«Yo no conocía el dolor de mi país. No sabía cuánta gente sufría… Yo venía del mundo de los seguros, un mundo ABC1 que vive otra realidad», recuerda Eli de Caso sobre los inicios del Aló Eli
«A mí me afectó emocionalmente y anímicamente el programa, porque había mucho dolor. Yo no conocía el dolor de mi país», recuerda Eli de Caso sobre su inicio en la televisión, en el programa de servicio social Aló Eli, en La Red en 1991.
La comunicadora de 68 años realizó el mismo formato hasta 2004, luego de La Red en Mega y TVN.
De Caso estuvo en un reciente capítulo de De Tú a Tú, en Canal 13, donde relató lo siguiente:
“La María Eugenia Briceño trabajaba en La Red y seguramente ella le dijo a Segio Melnick (uno de los fundadores de La Red, en 1991) ‘tengo una amiga que tiene mucha personalidad y tal vez te puede servir’. La María Eugenia me dijo ‘te invito a este almuerzo’ y yo fui al almuerzo.
“Fue todo maravilloso, lo pasamos sensacional, estuvimos como seis horas conversando. Y al día siguiente me llamó (el director de televisión) Robert Wilkins, el marido de la Vivi Kreutzberger, y me dijo ‘Eli, estamos fascinados contigo, existe un programa que se llama Aló Aló, que es un programa de servicio a través del teléfono, y nos gustaría ver si te interesa’.
“‘Encantada’, les dije. Y ahí partí yo, ese mismo día a la una de la tarde, y a la una y media estaba contratada”
Martín Cárcamo: “¿Qué pasó contigo en ese minuto que firmas el contrato? ¿Dices ‘me cambió la vida’?”
De Caso: “No, nada. Nunca pensé nada”
Cárcamo: “Dijiste ‘es plata segura’”
De Caso: “Exactamente. ‘Esto me va a dar estabilidad y voy a poder hacer lo que tengo ganas de hacer’, que en ese momento estaba separándome de Raúl Alcaide (su tercer marido y padre del hijo menor de la comunicadora), necesitaba contratar a un abogado y no tenía plata para pagarlo, entonces eso me daba una cierta estabilidad. Pero yo nunca pensé ni en la televisión ni nada. Te juro que es verdad”
Cárcamo: “¿Qué sucede cuando partes en La Red?”
De Caso: “Primero que todo, no sabía lo que era una cámara. Fue una aventura. Fue extraordinario. En dos meses salimos al aire y fue de locos. El primer programa al aire fue en vivo, como que el corazón lo tenía aquí, pero salimos.
“De ahí empezó a fluir. Pero me afectó mucho, porque los fines de semana me daba fiebre de estrés yo creo. Estuve un año en La Red, porque La Red murió, y ahí entra Alfredo Escobar (ex director ejecutivo de Mega y cuarto marido de De Caso) y nos lleva al Mega”
Cárcamo: “¿Qué pasa cuando llegas a Mega?”
De Caso: “Ahí me di cuenta que la televisión no era menor. Me di cuenta que esto era en serio y que tenía que acatar las órdenes, que tenía que ser disciplinada y matea, y tenía que hacer lo que tenía que hacer. Eso fue muy duro para mí, porque en el fondo fue dejar de ser libre, pero necesitaba sacar a mis hijas adelante”
Cárcamo: “Pero te cambia tu posición económica”
De Caso: “Pero después, con el tiempo, empieza a cambiar de a poco”
Cárcamo: “Y te empiezas a meter en las casas de la gente, empiezas a ser mucho más conocida”
De Caso: “Fue impresionante, pero también eso tuvo un… De repente yo tenía mucha tristeza. A mí me afectó emocionalmente y anímicamente el programa, porque había mucho dolor. Yo no conocía el dolor de mi país. No sabía cuánta gente sufría. Sufría mucha gente y mucha gente tenía muchos problemas.
“Yo venía del mundo de los seguros, que era otro mundo, un mundo ABC1 que vive otra realidad. Entonces llego a este lugar, me encuentro con la realidad-realidad y eso me superó, fue como un tsunami.
“Mucha pena, casi no podía hacer el programa, lloraba en casi todos los programas. Es más, había notas que grababa el equipo en la calle y cuando las daban al aire yo no las veía y me tapaba los ojos, porque después no podía hablar.
“Me afectó mucho el programa y por eso me enfermé, porque si hubiera estado bien parada y hubiera sabido cuáles son mis limitaciones y hubiera pedido lo que necesitaba, tal vez no me hubiera enfermado y hubiera podido seguir bien.
“Era ilimitada, ‘a las cuatro de la mañana tenemos que levantarnos y subir un cerro’. ‘Ok’. Allá yo a las cuatro de la mañana arriba del cerro”.
Cárcamo: “¿Qué pasaba cuando la gente iba a pedirte ayuda? Porque me imagino que mucha gente iba al canal a pedirte ayuda”
De Caso: “Yo la ayudaba”
Cárcamo: “¿Económicamente?”
De Caso: “Sí. ‘Señora Eli, si yo me compro una máquina de coser, que me faltan solamente 200 mil pesos, me ayuda a cambiar mi vida, porque voy a poder hacer buzos y venderlos en mi población y con eso le voy a poder dar de comer a mis hijos’. Yo le hacía el cheque por las 200 lucas”
Cárcamo: “¿Ayudaste a mucha gente?”
De Caso: “Sí. Y no me arrepiento. Lo volvería a hacer, porque tú le puedes cambiar la vida a una persona con 200 lucas. Porque yo lo viví y alguien que llega a tu vida y te da así una manito, te cambia. Entonces era devolver la mano.
“Pero no fui inteligente, porque yo no podía ayudar de la manera que quería. Yo tendría que haber sabido que esto era súper limitado, que era solo un programa de televisión y que si bien podíamos ayudar, no podíamos ayudar infinitamente.
“Nosotros recibíamos 300 cartas diarias y había un equipo dedicado a eso, pero no dábamos abasto, entonces yo siempre me sentía como en falta, como que no alcanzaba. En deuda”.