Glamorama
Raquel Argandoña contó episodio inédito en Bienvenidos. IMAGEN: CANAL 13

Raquel Argandoña desclasificó inédita historia de «adulterio» con Eliseo Salazar

Autor: C. Z. / 1 junio, 2018

Raquel Argandoña y Eliseo Salazar protagonizaron uno de los matrimonios más recordados de los años 80. La noche del 10 de marzo de 1984, la “Quintala”, vestida de blanco estilo, y el entonces piloto Fórmula Uno tenían como testigos de su boda a 15 mil curiosos fuera de la Iglesia San Francisco y a todo el resto del país, que siguió las alternativas del enlace por diarios, revistas y televisión.

El matrimonio duró casi tres años. Y terminó en medio de un escándalo por una supuesta infidelidad de Eliseo y presuntos “balazos al aire” en la casa “lila” que ambos compartían, de donde Raquel lo echó.

Sin embargo, la relación también comenzó en medio de un escándalo. La propia Raquel lo desclasificó este viernes en Bienvenidos. La panelista confesó que conoció a Eliseo cuando él estaba casado con María Eugenia de Diego, su primera mujer, en 1982. Y el ex piloto de Fórmula Uno la dejó por la “Quintrala”, en un episodio que ocurrió mientras ambos estaban radicados en Londres.

Vea el relato completo de Argandoña:

Raquel Argandoña: “Cuento corto. Salimos una semana y él me dice ‘me voy de viaje, me voy a vivir a Londres. ¿Te quieres ir conmigo?’. ‘Pero cómo me voy a ir contigo, si ni te conozco’. ‘Bueno, entonces me voy a casar’. ‘¡Cásate poh!’, le dije yo. Yo no creía que se iba a casar. Y al otro día sale en La Tercera ‘Eliseo Salazar se casa’, con la primera mujer. Yo no lo podía creer.

“Se fueron, pero igual me seguía llamando. Me decía ‘ay, que me gustas’ y todo. ‘Pero si tú te casaste’. Le dije ‘si tú tienes interés en mí, nunca te cases por la iglesia, porque yo me voy a casar de blanco’. ‘Ya, perfecto’. Y me viene esa onda, señora, que quiero estudiar inglés. Entonces alguien me metió en la cabeza, yo era top en ese momento, era la conductora de noticias de 60 Minutos. Y dije ‘voy a Londres a estudiar inglés’. Me matriculan en el Internacional House, que estaba cerca de Piccadilly. Maravilloso. Usted comprenderá que el Internacional House lo únicos ingleses eran los profesores, porque habían griegos, brasileños, argentinos, españoles.

“Fui dos semanas a este Internacional House, y el subdirector me dice ‘¡Raquel!, si yo vivo hace treinta años acá en Londres, ¿cómo estás?’. Era el subdirector, el que da los diplomas. ‘Yo te conozco de Sábado Gigante, cuando voy a Chile’. Y como a las cuatro de la tarde empieza la neblina, el frío, señora, atroz, y eso que yo vivía en un departamento en Hyde Park.

“De repente tocan el timbre y me dicen ‘te buscan’. Me asomo. El Mercedes Benz del Eliseo. ‘Raquel, te vengo a buscar’. Me subí al Mercedes. Fantástico. Se me quitó la depresión. Me llevó a conocer Londres. Pero Eliseo estaba casado. Eliseo estaba casado. Pero si ya soy una mujer adulta. No le vendo pomadas a nadie. Entonces Eliseo me dice ‘estamos mal, me voy a separar’. Ya, bacán. ‘Nos separamos con mi mujer’ y me dice ‘¿por qué sigues arrendando este departamentos? ¿Por qué no te vas al mío?’, en Oxford Street. ¡Señora, la papa misma! ‘Ya poh’, dije yo, ‘me voy, me voy’. Vivía con una española. Le dije ‘¿querí ahorrar? Ándate al departamento del Eliseo’. Le dije ‘¿te estas separando?’, ‘sí, me estoy separando’. ‘¿Tú señora?’. Y me dijo que la señora se había ido a otra parte, pero no estaba en Londres. Y él se iba a correr a la Fórmula Uno en Canadá.

“Ya poh, yo me instalé en el departamento del Eliseo. Regio. Pero cometí un solo error, señora. ¿Adivine? ¡La nana que le hacía el aseo a Eliseo y su señora quedó en el departamento. Error fatal. Eso es cuando uno no tiene experiencia. Yo era joven. Y nosotros con mi amiga estábamos ahí. Teníamos unos amigos griegos maravillosos. Muchas lucas esta gente, nosotros juntábamos las lucas. Siempre tocaban el timbre y mi amiga española me decía ‘abre, es la mujer del Eliseo’. Y eran bromas poh. Le decía ‘estai chistosa’ y era el conserje.

“Y hasta que un día, esto no lo he contado nunca, de verdad que no lo he contado nunca. Entonces tocan el timbre y nadie abría. Entonces mi amiga va y me dice ‘anda a abrir, que es la señora del Eliseo’. Y yo abro la puerta, yo regia, abro la puerta y era ‘misses Salazar’. Tú sabí que allá es la libreta la que manda. Yo era adúltera, la conviviente. Llega con el conserje. Y yo, digna hasta el final. Decía ‘¿qué hago aquí? ¿Y cómo si la iba a hacer pasar? Si era su casa.

