La defensa de Michelle Carvalho a que existan modelos de todas las tallas
La dictadura de las modelos súper flacas y perfectas pasaron de moda. Hace rato. Hoy lo que lo lleva es la diversidad en todo sentido. Diversidad de género, color de piel, contextura. Así lo dictó el medio más influyente del mundo en cuanto a moda y estilo: La revista Vogue estadounidense.
En la portada de marzo, uno de los dos números más importantes del año, y que esta vez contó con más de 500 páginas, la publicación dirigida por Ana Wintour llevó a ocho modelos top todas diferentes. Diferentes tallas y colores de piel.
Allí está la estadounidense Ashley Graham, de 29 años y medidas 96-96-116. O la londinense de origen ghanés Adwoa Aboah, de 25 años, quien fundó Gurls Talk, un movimiento feminista de apoyo a chicas inseguras como ella, que nunca se sintió cómoda son su look. Tanta inseguridad la llevó a las drogas y a un intento de suicidio.
En Chile Michelle Carvalho es otra maniquí que ha tenido que luchar contra los estereotipos luego de que perdiera su figuras ultra delgada y perfecta. La brasileña que vive en Santiago ha recibido comentarios, bromas y críticas desde entonces. Pero Michelle no se ha cohibido y ha convertido su nueva talla en una bandera de lucha.
El fin de semana la ex chica reality llegó a Lollapalooza con un muy buen look –MIRE AQUI LOS MEJOR Y PEOR VESTIDOS DE LOLLA EN 35 FOTOS-. En el festival rockero conversó con Glamorama sobre las críticas a su apariencia:
¿Cómo enfrenta las críticas por su apariencia?
Michelle Carvalho: “Uno cuando ya es figura pública, te tienes que bancar hartas cosas. Pero va en uno tener la cabeza fuerte, que no te afecte. Como en mi caso, no me afecta mucho. Hay que mirar de quien viene la crítica”
Son bien violentos a veces…
“Sí, pero ni siquiera doy atención, sinceramente. No es algo en que me estoy fijando todos los días”
Aprendió a dejar de lado la crítica.
“Sí. Ni siquiera lo veo. No le doy importancia. Encuentro que eso buscan: que les des importancia. Hay que hacer oídos sordos”
Ya no se “calienta la cabeza”, como se dice…
“Por supuesto”.