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Sigrid Alegría en una imagen tomada de la pantalla de De Tú a Tú, Canal 13, en abril de este año.

«Entro al centro de rehabilitación… ‘¿Tú crees que vas a ser la única conocida allí adentro?’. Y no poh, no era la única conocida», recuerda Sigrid Alegría

Autor: Equipo Glamorama / 6 abril, 2022

«Entro al centro de rehabilitación y me hablan de terapias grupales, yo dije ‘no’. Porque ya era conocida, no quería que nadie se enterara de esto», contó Sigrid Alegría en medio de su relato sobre su relación con la droga.

La actriz de 47 años detalló en De Tú a Tú, Canal 13, el proceso que vivió, en medio del cual, en mayo de 2007, chocó contra un domicilio.

Así continuó la conversación con la figura de clásicos de las teleseries como Aquelarre, Amores de Mercado y El Señor de la Querencia, sobre el momento en que decidió internarse para rehabitarse:

“El precio era alto, tenía a un Alonso (su hijo mayor, hoy de 23 años) que ya estaba más grande y no quería perder el cariño ni el respeto de él.

«Quería tener una familia y tenía una pareja que me decía ‘yo así no te banco esta cuestión’. Entro al centro de rehabilitación y me hablan de terapias grupales, yo dije ‘no’. Porque ya era conocida, no quería que nadie se enterara de esto.

“Me dicen ‘¿tú crees que vas a ser la única conocida allí adentro?’. Y no poh, no era la única conocida. Eramos varios los que queríamos salir de ahí y que tenían esta presión. En esa época la televisión tenía un valor muy grande, era una mina de oro. La diferencia entre estar y no estar era gigante.

“Y uno se la jugaba, porque estás en la época de la vida donde estás armando tu carrera. Catorce horas de pega, sin dormir, ‘este programa y este programa’, ‘voy’. Tenías que ser hermosa, simpática, inteligente, trabajadora, correcta, porque si socialmente no eres correcta no sirves tampoco, porque tenías que ser ejemplar. Era muy exigente y no me lo quería perder.

“En terapia estuve un año. De ahí empecé el trabajo de salida, no ir tres veces a la semana, sino que una. Y cero de todo. Menos el pucho que no entraba por ese camino. Empecé a ir una vez a la semana, después ya era ‘cuando usted quiera. Venga para recordar lo que es’. Porque yo sigo siendo adicta, solo que sé cómo cuidarme.

“Cuando cumplí un año la Diana (profesional del centro) me dice ‘cumpliste un año limpia, ¿estás contenta?’. ‘No’. ‘¿Por qué no? Nunca había escuchado eso’. ‘Estoy súper aburrida. Son todos los días iguales. Estoy enormemente gorda. No tengo amigos ni amigas de mi generación. Estoy aburrida. No le encuentro ningún premio a esta cuestión. Sé que es lo mejor, pero…’

“Se sorprendió y después cachó que el tratamiento conmigo tendría que haber tomado otro camino, porque lo mío no tenía que ver con el carrete, lo mío tenía que ver con ser lo suficiente para que te quieran, ser aceptada. Por lo tanto, cuando iba de salida ya nadie estaba preocupado por mí y recaigo.

“Recaigo en unos días en que yo no podía viajar, pero mi pareja sí y se llevó a Alonso y yo llegaba después. Agarré el teléfono, ‘oye, ¿todavía tienes el dato de…?’ Hasta que un día me fui al centro de rehabilitación, agarro a la Diana y le digo ‘estoy recaída, estoy súper recaída hace rato’. Y me da una pastilla y me dice ‘espérate un poco, esto va a bajar, te vas a tu casa y mañana empezamos todo de nuevo’.

“Me dio la pastilla, esperé un par de horas, pero yo sentí que no me bajaba, me sentía igual de angustiada y decidí, en el camino a la casa, comprarme una de estas botellas de pisco sour preparado. ‘Me la tomo, me duermo y mañana empiezo’. Yo no sabía que esa pastilla, más alcohol, produce demencia momentánea.

“Llego a la casa, abro, sirvo la copa, recuerdo un sorbo de la copa y no recuerda más, hasta que me estoy subiendo al auto, y la señora Rosa, que era mi nana en ese momento, me persigue y me dice ‘¡no. Usted no puede manejar así…!’»