Glamorama
Alejandra Fosalba y Lars Jaederlund en un evento en 2013 en una foto de Communicarte.

La historia de amor de dos décadas de Alejandra Fosalba y su marido el arquitecto Lars Jaederlund

Autor: Fran Varela / 10 septiembre, 2020

«Llevo harto tiempo, llevo como 20 años con él. Heavy. Yo era bien inestable emocionalmente, pololeé mil veces y duraba nada, tres meses con suerte. Con algunos pololos duré más, con uno duré un año y con el otro tres años. Y sería todo».

Así comienza el relato de Alejandra Fosalba sobre la historia de amor con su marido, el arquitecto Lars Jaederlund, con quien tiene dos hijas.

La actriz se conectó hace unos días con el espacio que Martín Cárcamo emite en vivo por instagram.

Fosalba se refirió a lo que fue su extensa relación laboral con Canal TVN, al difícil panorama para los actores en medio de la pandemia de coronavirus y el cumplir 50 años, entre otros temas.

En tanto, el relato sobre su esposo continúa de la siguiente manera:

“Yo quería esa estabilidad. Después también entendí que cada uno tiene su proceso. Pucha, si no eres estable cuando chica, no lo eres nomás. Y después en algún momento encontrarás esa estabilidad. Y la encontré, ya estoy acá y aquí me voy a quedar”

Martín Cárcamo: “Tu historia de amor es bien particular, porque tú conociste a tu marido y después pasaron como ocho años que no lo viste y te lo encontraste en la calle”

Alejandra Fosalba: “Esa cuestión fue rarísima. Lo que pasa es que en mi época de inestabilidad emocional lo conocí a él en una… ¿Te acuerdas en Viña del Cocodrilo? ¿Fuiste alguna vez?”

Cárcamo: “Fui muchas veces”

Fosalba: “Fuimos un día con Cristián de la Fuente, el Guido Vecchiola y la Araceli Vitta a Viña. Y ellos se pelearon, la Araceli con Cristián, porque estaban pololeando y se pelearon, y con el Guido nos quedamos ahí, nosotros queríamos salir a carretear.

“Finalmente logramos llegar al Cocodrilo, estuvimos bailando, qué sé yo. Y de repente me saca a bailar un rubio alto con el pelo hasta acá, así medio rockero. Empezamos a conversar, yo dije ‘igual bien’. Seguimos bailando, súper amoroso. Y finalmente me dice ‘oye, dame tu teléfono’. Y yo le digo ‘ok, pero anda a dejarme primero, a mí y al Guido, al hotel donde estamos, porque no tenemos cómo volver. Ahí te doy mi teléfono’. Nos fue a dejar y le dí mi teléfono.

“De ahí salimos como tres meses, no pasó nada, absolutamente nada, hasta que se me declaró. Y yo, esta emocionalidad extraña que tenía, dije ‘ay, no sé’. Cuento corto, me cambié de casa”

Cárcamo: “¿Pero como que te dio miedo, dijiste ‘no es el minuto’?”

Fosalba: “Sí, no sé, algo me pasó, como que dije ‘no, demasiado estable este gallo, no sé si es lo que quiero. Me asusté’. No sé qué me pasó, no lo he analizado. Pero sí me acuerdo que justo coincidió con un cambio de casa y acuérdate que no había celular”

Cárcamo: “¿Él te pidió el teléfono de tu casa?”

Fosalba: “Obvio. Y si no había celular, cuando yo me fui de mi casa perdió el contacto conmigo, porque ya no tenía el mismo teléfono en mi casa nueva.

“Perdimos el rastro, pasaron como ocho años, pasaron muchas cosas entre medio, y un día me despierto y me acuerdo de él. Pero te lo prometo, me despierto y digo ‘¿qué será del Lars?’. Porque se llama Lars, igual es un nombre bien especial.

“Entonces dije ‘¿qué será del Lars?’, y llamé al Guido y le dije ‘¿te acuerdas del Lars?’, y me dice ‘sí, ese rubio, que loco, que simpático era’. ‘Sí, que simpático, que loco’. Listo. Y a los dos días me encuentro con él en la calle. Te lo juro.

«Yo estuve bailando ene de tiempo, porque era bailarina también, entonces estaba ensayando y después de los ensayos me fui al Tavelli del Drugstore. Me fui a comer un helado con mi gente, estaba con el helado ahí me acuerdo y me encuentro con él. Te juro que fue… Hasta el día de hoy piensa que estoy loca, porque lo vi y… (grita). Imagínate, llega una mina, te encuentras con ella y te dice… (grita).

“Entonces quedó así como ‘¡¿qué pasó?!’. Y yo le digo ‘es que no lo puedo creer. Me acordé de ti hace dos días’. Y me dice ‘¿en serio?’. ‘Te lo prometo. No puedo creer que me haya encontrado contigo’.

“Y ahí como que lo mire y lo miré con otros ojos altiro. Dije ‘mmm…’ No sé, era el momento. Esas cuestiones como del destino, de la vida, del universo, de Dios, no sé. Pero fue así, ¡pum!

“Ahí me dio su teléfono, lo llamé yo, me la jugué  como no me la había jugado antes. Me la jugué, lo llamé, estuvimos conversando y después empezamos a pololear, después viajamos y etc.”