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Famosos a los combos

Autor: admin_copesa / 16 marzo, 2015

“¡Qué ganas de pegarle un aletazo! ¡Ahora vai a poner que ‘Kike Morandé me quiso matar’! ¡Erí una lata!”, grita el patrón de Morandé con Compañía rodeado por dos reporteros que zumban con preguntas sobre su legendario affaire con Cecilia Bolocco.

 

Arturo Longton fue detenido tras una riña con periodistas que no le dieron tregua. Arturo Ruiz-Tagle corrió como enajenado por las calles de Bellavista perseguido por un enviado del cotilleo que insistía en chantarle el micrófono como fuese.

 

Los famosos patalean, se desfiguran y se transforman en Hulk frente a los noteros faranduleros que los rodean, siguen y disparan como si los escándalos de prensa rosa fueran el caso Penta. Insisten como ningunos. Hasta que a la estrella se le olvida lo del “personaje público” y arrasan a garabato limpio, su puntapié y ocasional manotazo.

 

«Aparecen y te invaden de la nada con la cámara y las luces, te las lanzan a la cara, encima tuyo y eso te provoca un rechazo”, reclama Longton. «Deberían respetar cuando uno no quiere hablar. Buscan más provocar que preguntar. Hacen teatro para la nota, te provocan para después decir que eres violento”, se queja Ruiz-Tagle. “A veces pasan el límite de respeto. Todos los seres humanos tenemos derecho a sentirnos libres, y esto te hace sentir preso”, reflexiona la nueva Kenita Larraín súper zen.

 

En las oficinas de Morandé ni siquiera quieren opinar, para evitar que cualquier opinión del dueño provoque nuevos rounds en plena calle. “Siempre hay un jefe que los manda a hacer este tipo de trabajo”, acusa Longton. Pero en Primer Plano ponen el grito en el cielo negándolo.  “Me interesa que mi gente llegue bien y no que el famoso les pegue”, asegura Rodrigo León, el mandamás de Intrusos.

 

La mayoría de los noteros combativos, a esos que el “Chino” Ríos subió y bajó y Argandoña trató de estrangular, juran que nunca recibieron tal orden.

 

La reportera Conty Ganem da un matiz. Ningún personaje la ha desplomado, ha pasado por todos los programas faranduleros y cuenta que “hace un tiempo los periodistas buscaban que la reacción mala, la pataleta, el grito, que los famosos se enojaran. Si lo lograbas, salían en el diario o te ponían de panelista. Era un reconocimiento, una medalla”.

 

Mientras que Pamela Díaz, siempre relax, da la solución  para parar la guerra: “Yo no reclamo, porque cuando uno quiere tener vida privada, la puedes tener de lo más bien y sin ningún drama. El hostigamiento sí, a veces es desagradable, sobre todo cuando es porque a ti te han pasado cosas negativas. Pero entiendo el trabajo de los periodistas”.