa. Ya arriba de las micros, se toparon con gente durmiendo, otros revisando el teléfono, el cuadró tenía nada de onda. Finalmente, tras 40 minutos, Contador llegó a un lobby de TVN donde también penaban las ánimas.
“¡No escuchamos nada!”, dijo una de las animadoras, refiriéndose a los cortes de sonido. A Karen se la cayó la caja del micrófono. Muñoz, Ramírez e Iván Torres la esperaban en el patio sin mucho que decir. Preparabann desayuno. Huevos y un pan que pusieron en un tostador lleno de hollín. Y el humor de Muñoz: “¿Saben quién nos trajo todo esto? Donde Leo… Donde Leo nos dejó todo eso…” (silencio). Un desayuno pobre, como observaron ellos mismos. Tan pobre como la producción y la chispa del comienzo, de la primera hora de este nuevo matinal.