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Arturo Walden "El Kiwi" y Julio César Rodríguez en una imagen tomada de la pantalla de Pero Con Respeto, Chilevisión.

La historia de Arturo Walden «El Kiwi» y tres mujeres: «Era un desafío para mí. Me picaba. ‘La voy a conquistar…'»

Autor: Equipo Glamorama / 2 enero, 2023

“Era un desafío para ti la conquista”, le comentó Julio César Rodríguez a Arturo Walden durante una conversación sobre las vivencias sentimentales del comunicador conocido como «El Kiwi».

En un capítulo del late Pero Con Respeto, que el periodista conduce en Chilevisión, emitido a inicios de noviembre de 2022, Walden relató una historia ocurrida hace décadas, cuando él trabajaba en Mega:

«Bibiano Castelló (conocido director y productor televisivo fallecido en 2021, amigo de Walden y Felipe Camiroaga) me decía ‘eres un estúpido. Ella no te va a pescar porque eres un pelotudo que anda puro leseando’. Y era un desafío para mí. Me picaba. ‘La voy a conquistar’. Y en el Mega había muchas estudiantes en práctica todas escotadas…”

Julio César Rodríguez: “Era un desafío para ti la conquista”

Arturo Walden «El Kiwi»: “Claro. Y la cuestión que fui a conquistar a una. Y estaba volviendo con (quien entonces era su polola) la Victoria. Me decía ‘Arturito, ¿nos vamos a ver hoy día?’. ‘No, es que tengo que editar una nota. Nos vemos más tarde’.

«La cuestión es que tenía panorama con Felipe Camiroaga en ese tiempo. Íbamos camino a Farellones (junto a su nueva conquista). Me subo al jeep. Plaza Italia. Subimos por la Costanera. Siete y media de la tarde. Un taco a la altura de Suecia. Y de repente miro para al lado y mi polola en auto.

“Yo transpiraba. Trataba de que el auto me adelantara. Dejaba el auto ahí. Y me quedaba con ella, y me quedaba con ella. Y de repente la miraba y ella llorando. Y la otra, ‘¿qué te pasa?’. ‘No, nada, nada…’

“La cuestión es que vamos entrando a Vitacura y seguí para arriba. Llego y le dije ‘Felipe, me pasó esta weá’. ‘Tranquilo, ¿de qué te preocupai? Consejo: usted no ha visto a nadie. Usted tiene que llegar y no ha visto a nadie. Nunca la ha visto’.

“Y bueno, me hice el weón. Al otro día llamé como si no hubiera pasado nada. ‘Hola, ¿cómo estai?’. ‘Bien, ‘¿y cómo te fue en la edición?’. ‘Bien, pero me vine más temprano para la casa. No te quise llamar porque había un partido de fútbol’. Engrupiendo. ‘Te vi con una niña’. ‘No. Una secretaria que yo la llevo. Soy buena gente’.

“La cuestión es que me la saqué. Y como a los dos meses conocí a la que fue mi señora, la Andrea. Y un día, cuando el barrio Suecia todavía estaba de moda, fui con mi polola, me bajo del mismo jeep… ‘¿Flores para la polola?’ (le ofreció una vendedora en la calle). ‘No. A la salida…’

«Entro al pub y estaba la Victoria ahí, a la que le había sido infiel. ‘Hola Negra’. ‘Hola, hola’.

“Ella se fue. Salgo a las cuatro de la mañana, abrazadito, caminando al jeep: los cuatro neumáticos desinflados. Los cuatro. Y lo primero que pensé ‘esta vieja weona me cagó porque no le compré las flores…’ Me fui con todas las ruedas guateadas y les eché aire frente a la Embajada de Estados Unidos, en una bomba.

“Al otro día estaba en mi casa, en la tarde. Y me llama la Victoria. ‘Hola, Arturito. ¿Te gustaron las ruedas anoche…?’”.