«Seis años después de habernos visto la primera vez me la encuentro ahí mismo…», la especial historia de amor de Eduardo de la Iglesia y su esposa, padres de tres niños
«Seis años después de habernos visto la primera vez me la encuentro ahí mismo. Nos miramos, nos saludamos. ‘¿Cómo estás?, ¿qué es de tu vida?’. Y ella me dice ‘¿sigues pololeando?’. ‘No’. ‘Que rico, yo tampoco’. Chao. Bailamos toda la noche, como cuando andas con la cuerda, Juan Luis Guerra para un lado, para el otro y vuelta».
Este fue parte del relato de Eduardo de la Iglesia sobre su historia de amor con su esposa y madre de sus tres hijos, Pamela Ibarra.
El animador de Hola Chile, en La Red, contó en el espacio de conversación de Jordi Castell en Instagram que pasaron encuentros cada dos años en la misma discoteque antes de que se pusieran a pololear con su señora:
“Nos conocimos en una discoteque. Ella iba a bailar con sus amigas santiaguinas a Reñaca, donde yo trabajaba como animador de la discoteque. Teníamos un amigo en común y ella le dice ‘¿quién es ese gallo?’. ‘Amigo mío, Eduardo’ y no sé qué. ‘Preséntamelo’.
«Partió el Negro y me dice ‘oye, hay una flaca que le encantas’. ‘¿Y quién es?’. ‘Ella’. Y la miro. ‘Oye, qué buena onda’. Termino de animar y bajo. ‘¿Bailemos?’. ‘Ya poh, bailemos’. Bailamos toda la noche, lo pasamos chancho, le robé un piquito por ahí y no nos vimos más en dos años.
“No le pedí teléfono, no le pedí el Messenger, nada. Pasaron dos años y nos reencontramos en el mismo lugar, en la misma discoteque. Yo ya no trabajaba ahí, trabajaba en Canal 13, ella seguía en la universidad, yo estaba pololeando y ella también”
Jordi Castell: “Ya, pero cuéntame la firme, en esa época te dabas la pala, tenías éxito con las mujeres”
Eduardo De la Iglesia: “Sí. Además que yo vivía a 60 metros de Kamikaze, entonces cerrábamos el Kamikaze y con todos mis amigos nos íbamos a la casa de mi viejo y ahí seguíamos la fiesta y ‘¡vamos! ¿Quién quiere ir?’. Era un desfile. Eran otros tiempos.
“Y vuelvo dos años después a este lugar, carreteando con amigos y me la encuentro. ‘Hola, ¿cómo estás?’. ‘Hola. Bien ¿y tú?’. Y yo la saqué a bailar. Le digo ‘¿bailemos? Oye, estoy pololeando, no te voy a hacer nada, relájate, pasémoslo bien’.
“Bailamos, lo pasamos chancho y cuando yo caché que la cuestión se podía descontrolar le dije ‘ya, que estés bien, un gusto, chao’, y me fui. No pasó nada. Pero me acuerdo perfecto que el diablo casi se me sale, lo controlé. Y no nos vimos, no nos hablamos, hasta dos años después. O sea, pasaron seis años en total”
Castell: “Están haciendo la siguiente pregunta: ‘¿Y cómo lograron darle el bajo a los pololos y juntarse?”
De la Iglesia: “Mira, nos conocimos, pasaron dos años, nos reencontramos, estábamos los dos pololeando, no nos encontramos nunca más, no hablamos nunca más”
Castell: “¿Pero no hubo un rayado de pintura, no hubo un topón, nada?”
De la Iglesia: “No, no hubo topón, pero hubo rayado de pintura. Y así cuando llegó el momento dije ‘no, que feo, ya chao’. Y te juro que nos perdonamos la vida, porque había mucha química. Si ella está viendo esta transmisión debe estar con ganas de matarme. Pasan dos años más, si es una weá de locos, y nos volvemos a encontrar, ¿sabes dónde?”
Castell: “En el mismo lugar, ¿me estás webiando?”
De la Iglesia: “Ahí. Era el destino”
Castell: “¿Pero tú no le pedías el teléfono a esta cristiana?”
De la Iglesia: “Nada, ni el teléfono, ni el Messenger de la época, ni el Fotolog, nada”
Castell: “Entonces eras barsa”
De la Iglesia: “Yo era un fresco de raja, la hacía por todos lados, no me enganchaba en ninguna parte, era un picaflor total. Era bueno para pelarme, como dicen los cabros”
Castell: “¿En qué minuto sientas cabeza y dices ‘esta es mi mujer’?”
De la Iglesia: “La tercera vez. Seis años después de habernos visto la primera vez, me la encuentro ahí mismo. Nos miramos, nos saludamos. ‘¿Cómo estás?, ¿qué es de tu vida?’. Y ella me dice ‘¿sigues pololeando?’. ‘No’. ‘Que rico, yo tampoco’. Chao. Bailamos toda la noche, como cuando andas con la cuerda, Juan Luis Guerra para un lado, para el otro y vuelta.
“Las hice todas esa noche. Pinchamos por supuesto. La fui a dejar a su casa, el beso apretado y todo, pero pinchamos y le digo ‘dame tu Messenger’. ‘No, no te vas a acordar’. ‘Dame tu Messenger’. Me cantó el mail y me fui para la casa repitiendo el mail para que no se me fuera a olvidar.
“Llego a la casa, prendo el computador, esos que se demoraban en prender, mi hermano chico se despierta, eran las seis de la mañana, la agrego, apago el computador y me acuesto a dormir. Al otro día prendo, ‘solicitud aceptada’. Nunca más nos separamos, hasta el día de hoy”
Castell: “Al parecer ella tenía las cosas más claras que tú”
De la Iglesia: “La Pame estaba clarísima. De hecho, nos hemos cagado de la risa porque me cuenta que desde el día uno siempre le gusté, teníamos mucho amigo en común y ella siempre les preguntaba por mí. El entorno cachaba que yo le gustaba mucho, pero yo estaba entre pololeando o no nos veíamos, estaba en otra trabajando en Santiago. Y al final la vida se encargó de volver a juntarnos.
“Tuvimos suerte y hasta el día de hoy nos llevamos la raja. Yo la quiero, la adoro, si no fuera por ella todavía estaría metido en algún bar webiando, haciendo tonteras. Es lo mejor que me ha pasado en la vida, lejos.
“Yo era fresco también. De eso estoy tranquilo, quemé todos mis cartuchos, hice todo lo quería hacer, lo disfruté y no me arrepiento de nada.
«Me demoré en pedirle pololeo oficialmente, pero el día que le pedí pololeo, al otro día sabía que me iba a sacar con ella. Se lo dije a un amigo ‘con esta flaca me voy a casar, es la mujer de mi vida’.
“Yo vivía en un departamento de soltero con un amigo, lo pasábamos la raja, los dos trabajábamos, nos iba bien. Íbamos a vender todo para comprar dos motos e irnos por Sudamérica, era otra vida. Y llegó la Pame y dije ‘chao, ese weón no existe. Quiero otra vida. Quiero ser papá joven, tener energía. Quiero amar a esta mujer y que no se me vaya con nadie más’. No sé, me bajó algo muy loco. Era para mí y creo que yo era para ella”.