«Se me acercó el tipo y le mandé un combo… Entré en locura. Corrí y salté sobre el auto de ellos, arriba del techo, ¡pah!»: la «mocha cellejera» de Pancho Reyes
“Uno de ellos agarró un camote y se lo lanzó a uno de los vidrios de mi auto, a mi pequeño auto. Entonces ahí entré en locura», cuenta Francisco Reyes sobre la única «mocha callejera» que ha librado en sus 66 años de vida.
El protagonista de teleseries clásicas y premiadas películas participó en el último capítulo de Podemos Hablar y este fue su referido relato en el estelar de conversación de CHV:
“Habíamos estrenado recién una película, una de mis primeras películas. Había mucha euforia, adrenalina. Además, era de esas películas que uno hacía con mucho esfuerzo, con pocos recursos. Por lo tanto era una gran cosa.
“Habíamos ido a un restaurante a celebrar y a la salida, yo tenía un autito chiquitito, un Citroën antiguo. Estaba el muchacho que cuidaba los autos y yo de verdad, desgraciadamente, no tenía ningún mango, ninguna moneda. Fue una circunstancia que a veces suceden. Ni moneda ni billete, nada. Me habían invitado y andaba sin plata. Estamos hablando de las primeras películas.
“Le pedí disculpas y todo. Pero llegó otro personaje, que venía del restaurante y estaba medio copeteado, como que haciéndose el choro. Me echó un poco la choreada y le dije ‘compadre, desgraciadamente no tengo’ y me fui. Pero ellos me siguieron en el auto.
«Llegamos a una luz roja, una avenida importante, y empezaron a empujar para que me pasara la luz roja. Pelúo poh. De repente me corrí y me fui, como que traté de arrancar y me siguieron. Me metí en una calle contra el tránsito. Dije ‘me meto por aquí y no me siguen’. Y me siguieron nuevamente.
«Entonces fue una persecución como de cuatro cuadras hasta que dije ‘esta cuestión hay que pararla’. Paré, me bajé del auto, ¿y qué pasa? Se me empezaron a acercar amenazantes, y me acordé de algún instructor de alguna vez, cabro chico, que ‘el que pega primero, gana’. No era tan cierto…
“Se me acercó el tipo. Apenas lo tuve cerca, le mandé un combo… Donde llegara. Y el otro venía detrás. Entonces ya empecé a pedir ayuda. Pero no había nadie. Era de noche. Me fui retrocediendo por la calle mientras se acercaban. Les gritaba, porque me hacía el choro también, les gritaba ‘¡ya, pero de a uno! ¡De a uno!’.
“Y uno de ellos agarró un camote y se lo lanzó a uno de los vidrios de mi auto, a mi pequeño auto. Entonces ahí entré en locura. Ellos le mandaron el pencazo al auto y se fueron, se subieron a su auto y comenzaron a irse. Corrí y salté sobre el auto de ellos, arriba del techo, ¡pah!. Loco. Ese fui yo.
“Bueno, ahí ellos partieron. Me di un ‘mortal’, caí parado y les dije ‘chao’ (ríe)… Pero ha sido mí única mocha callejera. Y fue hace muchos años”.