«Fui descubriendo cosas en mi pasado, en mi familia, en mi padre… Cuestiones que no resolví»: Julio César Rodríguez cuenta que estuvo con coaching emocional durante dos años
«Tenía muy buenas relaciones, pero no relaciones íntimas poderosas. Y aprendí a trabajarlo porque no es fácil», cuenta Julio César Rodríguez hablando por primera vez sobre el coaching que recibió durante dos años, a partir de 2017, dos veces por semana.
El animador de 51 años dio una entrevista y realizó una sesión de fotos en la revista SML, disponible de manera digital.
La dinámica de la conversación fue que personajes de diferentes ámbitos, desde Don Francisco al columnista de La Tercera Oscar Contardo, le realizaron preguntas.
A partir de una consulta del fundador de La Teletón, la periodista Lucy Willson, autora de la crónica, le preguntó por cómo proyecta al Chile de final de esta década. En su respuesta Rodríguez declara que «el país va a tener que consagrar una educación emocional tanto como la forma».
En ese contexto la figura del matinal Contigo en la Mañana, en Chilevisión, contó que «para no repetir patrones estuve coacheándome con dos personas distintas, con una fueron dos meses y con otra un año y ocho meses”.
Este es parte de su relato:
«Lo preferí a terapia porque no quería autoanalizarme, sino que aprender dos cosas en que sentía falencias: no repetir patrones de conducta y explorar en mí cosas que me hacían no generar relaciones íntimas con la gente que más quería. Tenía muy buenas relaciones, pero no relaciones íntimas poderosas. Y aprendí a trabajarlo porque no es fácil.
«Para mí ha sido un cambio de vida. Porque, a pesar de que soy profesional, educado, una persona culta, tengo miles de herramientas emocionales y habilidades blandas, ¡y me cuesta! Imagina al grueso del país que no cuenta con las posibilidades ni de ver lo que yo vi y decir: necesito ayuda para superar esto.
«Fue muy bueno, descubrí que para estar bien y sano hay que trabajarse emocionalmente. Ya no lo hice cuando niño, entonces me vine a trabajar de viejo. De grande empecé a preguntarme por qué era sí y por qué me molestaban ciertas cosas.
«Me molestaban los curados. Entonces, me fui apartando de la pareja que se curaba; si lo hacía, ella era lo peor del mundo. Si estaba en un lugar y veía muchos curados, me quería ir. Y me preguntaba por qué era eso, ¿qué hay en mí que genera esta situación casi fóbica?
«Fui descubriendo cosas en mi pasado, en mi familia, en mi padre… Cuestiones que no resolví, las metía bajo la alfombra, las ‘superé’ y le seguí dando. Hasta que lo resolví, hasta que viajé, hasta que hablé y hasta que encaré después de años. Cuando hice todo eso no volví a repetir el patrón».