Leo Caprile: «Este año se puso definitivamente muy difícil, no hay plata en los inversionistas, en los avisadores, hay que adaptarse y buscar nuevas maneras…»
“He estado preparando algunos proyectos, dando algunas charlas; estoy preparando cosas para la tele, ya no para este año, sino que para el que viene. Este año se puso definitivamente muy difícil, no hay plata en los inversionistas, en los avisadores, hay que adaptarse y buscar nuevas maneras», afirma Leo Caprile.
El animador de 61 años se contactó, hace un mes, con el espacio que Naty Chilet emite en vivo por Instagram.
Caprile se refirió a cómo -debido primero el estallido social y luego a la pandemia- se cancelaron todos sus proyectos.
La segunda temporada de Juego Contra Fuego, su espacio en Canal 13, se suspendió durante el otoño, y también debió poner en pausa su emprendimiento en su parcela de Curacaví.
Esta fueron las palabras del conductor:
«Hago eventos virtuales, en 360, con un grupo de pantallas que es como con público, interactivo, que aplauden, que hablan, que comentan. Se pueden hacer ceremonias de premiación, aniversarios de empresas, hasta fondas, hay un formato ‘arena’ donde un artista puede dar un recital. Todo pasa por adaptarse y uno no puede estar ajeno a ese fenómeno”
“Nosotros tenemos una parcela acá cerca, en Curacaví, iban mis hijos, se criaron prácticamente, las vacaciones, los fines de semana. Les hice cancha de fútbol, tiene piscina, quincho, un bar. Y empezaron a fallarme, que la polola, el frío, el wi fi, que tengo esto, tengo un partido. Siempre había una excusa para no ir.
“Muchos amigos me decían ‘me gustaría celebrar aquí mi cumpleaños’. Al principio presté la parcela, fue puro cariño para los amigos, y alguien me dijo ‘¿por qué no rentabilizamos esto? En un formato bien acotado’.
“Muy de boca a boca empecé a convocar grupos de directores de empresas, que son diez, doce personas, les ofrecía transporte y un rico almuerzo, lo que me pidieran. Una vez me pasó con unos señores de una empresa óptica, eran como 14 personas, porque eran los directores más las secretarias, el gerente y alguien más, y me dicen ‘queremos comer pantrucas’. Hice un tremendo ollón de pantrucas. Por supuesto que les tenía empanaditas, choricito, unas picaditas ricas, buen vino y se repetían las pantrucas. Y se pone a llover. Entonces el fogón prendido, el campo, los arbolitos, el pasto y no se querían ir.
«Esa fue la primera experiencia con un grupo acotado y después se me ocurrió hacer una terraza, una explanada. Ahí empecé a recibir grupos grandes, que van en estos mesones de picnic entremedio de la parcela, con sombras, como un quincho extra, una glorieta donde hay un horno y barro y asador. Hago fogatas, hago cordero, hago asados, asado al palo. Me piden curanto y hacemos curanto. Puedo recibir hasta unas 70 personas, eso me obligó a hacer camarines. De a poco fui creando un negocio que el año pasado se fue a las pailas.
“Imagínate, tenía 18 reservas entre el 18 de Septiembre y finales de diciembre. Fiestas de empresas, paseos, con piscina incluida, y después me viene el estallido social. Me quedé sin ninguna pega, por lo que este año empezamos a reinventarnos, a redecorar, ponerle más empeño en algunas cosas. Estamos esperando que haya luz verde para poder hacer estos eventos, hasta 50 personas al aire libre ya es razonable.
“Las jornadas de trabajo eran muy entretenidas. Un bus los iba a buscar a las empresas, llegaban al recinto, tomaban desayuno de campo, les hacíamos churrascas con unos huevos revueltos en enormes fuentes, jugos de fruta, queso fresco. Tomaban desayuno y hacían su reunión. Terminaba la reunión y había un almuerzo, que era lo que habían pedido, por lo general el asado chileno, lleva el choripán, la empanada, el buen trozo de carne y un salad bar. Después de eso quedaban tirados, dormían un rato y luego la siguiente parte de la reunión.
“Tipo 6 de la tarde había un servicio de una once campestre con unas tortas maravillosas que hace una señora del sector, con quesito. Y a las 7 tomaban el bus y se venían a Santiago. Y así empezamos a funcionar y nos fue bien.
“Ahora por el tema del Instagram hay mucha gente. Una preparación tiene 12 mil vistas. Piensa que el 1% quiera comerlo o probarlo, entonces estoy pensando hacer una suerte de ‘club de comida’.
“A mí me confían muchos emprendimientos, me piden que por el Instagram les tire una manito y eso tiene su recompensa. Estoy comiendo gratis, me mandan mariscos, pasteles, pan. La gente es muy agradecida y uno tiene que ponerse a disposición de ellos también, de entregarles algo. Te mentiría si diariamente recibo menos de 15 ó 20 solicitudes y de repente uno no da abasto.
“Quizás más adelante abrimos alguna página, algún medio o sistema para poder ayudarlos más. Pero el tema del emprendimiento me pegó muy fuerte porque tengo que ser empático: a mí me pasó también. Sufrí una parálisis de mi proyecto que me tenía lleno de entusiasmo, tuve que postergarlo, es un congelamiento en los ingresos, en la actividad por lo menos de un año”.