«Me equivoqué harto…», cuenta Monserrat Alvarez sobre el camino que recorrió para descubrir su vocación periodística
«Fue un encuentro casual, pero por suerte se dio”, dice Monserrat Alvarez sobre el entrar a estudiar periodismo luego de un extenso período en que se dedicó a otras cosas.
La coanimadora de Contigo en la Mañana se contactó hace un par de semanas con Domingos Dominicales, espacio que se emite por YouTube, donde se refirió su familia, sus períodos en la música, el canto y la carrera de Historia y a episodios de su carrera televisiva, entre otros temas.
Sobre sus deseos de ser alcaldesa de Providencia declaró que se trata de «un sueño… Para cuando la televisión me abandone o yo me sienta superada por los años y las arrugas en pantalla».
En tanto, este fue su relato sobre cómo descubrió su vocación periodística:
“Me puse a estudiar guitarra clásica e igual me aburrí. Cada vez que yo iba a cantar un festival, porque después empecé a cantar en festivales, me ponía afónica y me ponía muy nerviosa, entonces desistí.
«Me ponía afónica cuando tenía que cantar mis temas de la Celeste Carballo con una amiga, que cantábamos juntas, y lo pasé mal. Y la guitarra clásica que tampoco me entretenía tanto, entonces empezó a caer por su propio peso.
“Yo nunca quise estudiar periodismo. Yo quería ser historiadora. Siempre me gustó la historia y quería ser historiadora. Y te lo juro que nunca en la vida se me pasó por la mente ser periodista. Jamás.
“Llevaba estudiando historia tres años y caché que andaba media deprimida, esta cosa que era para dentro. Me iba al archivo nacional a hacer un trabajo y lo pasaba bien, después me pasaba a la biblioteca del congreso a tomar leche con lúcuma al Bar Nacional. Pero era un trabajo muy solo y muy para adentro.
«El mundo de los historiadores era muy intelectual, muy erudito, y al principio me acomplejé, me vino una cuestión para adentro y no hablé mucho en los dos primeros años. Si bien me empezó a ir súper bien en historia, entré media acomplejada, y me iba bien de notas y todo.
“Y ahí de repente mi mamá me dijo ‘¿por qué no pruebas y haces carrera paralela con periodismo?’. ‘Ya’ le dije y di la prueba especial y quedé. Ahí me acuerdo de una escena en clases, había pasado como un mes, igual era un poco ingrato, porque yo llegué y no tenía curso en periodismo; tenía ramos de primer año, de segundo y de tercero. Entonces tampoco tengo un curso en periodismo, tengo mis súper amigas que finalmente me las hice, pero no pertenezco a una generación.
“Y me acuerdo haber estado en una clase y de repente levanté la mano, dije una cosa que pensaba y me echaron tallas. En ese tiempo andaba en moto, me decían ‘ella, la fiera radical’, porque había una teleserie. Dije una cuestión y de repente unos compañeros ‘¡bravo!’, y sentí que me había vuelto la personalidad, que había vuelto a ser yo. Me había olvidado de mi esencia metida en los archivos de historia.
“Fue súper casual y no pensado el estudiar periodismo. Pero me reencontré con mi personalidad, que es trabajar en grupo, que es sociable, que es habladora. Fue un encuentro casual pero por suerte se dio”