Raquel Argandoña tenía una túnica de malla metálica Versace. Luciano Bráncoli le dejó la pura pollera y le cosió un top con escote hasta el ombligo. Aunque a Raquel la bajaron a pifias de la Quinta Vergara, ese 1981 en Chile se habló más de su tenida que del mismísimo traje de novia de Lady Di.
La diva estaba atacada. No sabía qué ponerse. Hasta que le mostraron un modelo de encaje transparente. A Cecilia Bolocco se le encendió la mirada. Lo acompañó con una tanga ínfima y se lanzó campante a la gala de Viña 2007. Mató.
Ella lo calificó como "un look muy distinto". El resto del mundo lo llamó "el traje lámpara de Francisca García-Huidobro". Le faltó solo la ampolleta, dijeron los pesados.
La "Tía Sonia" Fried se hizo conocida por el símil cuero, el estampado, el vuelo, floreado y dorado. Pero en la gala de Viña 2013 los críticos le pidieron otra cosa y hasta la mandaron a bajar de peso. Feo.
La trataron de mala onda, mala leche, poco solidaria, malvada, atroz. Todo porque a Vane Borghi se le ocurrió ponerse en un evento el mismo diseño ecológico de H&M que había usado Kathy Salosny en otra alfombra roja.
Ese febrero Marlen Olivari andaba mal. Llorando por los pasillos. En plena crisis matrimonial. Y apareció en la gala de Viña con una versión de pastelería de la Scarlett O'Hara de Lo Que el Viento Se Llevó.
En 2012 Javiera Acevedo llegó a una premiere con un trozo de jersey ajustado con diversos y enormes orificios en toda su extensión. "¿Vanguardia o atentado a la moda?", reflexionaban los portales, shockeados.
Cuando la joven Vesta Lugg comenzaba a llamar la atención como nuevo rostro de los eventos, apareció con un enterito tipo piel de jurel. Hasta ahí le llegó la carrera como "bien vestida".
"¡Están hablando puras tonteras!", contestaba Pancha Merino cuando ya tenía varios meses embarazo y anunciaba matrimonio. Entró a la iglesia con una inmensa falda arrepollada blanca que Rubén Campos le hizo para disimular.
"Marcelo Ríos pasó la prueba de la blancura", tituló La Tercera por el matrimonio del tenista y la costarricense Giuliana Sotela, en diciembre de 2000. El deportista entró a Iglesia Santa Ursula de blanco inmaculado, igual que su padre y la novia.