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El crudo relato de Carlos Tejos sobre el robo que protagonizó

Autor: admin_copesa / 10 marzo, 2015

El domingo 20 de julio de 2014, Carlos Tejos terminó preso. El hombre, que se hizo conocido como periodista de espectáculos y farándula, fue acusado de robar desde una tienda de Providencia ropa y accesorios, todo avaluado en más de 300 mil pesos. Pero guardó silencio. Unos mensajes a través de su Facebook daban algunas luces a días de su detención. “Pronto sabrán por qué… muy pronto. Gracias a todos. Todo es comunicación de guerrilla”, comentó.

 

Hace unas semanas, reapareció. En compañía de Hernán Calderón, Tejos rompió el silencio. “Preocúpense de mi salud”, pidió en aquel instante, dejando en claro que sufría un trastorno de personalidad y una depresión no tratada que habría gatillado su reacción en el robo -VEA MÁS AQUÍ-

 

Y anoche, Tejos relató su verdad. En entrevista con Más Vale Tarde, de Mega, el periodista reconoció que sufre de depresión desde hace más de 10 años. Además, contó entre lágrimas los distintos dramas y conflictos que ha tenido que vivir a partir de aquella fecha, y reveló causas que lo llevaron a robar, apuntando a su delicado estado psicológico. Mire parte del diálogo con Álvaro Escobar:

 

Álvaro Escobar: “¿Cómo entiendes tú el episodio del 20 de julio de 2014?”.

 

Carlos Tejos: “Ese día, el 20 de julio, se conmemoraba el cuarto aniversario de la muerte de mi abuela María Corina, madre de mi mamá. Y ese día yo había tomado pastillas para intentar dormir. Había intentado tomar pastillas como del día viernes…”.

 

Escobar: “¿Tenías el hábito de tomar pastillas?”.

 

Tejos: “Erróneamente, sí. No lo hagan. No lo hagan…”.

 

Escobar: “¿Qué tipo de pastillas, Carlos?”.

 

Tejos: “Hay un producto que es ‘caliente noche, caliente día’… Tiene un componente”.

 

Escobar: “Sí, clorfenamina”.

 

Tejos: “Y ese componente empecé a tomarlo no uno, sino dos, tomar, tomar, tomar, tomar… Ya después no te hace efecto. Uno se las arregla cuando no puedes dormir y son las cinco de la mañana, cuatro de la mañana, y sabes que al otro día tienes que estar despierto a las 7 y media como lechuga. Y uno como puede se las rebusca. Y vinieron otros, otros, en mayor cantidad. Pero volviendo a esos días, yo recuerdo que estaba acostado desde el día viernes, porque estaba muy agotado.

 

“Bueno, yo estaba tomando, despertando metiéndole como los cabros, que toman energizantes. Entonces, la pastilla para dormir y ‘tate’, para despertar (la energizante). Y ese día yo me iba a encontrar con una de mis mejores amigas, que se llama Alda, y hacía mucho frío. Nos íbamos a tomar un café, porque ella se daba cuenta que yo estaba como encerrado. O sea, no tenía fobia social, pero no salía a ningún lugar. Me dice ‘vamos a tomar un café cerca de donde yo vivo, caminemos por Lyon. No andemos en auto, caminemos y vamos a una cierta parte donde a esta hora se puede fumar’. Y como hacía frío, me avisó que no se podía, pero yo dije que no podía ser tan débil, tan cobarde. Yo mismo tengo que darme fuerzas… Y fui. Y yo –te vas a reír– tengo dos cosas para subirme el ánimo: cortarme el pelo, como ahora, o comprarme aunque sea una cosita. Cualquier cosita que me sirva: un libro o un compacto, o comprarle algo a mi mamá, para mi hermana, o una planta. Una chuchería. 

 

“Entonces yo dije: ‘voy a ir a lo que está más cerca’. Los pantalones, cuando uno vive solo, uno se las arregla y los deja así, los cuelgas, los estira un poquito así (hace un gesto con las manos) porque aún no sé planchar. Entonces dije ‘ah, me voy a comprar otro pantalón’. Yo -te lo juro viejo y se los juro a ustedes (audiencia)- salí caminando medio ‘apambichado’, como digo yo, no sé si semánticamente significa lo que quiero decir, pero como atontado, con el piso más abajo. Y yo me recuerdo después en el calabozo. 

 

Escobar: “¿No recuerdas nada de lo que hiciste?”.

 

Tejos: “Mira, para que te des cuenta. He podido reconstruir la historia después con mi hermana, que ni siquiera me acuerdo que después me fue a ver a la Comisaría. Allí yo me sentía con esa luz plata, torturante. Ya veía que aparecía la gente de la policía secreta. Un miedo atroz. Toda la noche una luz acá (Pone sus palmas sobre su cara) y todo gris. Pero para que te des cuenta del estado de disociación mental en que estaba por el efecto de tomar estas cuestiones: compré dos pantalones, viejo, y eso en ninguna parte se dijo ¡Iguales! Otros dicen ‘no, te cargaron’. Pero a mí lo que me ha dicho la psiquiatra: ‘Carlos, no sufras más. Ya has sufrido montones”.

 

Escobar: “¿Lo que tomabas tenía algún efecto hipnótico?”.

 

Tejos: “Yo, pastilla que me decía que era buena, me la pasaban…”.

 

Escobar: “¿Las mezclabas con alcohol?”.

 

Tejos: “Sí, pero no así como tómate todo el alcohol, sino que como ya no hacían efecto, cerraba los ojos, el trago, para adentro (la pastilla)”.

 

Escobar: “¿Lo habías hecho antes?”.

 

Tejos: “Esto es un un crescendo, viejo, porque uno no se da cuenta. Del 2004 (que sufre depresión). Más de 10 años”. 

 

Escobar: “Carlos, y lo que llevas a tu vida, al final de cuentas, la vida despierta en ‘vigilia’, muy entre comillas ¿No te parece un poco de sueño? Despiertas en un calabozo…”.

 

Tejos: “Yo despierto en un calabozo, y ni siquiera tan despierto, porque entre una música –que la detesto y no voy a decir qué tipo de música–, la bulla, el que a cada rato me fueran a decir que afuera estaba la prensa; el hecho de que fueran a mirar a cada rato y digan ‘ah, ese es el Tejos, el que salía en la tele’… Me sentía como un chimpancé al que iban a observar. Yo debo agradecer, sí, a Carabineros de Chile, a quienes yo les pedí y les dije ‘por favor, manténgame solo’. No se lo doy a nadie. Ni siquiera una hora de pérdida de tu libertad, con una luz gris, ploma, con la que hasta el día de hoy sueño. Me quedé como marcando ocupado

 

Escobar: “¿Dormiste allí? ¿Alguien te llevó pastillas? “.

 

Tejos: “Yo no quería avisarle a nadie, pero el oficial, no sé cómo será la nomenclatura jerárquica, le decía ‘no quiero que llamen a nadie’, porque no quería causar un dolor. Estaba tan trastornado, loco, tan ido, dividido, ¡imagínate! Dije ‘no le avisen a nadie’. ‘Es que usted tiene que avisarle a alguien’, me dijo… Te desnudan y te revisan todo, de una forma que considero poco humana, poco fina, poco respetuosa del otro”.

 

Después, escucha una carta que le escribió su amiga Alda, pidiéndole perdón por “no haber estado allí en el momento que lo necesitaba”. Tejos se pone a llorar.