«Fui abusada desde muy chica… Me hicieron creer que era mi forma de ser la que provocaba», cuenta Fernanda Urrejola
“Fui abusada desde muy chica, a los siete años fue la primera vez. Y eso quedó oculto en mí. No sabía qué tanto eso afectaba. Y después me pasó con diferentes hombres, en otras muchas ocasiones mientras iba creciendo, y eso lo fui normalizando, como que era algo que los hombres eran así. Ahí desarrollé unas depresiones, unas cosas muy intensas de cosas que no sabía ponerles nombre».
Este fue parte del testimonio que Fernanda Urrejola entregó en De Tú a Tú.
La actriz que se hizo conocida en teleseries como 16, 17 y Mujeres de Lujo vive desde hace cinco años en Los Angeles, Estados Unidos, donde logró papeles en las series Narcos: México, de Netflix, y en Party of Five.
Hace un año Urrejola contó en su Instagram su pololeo con la directora de cine Francisca Alegría.
En tanto, la intérprete ha compartiendo anteriormente que sufrió abuso sexual y cómo salió adelante. Esta fueron parte de sus palabras ahora, en el programa conducido por Martín Cárcamo en Canal 13:
“Tuve crisis a los 16, espantosas, intento de suicidio. Pero, a la vez, era la niña que siempre estaba sonriendo. Mi mejor amiga del colegio, que hasta el día de hoy le pido perdón por lo que debe haber sufrido ella, porque fue a la única persona que le dejé una nota oculta. Y ella, cuando la encontró, no podía entender nada, porque tampoco yo demostraba que era depresiva”
Martín Cárcamo: “¿De qué edad estamos hablando ahí?”
Fernanda Urrejola: “Dieciséis, 17. A mí me molestaban en mi casa porque era la llorona, la que todo le afectaba”
Cárcamo: “Cómo puede ocurrir un abuso de una niña de siete años en un entorno familiar controlado con cariño, con papás que la quieren, además yendo a un club a hacer deporte, estar en un colegio que le iba bien, que todo el mundo la cuida. ¿Cómo ocurre eso? Explícame el contexto”
Urrejola: “A mí me pasó que mi mamá también sufrió abusos. En realidad nueve de cada diez mujeres. Es muy común. Y niños también, niños hombres, muchísimos. Y mi mamá nos trató de proteger muchísimo. Pero quizás, como ella no lo podía verbalizar, como no podía asumir lo que le había ocurrido, son cosas que se traspasan y uno queda vulnerable a eso.
“Yo pasaba mucho rato sola en la Católica (donde practicaba natación) y mi primer abusador fue un mozo que era mi amigo. Yo no sabía separar esta amistad de lo que estaba correcto o no. Me sentía incómoda, pero era mi amigo. Había toda una mezcla de…”
Cárcamo: “Esa ambigüedad que ocupa el abusador para hacer sentir que no es algo malo, pero tú también te sentías incómoda”
Urrejola: “Y es muy complejo lo que ocurre después, cómo empiezas a desarrollar tu personalidad a partir de eso. Yo hoy en día no me identifico con eso. Puedo conversarlo, y me importa conversarlo porque es algo que ojalá todos podamos asumirlo, verlo, para que cambie realmente.
“La primera vez que lo hablé no se hablaba del tema. Fui súper criticada”
Cárcamo: “Me acuerdo. Como que poco menos que estabas usufructuando de una historia dolorosa”
Urrejola: “Claro, como que lo hacía para tener rating. Pero en ese tiempo ni siquiera existían mucho las redes sociales, y la cantidad de personas que se me acercaron para agradecerme”
Cárcamo: “¿Esto cuánto dura?”
Urrejola: “Tres años”
Cárcamo: “Tres años donde tú no le cuentas a nadie, asumes que es parte de la vida, una cosa así”
Urrejola: “Sí. Siempre he sido muy de tocar, de mirar a los ojos, de ser una persona súper cálida, pero también regalona. A mí me hicieron creer que ese era el gran problema, que yo hacía que los hombres, o sea que yo provocaba, era mi forma de ser la que provocaba. Pero yo tenía una lucha interna que, por un lado, les creía y tenía un autoestima por el suelo”
Cárcamo: “¿Pero quién te hacía creer eso?”
Urrejola: “Eso es lo que se dice, que si eres mujer no te puedes vestir de una manera, no puedes mirar tanto. En la tele, cuando recién entré, era como ‘ya, pero como que tú eres demasiado cariñosa’. Y yo como ‘¿eso puede estar mal?’. En el colegio lo mismo, ‘¿qué hiciste tú?’, cuando hablabas de algo. Era como ‘chuta, ya, ok. Como que yo tengo la responsabilidad por ser como soy’. Y no calza.
“Si es que yo tengo que ser de otra manera, no soy yo. Pero tenía esta lucha interna. Pero, por suerte, no me derribó y seguí siendo la persona que soy hasta ahora. Y hoy soy capaz de poner límites y de entender que, en realidad, no era mi culpa, nunca lo fue. Por lo mismo que fui más abusada, me pasaron tantas cosas de abuso después, porque tenía esa cosa que no iba a dar mi brazo a torcer”.