«Hace poquitito Augusto (Góngora) tuvo una crisis muy fuerte y lo desahuciaron. Y yo, que supuestamente estaba muy preparada para todo, casi me morí…», relata Paulina Urrutia sobre el Alzheimer de su marido
«Yo creo que ya lo he vivido todo con él. Pero claro, ahora no sé poh, me pasé todo este fin de semana donde él gritaba como loco, no paraba, día, tarde, noche, y finalmente era un efecto secundario de unas pastillas que estaba tomando», fue parte de lo que contó Paulina Urrutia.
La actriz de 53 años fue entrevistada por Martín Cárcamo en De Tú a Tú y relató el duro proceso que ha vivido con su marido, el periodista Augusto Góngora, quien sufre de Alzheimer desde el 2014. Este fue su testimonio:
“Yo entiendo la angustia y la preocupación de mi hermana, porque sé que me quiere, y de muchos otros y de muchas personas que están viviendo lo mismo y que saben que verdaderamente te empiezas a volver loca.
«El nivel de exigencia, de dolor, el duelo permanente, larguísimo, en una muerte en cámara lenta, donde tú día a día, hora a hora, minuto a minuto, vas perdiendo algo de esa persona. Es abrumador. Pero al mismo tiempo es lo más bello.
“Hace poquitito Augusto tuvo una crisis muy fuerte y lo desahuciaron, y yo, que supuestamente estaba muy preparada para todo, casi me morí. Fue tan fuerte, porque siempre siento que esto va a durar mucho tiempo, que también eso es muy angustiante. Pero en el fondo cuando el doctor me dijo ‘la sobrevida es un mes’, el shock, el impacto, me vi totalmente en pelotas, decir ‘¿qué tan preparada estaba si la muerte está ahí?’.
“Fue tan brutal lo que sentí, obviamente me puse a llorar, un miedo, un terror, una angustia, y en un momento yo subí a nuestra pieza, porque ya no estamos compartiendo cama. El está en un catre clínico y yo estoy en mi cama donde dormía cuando tenía diez años. Subí a la pieza, estaba llorando aterrorizada y de repente me paré y dije ‘no. Esto no lo merece el augusto ni yo. Tengo que ser capaz de acompañarlo en lo que está viviendo, pero no puedo permitirme morir con él’.
“Esa cuestión de no poder separarte, porque la gente que retiene, la gente que en el fondo desaparece con la otra persona. Y dije ‘no. Esto pasó porque yo necesito ahora volver a la vida, volver a armarme, a componerme. Pero no sin haber pasado por esto, no sin darme cuenta que en el momento que él se moría yo también me estaba muriendo’. Eso no podía ser. Fue tal el impacto que dije ‘no’.
“Bajé sin llanto y conversé con el Augusto largo y tendido. Y el Augusto, muy divertido, lloré, me enojé, me reí, las hice todas. Pero conversé con él y le digo que ya era el momento de empezar a separar estos procesos y volver a recobrar mi vida de su mano nuevamente. Pero que estábamos viviendo momentos en donde yo tenía que recuperar energía y fuerza para seguir adelante, para poder acompañar estos momentos que se van haciendo cada vez más complejos.
“Pero no con culpa, no con miedo, menos con pena. Yo creo que ya lo he vivido todo con él. Pero claro, ahora no sé poh, me pasé todo este fin de semana donde él gritaba como loco, no paraba, día, tarde, noche, y finalmente era un efecto secundario de unas pastillas que estaba tomando. Y desesperante, angustiante, igual que una guagua que llora, llora, esos llantos que no paran. Imagínate con un hombre con unos pulmones gritando. Y era por dolor”