Fueron muy mala onda con Coni Roberts
Hay hombres que a pesar de las marchas a favor de un mejor trato a las mujeres, de todo lo que se ha hablado y discutido sobre la violencia que han sufrido diferentes aspectos, no entienden. No hay caso.
Un ejemplo claro es lo que le pasó a Coni Roberts con tres guardias de un strip center. Ayer, el rostro del matinal de La Red llegó al reemplazo que realizó a la animadora Julia Vial. Entonces contó llorando el mal momento que vivió –MIRE AQUI EL VIDEO-. Este fue su relato en Hola Chile:
“Vengo con una lágrima aquí, porque no saben lo que me pasó. Hoy en la mañana venía a la hora, venía bien. ¡Súper temprano acá al canal! Y me quedo en pana de batería en pleno Irarrázaval. O sea, imagínense un cuarto para las nueve de la mañana, todos los autos. Me quedo cruzá en pleno Irarrázaval. Obvio que los autos empezaron a tocar la bocina por atrás. Justo al frente de un strip center. Yo digo ‘chuta, voy a llegar tarde, me van a retar’. Tenía que llegar hoy día a reemplazar a la Julia.
«No sabía qué hacer. Los autos así ‘¡córrete, estúpida!’. Y yo ‘perdón, ¡¿qué hago?’!. Había un strip center al lado donde me quedé. Como yo había quedado atravesada en plena Irarrázaval, había tres guardias que estaban mirando. Abro la puerta y les digo ‘señor, por favor, ¿me pueden ayudar a empujar un poco el auto? Para dejarlo en el fondo, no cruzado, estacionado.
«Parados, así, no me ayudaron. ‘No, no podemos’. De una indolencia. ‘Señor, le pido por favor, tengo que llegar a trabajar. Miren, estoy fregando a toda la gente que también va a su trabajo. Estoy estacionada en la mitad de Irarrázaval ¡por favor, ayúdenme!’. ‘No, es que no podemos’. No me ayudaron, ¡te juro por Dios que no me ayudaron!
«Quince minutos después yo llamaba a Mauro para que me fueran a buscar. Trataba de llamar a mi marido para que me ayudara a hacer algo. Después se me acerca, 20 minutos, uno de los tres guardias ¡un peruano! No era chileno, era peruano. ‘Señor, por favor’. Me pongo a llorar a mares. ‘¡Por favor, ayúdeme!’. ‘¿Por qué los otros no me quieren ayudar?’. ‘Dicen que les da lata’. ¡Esa fue su respuesta! ‘Dicen que les da lata’. Ahí él me dijo ‘ya, yo la voy a ayudar’. Y me ayudó a empujar un poquitito el auto.
«Yo lloraba a mares. Pero me da lo mismo el auto, me da lo mismo quedarme en pana. ¡Lloraba de impotencia! De la indolencia de la gente. Si ves a una mujer sola, que tiene la embarrá para atrás y decir ‘no, me da lata’. Ahí te das cuenta que este es el país en que vivimos. Este es el país en el que uno no quiere vivir».