Glamorama
Jean Bohus junto a Ingrid Cruz, Coté López y Lisandra Silva, algunas de sus numerosas "musas". FOTOS DE ARCHIVO CEDIDAS

La inédita historia de Jean Bohus, el nuevo estilista favorito de las famosas

Autor: Francisca Varela / C. Farías / 5 septiembre, 2019

Hace rato que no había un peluquero estrella chileno como Jean Bohus, el estilista musculoso, tatuado y de mirada intensa que se ha convertido en el favorito y adorado de un buen grupo de estrellas de la televisión –VEA LA VERSION IMPRESA DE ESTA NOTA EN EL DIARIO LA CUARTA-.

Desde Ingrid Cruz a Pancha Merino. Eugenia Lemos y Camila Recabarren. Coté López, Lisandra Silva, Michelle Adam, Belén Soto. Cristián de la Fuente, Bruno Zaretti o Pancho Saavedra. La clientela famosa de Bohus es interminable y basta mirar su Instagram, @jeanbohus, para entender por qué.

Jean es experto en color. Un gran colorista. En sus videos y fotos muestra el proceso y los resultados. Maneja a la perfección técnicas como el balayage o los babylights, entre otras. Las caras de felicidad de Millaray Viera o Cata Vallejos posando con sus melenas espléndidas lo ratifica.

De look, pasa por un artista más. Es muy invitado a eventos, donde sus tenidas que mezclan materiales llamativos y un toque rudo contrastan con una personalidad muy suave y amable.

Pero nada de lo que es ahora pasaba por la cabeza de este chico, hijo de militar, nacido en Santiago y criado en la zona de Chuquicamata, en medio de un ambiente «donde era todo muy machista».

DE IQUIQUE A RIO DE JANEIRO

Terminó la enseñanza media y a los 17 años se fue de la casa a estudiar Kinesiología a Iquique. Allí comenzó un largo periplo donde todo se resumía a sacrificarse para sobrevivir, encontrar un camino y armar una vida.

«Desde entonces trabajé de barman, garzón, de todo lo que me permitiera solventar los estudios… Limpiando mesas, baños, recogiendo escombros, en call centers. O sea, cuando tú dices ‘no, esas pegas ni muerto las hago’, yo las hice porque lo necesitaba», cuenta.

No terminó la carrera y, a los 21 años, volvió a Santiago para seguir rebuscándoselas, sin haber descubierto aún algo que realmente le apasionara. «Me había ido bien, había logrado sacar mi departamento a 50 años, que tú dices ‘me voy a morir y todavía no lo pago’. Tenía una relación súper estable y una vida tranquila, pero era monótona», dice.

Trabajaba de vendedor en la tienda Diesel del Costanera Center, hasta que el deseo de algo más ganó. Jean vendió todo y se fue a Río de Janeiro, una ciudad cara en la que vivió en un hostal para mochileros donde trabajó a cambio de alojamiento.

Fue en Brasil donde vino la luz. Explica que allá «cuando iba a fiestas me fijé en los tipos que estaban en los VIP. Empecé a investigar qué hacían y la mayoría eran estilistas, maquilladores, doctores o diseñadores. ‘Parece que el mundo de la belleza tiene algo que no me he dado cuenta y que realmente genera un capital’, pensé».

SIN ESTUDIOS NO HAY GLORIA

El veinteañero se matriculó en el Instituto L’Oréal Professionnel. Complementó esos estudios con varios cursos de peluquería, «porque para poder trabajar debes que estar certificado por la Escuela de Estilistas de Brasil. No es como acá, que da lo mismo si estudiaste», señala.

Le fue bien. Tenía pasta y pronto logró integrarse a los salones de Celso Kamura, una celebridad del estilismo brasileño. «De los cuatro años que estuve no tuve ningún día libre. De lunes a lunes, nunca paré», comenta Jean, quien seguía con la rutina de hasta tres trabajos diarios para mantenerse.

Con los estudios terminados, el chileno pensó probar suerte en México, pero antes regresó a Santiago por lo que serían solo un par de meses. «Y cuando volví me di cuenta que no había nada de cultura de color de pelo, de estética capilar. Subía al Metro y sentía que estaba muy apagado todo», recuerda.

Aquí se integró a los salones del famoso Sebastián Ferrer y a los tres meses su trabajo llamó la atención de figuras de la televisión y redes sociales. La primera que se la jugó por él fue Eugenia Lemos. «Ella no confiaba en nadie y confió en mí.  Hasta el día de hoy trabajamos juntos y hemos hecho mil cambios, tenemos una relación ya casi ‘matrimonial'», bromea.

TRATO PERSONALIZADO

Muy luego se corrió la voz sobre el talento de Bohus y, con la notoriedad que le dio Lemos, llegaron los chicos y chicas reality en su momento peak, cuando los programas de telerealidad de Mega marcaban altos ratings. «Tomé a todos los chicos más populares y obviamente que de la mano de ellos me hice de una popularidad», afirma Jean sobre los inicios de su exitosa y rápida trayectoria.

Junto con el conocimiento, la marca del profesional es su buen trato. «Yo ahora tengo un estudio y mi público en general es de trato personalizado. Todo es con horas pactadas (a través del Instagram @bohushairofficial) y los trabajos de color los hago 100% yo. Junto con ello, tengo un equipo muy afiatado con el cual logramos resultados óptimos. Y no hay diferencia entre clienta y famosa. Para mí son iguales», asegura sobre las bases de un estilo ya reconocido.