«Cuando ella llega cerca de los 40 me dice que quiere tener un hijo. Yo le digo ‘estai loca, ¡¿cómo se te ocurre?!’. Me equivoqué…»: el mea culpa de Adriano Castillo en sus tres décadas junto a Beatriz Alegret
«Yo creo que a ella le hace falta. Le habría gustado tener un hijo. Ella siempre me dijo ‘yo quería tener un hijo contigo, no con cualquiera’», confesó Adriano Castillo hablando de sus tres décadas junto a Beatriz Alegret.
El actor de 79 años que se hizo famoso interpretando al «Compade Moncho» en Los Venegas y la ex vedette argentina de 60 se conocieron en el programa Exito, que animaba José Alfredo Fuentes en los años ’80.
En ese espacio se hicieron amigos y comenzaron una relación que continúa hasta hoy.
Castillo contó en una conversación con Martín Cárcamo en De Tú a Tú, en Canal 13, que nunca se casaron y han tenido varios quiebres de hasta seis semana, en los que él se va de la casa y no regresa hasta que ella lo llama.
Además reveló que él profirió no tener hijo con Alegret cuando ella se lo pidió. Esta fue esa conversación:
Adriana Castillo: “Lo pasábamos muy bien en ese programa (en Exito, año 1989). Estábamos por grabar y llegó (el director televisivo) Alfredo Lamadrid. Dijo ‘quisiera presentarles a la nueva integrante del elenco cómico: Beatriz Alegret’. ‘Ah, hola, ¿qué tal?’. Todos la saludaron y qué se yo.
“Yo tengo una vieja táctica: mientras más estupenda es la mujer, menos bola le tienes que dar”
Cárcamo: “Esa es tu ley”
Castillo: “Mi ley. Esa técnica no me ha fallado nunca, eso de la indiferencia. En general los hombres demuestran mucho esa admiración a una mujer”
Cárcamo: “¿Pero qué te pasó cuando la viste?”
Castillo: “Se me cayó la mandíbula. ¿Tú crees que se me iba a notar? No poh. Y de repente nos empezamos a hacer más amigos, más amigos y más amigos. Y bueno, terminamos viviendo juntos”
Cárcamo: “Te emparejas con ella a los 50. ¿No te pide ella casarse?”
Castillo: “Nunca, no. ¿Para qué casarse? Uno tiene que casarse una vez en la vida, compadre. Las otras veces tienen que ser amancebamiento, arrejuntamiento, pareja. Nada de volverse a casar, pasar de nuevo por el Registro Civil no. Pero tienen que pasar una vez por el Registro Civil, hay que pasar, tienes que pasar”
Cárcamo ríe: “¡Las teorías! Yo ya pasé poh”
Castillo: “¿Ya pasaste? Ya. Todas tus otras relaciones, amancebamiento, concubinato en pecado”
Cárcamo: “¿Hablaron alguna vez de tener hijos?”
Castillo: “Sí, claro. Y ahí es donde yo me equivoqué, porque el que se equivoca siempre en mi relación con Beatriz soy yo. La Beatriz nunca me ha dado… Y si alguna vez la Beatriz ha tenido alguna relación, en estos últimos 30 años, fue durante esos períodos donde yo me mando a cambiar”
Cárcamo: “¿Cómo? ¿Ella tuvo relaciones?”
Castillo: “No tengo idea”
Cárcamo: “Tampoco preguntas”
Castillo: “Yo no pregunto. Es que no puedes preguntar. Si tú te separas, te vas de la casa, después no puedes volver a preguntar ‘oye, ¿y con quién?”
Cárcamo: “Pero si eran tres semanas…”
Castillo: “La segunda vez fueron tres semanas. He llegado hasta seis semanas”
Cárcamo: “Y en seis semanas todo puede cambiar”
Castillo: “Sí pues, más con una mujer como Beatriz. Si todavía hasta hoy, que tiene 60, todavía tiene todos estos admiradores. ¡Muchos!”
Cárcamo: “Cuéntame lo de tu hijo. ¿Por qué te equivocaste?”
Castillo: “Yo me equivoqué porque cuando ella llega cerca de los 40 me dice que quiere tener un hijo. Yo ya estaba cumpliendo 60. ‘Chuta…’
«Entonces yo le digo ‘¡estai loca! No, ahora un niño no. Estai loca, ¡¿cómo se te ocurre?!’. Y ahí, por supuesto, yo me equivoqué.
«Todos mis compañeros de colegio, de universidad, me han insultado por eso, me han dicho ‘¿cómo podía hacer eso?, ¿cómo pudiste ser tan vaca de decirle eso además a una mujer como esa?’.
“Yo encontré que era mucho. Y auténticamente le dije ‘no’. Pero ella se molestó, se sintió muy herida, porque no esperaba una respuesta mía así”
Cárcamo: “¿Qué te dijo ella?”
Castillo: “Se molestó mucho. No me dijo ni recriminó nada, pero sí la veía molesta. Tú sabes cuando las mujeres se molestan. Se nota”
Cárcamo: “Cambió la relación”
Castillo: “Cambió la relación. Llegó un momento donde dije ‘a mí la vida no me gusta así’. Así que tomé mi maletita de mimbre, eché un calzoncillo, un par de calcetines y me mandé a cambiar”
Cárcamo: “¿Esa fue la primera vez que te fuiste?”
Castillo: “No, ya me había ido cuatro veces antes, y esa vez demoró bastante en llamarme”
Cárcamo: “No se volvió a hablar más el tema de la paternidad, me imagino”
Castillo: “No, nunca más”
Cárcamo: “Se sepultó ese tema”
Castillo: “Se sepultó”
Cárcamo: “¿Crees que quedó una deuda pendiente con ella?”
Castillo: “Sí, claro que sí, claro que sí”
Cárcamo: “¿Y eso cómo lo enfrenta ella ahora, a los 60 años?”
Castillo: “Yo creo que a ella le hace falta. Le habría gustado tener un hijo. Ella siempre me dijo ‘yo quería tener un hijo contigo, no con cualquiera’. Eso me… (señala su pecho)”