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La Leo de MasterChef se quebró al desclasificar su peor drama

Autor: admin_copesa / 9 abril, 2015

La niñez de Leonora Saavedra, unas de la finalistas de MasterChef Chile, fue un infierno. Así lo relató en Más Vale Tarde. La cocinera amateur desclasificó los difíciles momentos que vivió hasta los nueve años. 

 

Su padre la golpeaba, mientras que su madre no hacía nada ante la violencia que debía soportar de su progenitor. Leonora contó que fue su hermano quien la rescató. Reveló, además, que nunca pudo reconciliarse con su papá, quien falleció. Mire parte del diálogo con Álvaro Escobar en el late de Mega:

 

Leonora: “Mi papá era muy machista, muy a la antigua y, entre comillas, ‘no me dejaba ser. Me reprimía mucho. Yo era llevada a mi idea. Fui muy rebelde con él”.

 

Álvaro Escobar: “¿Te pegaba?”.

 

Leonora: “Bastante… (Llora) Es un episodio que no me gusta recordar mucho… porque yo desde chica, desde que tengo uso de razón, hasta como los nueve años, viví todo lo que era violencia”.

 

Escobar: “Hasta los nueve… nueve años es mucho tiempo”.

 

Leonora: “Para mí fue mucho.

 

“Pero yo en el fondo entendía a mi papá, porque pensaba que era normal, o sea, dije ‘debe ser así, el papá tiene que tratar así a la hija’… Fueron momentos muy crueles”.

 

Escobar: “¿A tus hermanos los trataba así igual?”.

 

Leonora: “No recuerdo… no”.

 

Escobar: “¿Ellos eran mayores que tú?”.

 

Leonora: “Sí, yo era la número seis. Y a mis hermanos, no”.

 

Escobar: “¿Y por dónde crees tú que viene ese sentir que es ‘normal’? A tus amigas y tus amigos, que tenías en ese momento, ¿tú veías que sus papás les pegaban?”.

 

Leonora: “Es que cuando chica no tenía amigas. Me acuerdo que cuando iba al colegio, era del colegio a la casa, era desordenada en el colegio. Yo siempre he dicho: era como el ‘patito feo’ de mi familia. Puedo ser fea, y todo lo que digan, pero por ejemplo mis hermanos son blancos, medios rubios, y yo decía ‘bueno, será porque soy así, la más negrita’. Pero para mí era muy normal.

 

“Mi papá, en vez de decirme ‘buenos días’, me decía ‘buen correazo’. Esa fue mi vida de infancia”.

 

Escobar: “¿Cómo reaccionaban tus hermanos, Leo?”.

 

Leonora: “Mis hermanos mayores ya se había ido de la casa, ya tenían su familia hecha, y los otros no se metían, por miedo a mi papá”.

 

Escobar: “¿Había alguien en ese momento, que tú recuerdes, que te protegiera? Alguien que no le pareciera normal lo que estaba pasando contigo”.

 

Leonora: “Mi hermano mayor”.

 

Escobar: “Él atinó…”

 

Leonor: “Él atinó y me rescató”.

 

Escobar: “La mamá, ¿cómo reaccionaba?”.

 

Leonora: “No hizo nada. No hacía nada. Todo lo contrario, decía ‘pégale, porque no puede romper las cosas’, ‘dale’… Yo pensé que era normal. Pero mi hermano me rescató, a los nueve años. A los nueve años, la Leo fue libre.  ”.

 

Escobar: “Si uno sigue con la idea del ‘patito feo’, el ‘patito feo’ descubre que es un cisne, y que era el cisne más bonito del mundo. Usted dice que a los nueves años se hizo libre. Descubriste que eras un cisne hermoso”.

 

Leonora: “Sí, volé… Pero como te digo, Álvaro, yo, a los nueve años, fui libre, volé y empecé a vivir lo que era una familia de verdad. Yo no sabía lo que era la familia. La familia, uno piensa, que son los golpes, los maltratos. Me daba rabia. Cuando grande lo analicé y cree un rechazo hacia mi padre y mi madre”.

 

Escobar: “¿Qué es para ti ‘encontrar una familia’? Tu hermano mayor es el que te rescata ¿Te lleva con su familia?”.

 

Leonora: “Sí. Estaba casado hace poco, no tenía hijos, y fue como entre comillas la ‘hija adoptiva’ de él… Me enseñó a comer, me enseñó a comportarme, y me enseño buenas costumbres, buenos hábitos. Me enseño todo. Y gracias a él, soy lo que soy ahora, la Leo, una mujer guerrera y esforzada”.

 

Escobar: “¿No volviste a tener contacto con tu papá o tu mamá?”.

 

Leonora: “Los contactos con mi papá y mi mamá era esporádicos, durante los fines de semana, cuando íbamos con los hermanos a visitarlos. Pero para mí era un suplicio… Yo tenía miedo que mi hermano me dejara allí”.

 

Escobar: “¿Se lo contabas a tu hermano?”.

 

Leonora: “Sí. Me decía ‘tú estás conmigo y listo’. Pero yo era la primera en subirme al auto, ponerle seguro, y esperar a irnos.

 

“Creo que para mis papás también fue un alivio. Ambos ganamos. A mi papá se le fue este ‘cachito’.

 

“Aparecieron amigos, gente. Mi hermano me enseño todo, todo, hasta lo más íntimo”.

 

Escobar: “Se recompone en algún momento la relación con tu mamá y tu papá?”.

 

Leonora: “No, no… Mi padre murió, harán unos 15 años. Lo fui a ver porque mi mamá me llamó. ‘Tu papá está agonizando’. Hacía mucho tiempo que no lo veía a él, y fui a su lecho de muerte porque se estaba muriendo. Mi papá no sé de dónde sacó ganas, pero se sentó en la cama y me dijo ‘¿qué cresta tú haces aquí?’. Y yo le respondo ‘lo mismo me pregunto yo’. Y salgo de mi pieza y me fui a trabajar, y me avisan que mi padre había muerto”.


Escobar: “¿Lo sentía como tu papá?”.

 

Leonora: “No. De hecho, en el entierro, estaban mis hermanos tirados en el cajón llorando por él, mi mamá, y yo estaba en una tumba detrás mirando como una simple espectadora.

 

“Llegó un momento, Alvarito, que yo me cuestioné y dije ‘no debo haber sido hija de este hombre’. Te lo juro. Yo dije ‘no me tinca ¿Por qué no me da ese lazo?’. Hay un dicho que dice ‘la sangre tira’, y no estoy hablando anda en contra de mi mamá, pero no sé qué pasó en eso”.