Así fue la dolorosa mordida de una zorra que mandó al hospital a Pancho Saavedra
“¡Conche…!”, gritó Pancho Saavedra, tomándose el dedo índice de su mano derecha. Una zorra silvestre, que parecía apacible y acostumbrada a los turistas, lo mordió durante la grabación de Lugares Que Hablan hace un mes en la Reserva Río Cipreses, en la región de O’Higgins.
¿El resultado? La mordida le cruzó una de las uñas de su mano y lo llevó al hospital de Rancagua para curarse y empezar el tratamiento antirrábico con vacunas.
La escena fue emitida este sábado en el estelar cultural de Canal 13. Allí se ve el instante en que Pancho se aproxima al animal de a poco. Se sacó un par de selfies con la zorra. Hasta que se le ocurrió acercarse a ella con la mano derecha. Fue en ese momento que recibió la mordida.
El mismo Pancho explicó el accidente a un niño durante el capítulo. “Me fui a ver a los loros tricahue. Y me encontré con una zorra. Una zorrita chiquitita que, incluso, me dijeron que la bautizara, porque estaba acostumbrada a los turistas. La vi tan tranquilita que me empecé a ser el bonito con la zorra. Y me empecé a acercar. Le quise hacer cariño”, comenzó relatando el animador.
“‘Catadora, ¡Catadora! Venga, Catadora… Catadora, Catadora…”, le decía Pancho al animal. Hasta que acercó la mano y la zorra lo mordió.
“La gente no se tiene que confiar. Por mucho que uno vea un animal silvestre, tranquilito. Calmadito. Uno no se tiene que confiar, porque mira lo que me pasó aquí: seis vacunas que tengo que ir a ponerme. Tomar antibióticos para que no se me infecte este dedo, porque me atravesó la uña, poh”, le relató al niño en medio de la cordillera de O’Higgins.
En contacto con Glamorama, Pancho dio más detalles de la mordida y lo que vivió después:
Pancho Saavedra: “Fue doloroso. Saltó un chorro de sangre. Me tuvieron que llevar al hospital en Rancagua. Un colmillo me cruzó la uña de un dedo. Y nada. Me tuvieron que poner las seis vacunas antirrábicas. Ya me pusieron las dosis.
“Tuve que tener cuidado por cuatro a cinco días al ducharme, por ejemplo. Fue bien complicado trabajar con un dedo que está en curación. Así que nada. Todo bien. Pero fue muy doloroso. Y lo que reconozco es que nunca hay que confiarse de los animales que uno ve bien tranquilitos y que son silvestres. Porque me habían dicho que era una zorrita tranquila. Pero por acercarle la mano, porque pensé que podía hacerle cariño, me pegó la mordida”