Pamela Díaz quiso prohibirle al periodista Hugo Valencia que la nombre, ni siquiera «en un asado», y castigarlo con $ 1,5 millón cada vez que lo haga
«Vamos a llevar el juicio hasta el final», advierte el abogado de Pamela Díaz en el diario LUN. Porque la ex modelo de 43 años se enojó tanto con las bromas que hicieron Hugo Valencia y Adriana Barrientos en el programa Zona de Estrellas, que se querelló por injurias y calumnias con publicidad y pidió cárcel.
Todo partió con un breve video de Daniela Aránguiz y Luis Mateucci en Perú, cuando estaban encerrados en el reality de Canal 13 Tierra Brava. Según Aránguiz fue una grabación interna donde alguien violó el que era una cosa íntima, no para ser publicada, y lo publicó en Perú.
En las imágenes que duran unos segundos Aránguiz le dice a Mateucci: «La Pamela metía hasta marihuana para adentro del reality». Entonces se asumió que Daniela hablaba de Pamela Díaz, quien también estaba en Tierra Brava. Ahora Aránguiz asegura que no hablaba de Pamela Díaz, sino de otra Pamela…
El video se viralizó en Chile y salió en los espacios de farándula, como Zona de Estrellas.
En el programa de la señal cable Zona Latina repasaron el breve video y, así como lo hacen con otros temas, tiraron la talla durante un buen rato. Se evidenciaba que eran bromas, humor, entretención, todos reían con frases como «¡el cartel de ‘La Negra’!», «¡La reina del sur!», «¡similitudes con Pablo Escobar!».
En medio del leseo -siempre referido a cannabis- también especificaron, de manera seria, que la ex modelo no consume marihuana.
Pero Díaz no se rio.
Panelistas han dicho que la chica reality habría perdido un par de auspiciadores y se querelló. Antes del juicio se intentó llegar a un acuerdo. Pamela pidió disculpas públicas y exigió que Hugo Valencia no la nombre nunca más durante tres años. La prohibición también corre para Adriana Barrientos, pero para ella son cinco años.
Valencia explicó en el diario LUN: «Esto significaba que yo no podía mencionarla ni en un asado, ni decir que ella era la animadora de un programa. De hacerlo debía pagar un millón y medio por cada vez».
El reportero y Adriana se negaron. «Yo soy periodista y en mi trabajo estoy llamado a informar. No podía aceptar la conciliación que me ofrecían porque en la práctica significa dejar de trabajar en los medios», explica el profesional que ahora irá a juicio.