Glamorama
Javiera Suárez, fallecida el año pasado, y Cristián Arriagada, en una foto de 2016.

El doctor Cristián Arriagada y la lucha de Javiera Suárez: «Lo primero que había que hacer era interrumpir el embarazo… Para ella no había ninguna posibilidad de que Pedro no naciera, y así fue”

Autor: C. Z. / 7 agosto, 2020

El doctor Cristián Arriagada ha realizado transmisiones en vivo por instagram donde comparte orientaciones en medio de la pandemia de coronavirus, responde preguntas y relata vivencias con su esposa Javiera Suárez, la periodista que falleció en 2019 debido al cáncer.

Hace un mes el cirujano plástico se contactó con el espacio que Angélica Castro transmite en vivo por el instagram de Velvet donde habló de temas como su inicial timidez en las redes sociales, el libro que está escribiendo y la persona que lo ayuda en la casa y con su hijo Pedrito Milagros -que en octubre cumple cuatro años-.

También relató como fue el momento en que supieron que Suárez estaba embarazada y, días después, le diagnosticaron cáncer. Estas fueron las palabras del profesional:

Cristián Arriagada: “Nosotros nos casamos y una de las cosas que más queríamos los dos era tener una familia, tener hijos. Y la Javiera los quería tener así, ya, ansiósamente. Nos casamos y fue como ‘ya’ y yo como ‘espérate’. Era como para ayer.

“Pasaron los meses. Nosotros nos casamos en octubre, nos fuimos de luna de miel, volvimos de las vacaciones y a la vuelta del verano dijimos ‘ya, vamos’. Me acuerdo que fue como en mayo. Un día lunes ecografía. Y como tengo la suerte de ser doctor, todos los doctores eran conocidos, amigos, era como una experiencia taquilla. Estaba con mi amigo doctor haciendo la ecografía, ‘mira, ahí está la guagua’, celebrábamos los tres con el doctor, nos sacábamos fotos.

“Pasaron cinco días. Hicimos otra ecografía en el edificio de al lado y la doctora que hace la ecografía me llama, yo estaba en el pabellón, corro y me dice ‘esto no se ve bien. 50% de que es cáncer’. Y quedamos los dos así como ‘no te puedo creer, hace cinco días estábamos en este otro escenario’. Una semana después diagnóstico. Efectivamente cáncer, con la biopsia.

“Una semana después teníamos el informe de tres o cuatro centros de Estados Unidos de primer nivel de tratamiento del cáncer, informe por escrito que me había conseguido a través de amigos. Les tomamos todos los exámenes, los cuales tres o cuatro coincidían que lo primero que había que hacer era interrumpir el embarazo, porque no había ninguna experiencia en relación a estas drogas nuevas y mujeres embarazadas. De hecho, en Estados Unidos las condiciones para entrar en el tratamiento era interrumpir el embarazo.

“Y ese es uno de los momentos en donde yo te digo que uno actúa un poco desde acá y tiene que ver con tu formación, con tus principios, con lo que aprendiste en la vida. Y te lo juro que ni para ella ni para mí, por razones similares o distintas, nosotros nos miramos y una de las primeras decisiones que tomamos fue ‘vamos a ser todo lo que nos digan, pero no vamos a interrumpir el embarazo deliberadamente. Si esto pasa, pasa y lo aceptamos, pero no lo vamos a hacer nosotros. Vamos con todo contra el cáncer, pero nosotros nos ocupamos de esto otro’.

“Y con la Javiera nos pusimos bien mateos. Y la lectura mía era pensar que, si yo perdía a Pedrito en el camino los perdía a los dos porque la motivación de ella para dar esa lucha está súper anclada en Pedro y en este sueño de tener un hijo. Para ella no había ninguna posibilidad de que esto no pasara. No había ninguna posibilidad de que Pedro no naciera. Y eso tiene que ver con la creación de maternidad, de como nosotros creamos nuestra propia realidad en base a lo que pensamos y, por ende, cómo nos comportamos y dónde ponemos la energía.

“No había ninguna posibilidad de que Pedro no naciera. Y bueno, así fue. Pedro nació de 30 semanas. Y corríamos por los pasillos con la cama, con alarma de parto, porque Pedro estaba con las contracciones bajas y la Javiera que me miraba sin entender lo que estaba pasando. Yo le decía ‘usted calladita, que vamos al pabellón’.

“Y yo empujaba la cama, porque el proceso en que se demoró, corríamos por la clínica. Fue agotador. Fue de las cosas más heavy que me ha tocado vivir en mi vida. La Javiera, sin duda, lo hizo posible. Si hubiera sido por mí… Yo tenía demasiadas dudas. Desgraciadamente mi mente de doctor, que te asalta constantemente, tenía dudas, y la Javi me decía ‘Cristián, esto ya está, acá estamos y esto va a pasar’. Y yo decía ‘bueno, vamos, vamos’, y empujábamos para adelante.

“Y nació y fue impresionante. Nuestro doctor en Estados Unidos era como mandarle fotos. ‘Esto es real’. Y nos decía ‘podemos contarle esta historia a nuestros pacientes en Estados Unidos’. Y era como ‘por favor, cuéntensela’.

“Y yo creo que es importante decirlo, porque la mente y el cerebro tiene una capacidad y un set up bien optimista, pero todas las cosas que valen la pena en la vida, fueron seis o siete meses del terror. No había ningún día en que no pasáramos algún susto. Y eso es importante transmitirlo, porque nada en la vida que valga la pena se hace fácil. Y todas estas cosas requieren de convicción, de trabajo, de estar ahí, de creérsela y empujar, empujar y empujar.

“Y ahí está, anda corriendo el milagro y haciendo puros desastres. Es un milagro que no tenga más chichones en la cabeza, porque aterriza de cabeza día por medio (ríe)”.