Glamorama
Andrea Aristegui en Muy Buenos Días. IMAGEN TOMADA DE PANTALLA / TVN

El sensible momento de Andrea Aristegui

Autor: A, Cantuarias / C. Farías / 9 octubre, 2016

¿Una manera segura de hacer llorar a la gente en televisión? Hacerles leer una carta enviada por uno de sus seres queridos. La sección tomó vuelo en el late Más Vale Tarde, en Mega. Luego fue copiada por espacios de otros canales. Esta semana la adoptó el matinal de TVN.

Iván Torres tenía la voz quebrada. La cocinera Rita Atenas no podía sacar el habla. Y Andrea Aristegui lloró como Magdalena –MIRE AQUI EL VIDEO– con la bonita carta que le escribió su marido, el también periodista Gonzalo Montaner, con quien tiene dos hijas. Esta fue la emotiva escena en el Muy Buenos Días:

“Dice ‘carta desde el futuro’. ‘Andy, no quise escribirte por holograma o enviarte un robot cartero. Preferí escribirte como lo hacía antes, hace unos 30 años atrás, mediante una carta. En esos tiempos trabajabas en TVN, en el Muy Buenos Días, un programa que llegó a lo más alto de la TV, porque hicieron una apuesta de calidad y se conectaron con la gente. Eso permitió a todos despegar en sus carreras.

‘Javiera (Contador) se dedicó al cine y ganó un Oso en Berlín. Iván (Arenas) se fue a Hawai como jefe mundial de los meteorólogos. Yann (Yvin) fue senador en Canadá y creó una marca de cuchillos personal, llamada Megda. Jaime (Coloma) se transformó en decano y tuvo un talk show. Gustavo (Huerta) creó un área deportiva y un canal de deportes propio. Dominique (Gallego) animó Viña con Gino Paolo, y la Rita (Atenas) se convirtió en una empresaria a nivel de Carlos Slim, uno de los millonarios más grandes de la época. Al resto del equipo le subieron el sueldo y el canal les pagó un viaje con destinos espectaculares.

‘Pero volvamos a lo nuestro. Mañana tenemos un almuerzo familiar en la casa de la Javi, mi hija mayor. Vamos a celebrar su vuelta de Médicos sin Fronteras, como dentista, y su pasantía por el viejo continente. Mañana veremos a su marido y sus hijos. Igual que a Sofía, mi hija más chica, que también volvió de estudiar su doctorado y decidió quedarse en Chile, para que pudiéramos disfrutar a nuestros nietos.

‘Javi ya tiene 49 y la Sofi 39. Nuestras niñas están más hermosas y más felices. Veo en sus ojos gratitud y buena onda, y todavía ellas se abrazan y juegan como cuando eran niñas. Cuando estábamos jóvenes siempre las mirábamos y decíamos que esta familia resultó. Por eso me gusta que nuestros nietos te digan Tita y a mí Abuelote.

‘Mañana en el almuerzo es probable que nos acordemos de los que ya no están y hagamos lo mismo que hemos hecho en la casa de tus padres, o en Viña, con los míos. Reírnos, hablar fuerte y planificar un viaje. Por eso ahora agradecemos en silencio y me mirarás otra vez con una sonrisa cómplice.

‘Mañana en la casa de nuestra Javi verás que hicimos la tarea. Que todo lo construimos piedra a piedra. Hubo un proyecto, un plan de vida, un sueño. Creamos una comunidad, una tribu, una pequeña mafia en la que nos acompañamos y nos protegemos, pero ahora sumamos a todos estos niños ruidosos y hermosos y podrían venir más.

‘Han pasado 30 años y estamos más viejos, pero seguimos juntos. Tú a tus 67 hermosos años, y yo a los 74. Carreteados, más viejos, pero más amigos y enamorados. Quizás más relajados y más tranquilos, con una exquisita sensación de plenitud. No vamos tanto a conciertos, pero seguimos caminando por la playa, recibiendo el viento y el sol.

«Seguimos contentos y aferrados a vivir lo simple de la vida, con desprendimiento de lo material y con la tranquilidad de haber tratado de armar pequeños cambios que buscaban mejorar nuestro mundo. Al menos creo que tratamos de ayudar a varias personas que se transformaron en amigos o en experiencias inolvidables.

‘Envejecer es un proceso notable. Cada arruga y cada cana dan cuenta de una vida, de una alegría, de una pena superada, de un fracaso que dimos vuelta y tantas otras cosas. Y este almuerzo es uno más, pero uno especial, porque estamos todos juntos como siempre quisimos estar. Por eso, después de casi 50 años, te sigo amando y espero seguir así desde dónde esté.

‘Por eso mañana cuando estemos en la reunión familiar, cierra los ojos por algunos segundos y escucha el murmullo de esas risas y de esas voces y respira profundo. Te darás cuenta que eso es lo que llaman felicidad. Que así sea. Gonzalo».

Tras leer a carta y desconsolada de la emoción, Andrea comentó:

“Yo he hablado muchas veces acá de Gonzalo y de nuestra familia, pero él refleja lo que es nuestra máxima aspiración, que es envejecer juntos. Siempre lo conversamos y hacemos planes de cuando estemos más viejos, quizás cuando no tengamos tanto trabajo y más tiempo.

«Y da cuenta de lo que él decía, en términos que sentimos que hicimos una familia e hicimos las cosas bien. Pese a las equivocaciones y a todos los errores que uno comete, tenemos esa sensación de plenitud respecto a lo que hemos hecho en la vida. La verdad es que estamos seguros de que eso va a ser así en 30 años más”.