“El conserje me dice ‘miss Salazar’. Entonces ella me dice ‘hola’, ‘hola’, digo yo. Entonces me dice ‘¿qué haces tú en mi casa?’. ‘¿Perdón, tú casa?’, ‘si, está es mi casa. El contrato dice ‘mister and misses Salazar’. Yo no cachaba mucho inglés, pero eso lo entendía clarito. Mi amiga española, que cachaba menos inglés que yo, porque los españoles sí que son duros para el inglés, le digo ‘no te preocupes, que esto se va a solucionar’. Y yo pensando en mis maletas. Ella me dice ‘tienes que desocupar el departamento’. Le digo ‘okey’, porque no iba a molestar al Eliseo, que estaba con el cuento de la Fórmula Uno y toda la cuestión. Y yo no me iba a ir con las cajas de cartón. Me dice ‘te doy dos horas, ‘no, dame cuatro’. Perfecto, digna, con la cola entre las piernas, yo, la Raquel Argandoña.

“Muy bien. Y mi amiga me dice ‘¡te lo dije!’, porque los españoles son hinchapelotas. ‘Te lo dije que aquí las leyes son las leyes’. Cuento corto. Mientras se iban las maletas, yo tenía un autito aquí de Fórmula Uno (collar). Me dio tanta rabia que lo corté, pero no lo boté. Lo guardé. Y yo ‘¡cómo me arriesga a este cuento!’. Ríanse nomás, pero para mí fue terrible, ¡terrible, terrible! Pero ya va a venir la venganza. Y le dije ‘mira, te la voy a hacer corta. Yo no tengo ningún interés en tu marido, jamás te he querido quitar a tu marido, solamente –mira, qué atroz– yo lo quiero de contacto para conocer otros pilotos, pero a mí no me interesa uno chileno’. Y ella me dice ‘no puedo creer que mi marido confía en ti, una mala mujer’. Y le dije yo ‘te la hago corta, no te preocupes’. Pero le dije una cosa: ‘Esta me la vas a pagar’.

“‘Two hours’ era lo único que me decía. Yo cachaba que eran dos horas, pero necesitaba cuatro. Y a cada rato me mostraba el misses y mister Salazar del contrato. Okey, cierro la puerta, yo hago mis maletas y decía ‘qué atroz, qué vergüenza’. Llovía torrencialmente, más encima, y habíamos dejado el departamento. No teníamos dónde ir. Llamo a mis amigos griegos. Llegan en un Mercedes convertible, pero no nos cabían las maletas. Tomamos un taxi y nos fuimos al departamento de un amigo. Mi amigo, muy amigo será, pero si llegan dos minas a vivir al departamento, uno tiene que pagar con algo. Pero eso, señora, no lo hice. Confianza, confianza…

“Llamo a Eliseo después de que corrió. ‘Mira lo que me ha pasado, atroz’. Entonces me dice ‘yo llego a solucionar el problema’. Eliseo llega a Londres, desde Canadá. Había terminado, no en el primero ni el segundo, pero había terminado la carrera. Me dice ‘¿tu autito?’, ‘¡se me perdió el autito!’, a uno le regalan la cuestión para colgarse, se me perdió, pero lo tenía guardado. Y me dice ‘¿y este departamento donde estás?’, ‘de mi amigo griego’, y me dice ‘¿cómo llegaste acá?’, ‘mi compañero del Internacional House’. Y le dije ‘yo no me voy a ir de acá, porque en tu departamento está tu mujer’. Y entonces me dice ‘no te preocupes, yo hoy día la mando’, y tengo de testigo a Alejandro Schmauk, ‘la mando a Chile’. Muy bien.

“Llovía, llovía y llovía. Y antes de irme, del ‘two hours’, le dije ‘como que me llamo Raquel, tú de aquí vas a salir y yo voy a entrar’. ¡Y yo humillada con las maletas, bajando y lloviendo! Por eso uno nunca tiene que fijarse en hombres casados. Llovía, llovía, llovía y me pasa a buscar Eliseo. Yo espero en el auto mientras ella bajaba y la llevaban al aeropuerto de vuelta a Chile. El mismo día, porque él llegó en la mañana. Fue el mismo día. Alejandro Schmauk le había comprado el pasaje. Y yo estaba sentada en el auto, en el Mercedes del Eliseo. Entonces yo veo y el Eliseo abre la puerta del edificio. Sale ella con las maletas, y dije ‘yo aquí me bajo, me mojo, pero este numerito…’. Entonces me bajo y le digo ‘te vas, poh’. Y ella le dice ‘¿cómo te puedes quedar con esta mujer, si esta mujer dice que te está utilizando’, dijo la verdad que yo le había dicho. Y le digo ‘cómo le vas a creer, si está despechada?’. Y era verdad lo que ella le estaba diciendo.

“Usted, señora, puede pensar que yo soy mala, pero a mí me desalojaron de ahí. ‘Qué lata’, le dije, ‘pero que tengas un buen viaje a Chile’. ¡Y se vino para Chile y después yo me casé de blanco!”.