Francisca Ayala cuenta su historia con su marido Hotuiti Teao: «Me pidió matrimonio tres veces…»
«Yo estaba pololeando cuando lo conocí». Así comenzó el relato de Francisca Ayala sobre su relación de más de doce alos con Hotuiti Teao, con quien se casó, formaron una familia y hoy viven en Rapa Nui.
La modelo, comunicadora y deportista grabó un capítulo de La Divina Comida hace mesese, el cual fue emitido el fin de semana en Chilevisión.
En el programa Ayala se refirió a diferentes temas, entre ellos su historia y con el ingeniero comercial y también ex modelo:
“Voy a decir. Yo estaba pololeando cuando lo conocí. Lo miraba, lo miraba. No pequé, pero lo miraba, nos mirábamos. Y como trabajábamos en algunos desfiles, él animaba, pero no así como una química guau, sino que nos mirábamos.
“Un día le tocó a él animar un evento en La Serena y yo tenía que ir también, y a mí me dejó el avión. Me devolví y me dijeron que ‘Hotuiti se va por tierra, así que ándate con él’.
«En ese entonces ya estábamos conversando un ratito. A las dos horas estábamos hablando de la vida y a las tres horas hablábamos de todo. Enganchamos altiro.
“Empezamos a salir como amigos. De a poquitito estaba despachando… De a poquito. ‘No eres tú, soy yo’, ¿han cachado? Hasta que ya no había nada que hacer y nos lanzamos a la vida”
Pauline Kantor, también protagonista del mismo capítulo de La Divina Comida: “¿Cuánto tiempo pololearon?”
Ayala: “Pololeamos dos años y de ahí ya nos casamos. Me pidió matrimonio tres veces. Lo que pasa es que la primera vez me lo pidió para Navidad. Casi me morí. Nosotros llevábamos como ocho meses nomás. Y en ocho meses no estaba preparada como para un matrimonio.
«Me dijo ‘este es un momento de unión’, pero no me dijo ‘cásate conmigo’. Estábamos todos así, expectantes, toda la familia. Le dije que ‘muchas gracias’. Me regaló el anillo.
«La segunda vez fue para mi cumpleaños. Debe haber pensado ‘no le llamé mucho la atención’. Después me regaló una roca gigante, así una cuestión. Fue a la segunda. Y tampoco. Él no me decía ‘cásate conmigo’. A lo mejor no se atrevía.
“Y la tercera vez, cuando ya me pide matrimonio, fue en la isla y hablaba mucho ese día. Yo solo lo escuchaba y lo escuchaba, pero estaba tan enamorada, y decía ‘pucha, ojalá nos vayamos luego al auto’, porque estaba muerta de frío.
«Llegamos a la punta y me dice ‘bueno, este es uno de los lugares favoritos míos de chico, me encanta este lugar, lo amo’. Y se empieza a arrodillar. Me dijo si me quería casar con él. Fue súper lindo”.