Glamorama

El caso de «La Jueza» que sigue remeciendo a Carmen Gloria Arroyo una década después

Autor: Cristián Farías R. / 2 junio, 2024

«Qué fuerte», exclamó Carmen Gloria Arroyo al recordar el caso que la hizo llorar y abrazar al demandado, pidiéndole perdón a nombre de la sociedad entera. El caso de Don Benancio, de 60 años, que en 2014 dio una lección de humanidad y bondad que remeció a la abogada y rostro y la sigue conmoviendo hasta hoy.

En Podemos Hablar lo rememoró:

«Ese caso me sigue remeciendo, Don Benancio. No se me ha olvidado nunca su nombre. Esto fue muchísimo antes del estallido social, muchísimo antes de que se hablara descarnadamente en los medios de comunicación de ese Chile que a veces ocultamos, que a veces invisibilizamos.

«Don Benancio llega al programa demandado por su nuera por pensión alimentos, porque el hijo (un hijo que Benancio reconoció su ser su padre) no pagada una pensión de alimentos. El era el abuelo. Y los periodistas del equipo empiezan a investigar y se dan cuenta, y yo me entero ahí, en el programa, con las imágenes, que Don Benancio tenía dos hijos con discapacidad severa, mayores de 40 años.

«Que vivía en condiciones paupérrimas, ni siquiera precarias. Vivía en una pieza sin piso, sin luz. Que levantaba a sus dos hijos en la mañana y los llevaba a un lugar de cuidados durante el día. El salía a recoger metal y cartón en la calles, los vendía y le alcanzaba para vivir. Y además estaba enfermo de cáncer.

«Se produjo una reacción natural tan hermosa. Se llenó de donaciones para Don Benancio. Se pudo construir nuevamente su casita, una casita más digna. Llegaron refrigeradores, lavadoras. Le dimos una nueva oportunidad.

«Y tuvimos una parte dos, donde don Benancio nos volvió a emocionar. Porque cuando le preguntamos cómo se sentía, qué iba a hacer con todas las cosas que había recibido, él dice ‘resulta que me llegaron tres refrigeradores, yo necesito uno y quiero donar los otros dos, quiero donar la otra cocina que me llegó’.

«El en un estado de necesidad total, pensando en favorecer a otros que estaban peor que él. Y ese es el minuto de reflexión que nos dejó esta tremenda historia de Don Benancio. Lo que hago, al bajar del estado y abrazarlo, fue pedirle perdón por la sociedad en que estamos viviendo, que somos incapaces de ver al que sufre, al que está tan mal, al lado nuestro, pero lo invisibilizamos. Construimos carreteras con muros para no verlos. Vivimos en otros barrios para no saber que existen. Pero existen. Ahí están».