«Sentí una cosa intensa, una electricidad, algo que no tiene explicación racional… Lo tomé en brazos y se me pegó, y ese fue un abrazo para toda la vida», relata Rafa Araneda sobre la adopción de su hijo menor
«Todo puede suceder en el momento menos pensado», afirma Rafa Araneda conversando sobre la llegada de Benjamín a su vida.
El hijo menor del animador y su esposa Marcela Vacarezza cumplió cuatro años y la familia se refiere a la adopción del niño, en una entrevista publicada en la portada de la revista People en Español.
Araneda reside en Weston, al sur de Florida, junto a su familia, excepto su hija mayor, Martina, quien estudia Leyes en Santiago. El conductor se trasladó a Estados Unidos por motivos laborales y hoy conduce el espacio Enamorándonos USA.
Estos es parte de su testimonio en la revista norteamericana:
«Nosotros lo conocimos a Benjamín con nuestra hija Florencia. Todo puede suceder en el momento menos pensado. Florencia es elegida en su colegio en Chile como presidenta de curso. Ella acaba de graduarse ayer del high school y a ella la eligen, y le encargan actividades sociales, solidarias.
«Ella me dice: ‘Papá, ayúdame a ir a un lugar que sea significativo para mí y para mis compañeras de curso’. Nosotros conocíamos la fundación Santa Clara (en Santiago), que tiene un hogar con unas monjitas maravillosas, que los ayudábamos en eventos.
«Vamos para allá, hay niños abandonados muchos de ellos y están en un entorno muy digno que le dan estas monjas; además hay niños enfermos. Esto fue hace tres años y siete meses. Sí, a Benja lo conocimos cuando tenía 3 meses.
«Estando ahí, Florencia está recorriendo con Marcela el lugar (la mencionada fundación). Y de repente Marcela me dice: ‘Ven a la sala cuna, no te voy a decir nada, entra’. Entro y la veo a ella parada al fondo, con los ojos rojos, muy emocionada.
«Había puras cunitas y bebés chiquititos, algunos llorando, otros dormían. Y de repente veo a uno que está sonriendo. Sentí una cosa intensa, una electricidad, algo que no tiene explicación racional… Lo cargué y se me pegó, y ese fue un abrazo para toda la vida».