Glamorama
Fernanda Ramírez en la teleserie Demente, en Canal 13.

«A mi padre lo conocí a los 16 años… Me dice ‘yo no puedo ser tu papá. Ya tengo mi familia. No pueden saber que tú existes'», relata la actriz Fernanda Ramírez

Autor: Equipo Glamorama / 23 agosto, 2021

“Quedé destrozada. Era como un segundo rechazo. Era en vivo, con el personaje ahí», recuerda Fernanda Ramírez sobre el primer encuentro con su papá, a quién conoció cuando tenía 16 años.

La actriz de 30 años que se hizo conocida en la teleserie Pituca Sin Lucas, en Mega en 2014, y hoy actúa en la nocturna Demente, en la misma estación, estuvo en La Divina Comida junto a María José Necochea, Renato Jofré y Agustín Pastorino.

En el programa de cocina de conversación en Chilevisión Ramírez relató la historia de con su padre ausente. Estas fueron sus palabras:

“Yo me crié con mi abuelo, mi abuela y mi mamá. Mi padre fue una figura ausente durante muchos años. Mi abuela es súper importante para mí porque es como mi papá, pero eso es algo que puedo decir hoy día después de terapearme, después de 30 años de patalear con la situación de no tener un padre.

“Cuando se enteró que mi mamá estaba embarazada se hizo al costado, versión de mi madre. Versión de mi padre, que conocí después, él intentó conocerme. Son de esas cosas que uno nunca va a saber finalmente cuál es la versión real.

“A mi padre lo conocí a los 16 años. Me acuerdo, chica, ya no estaba el papá, pero no era una cosa que me cuestionara. Ese cuestionamiento recién me lo empecé a hacer cuando me cambié a un colegio que era muy conservador y todos tenían a su papá y a su mamá. Y ahí empezó a repercutirme esta situación donde yo ‘la, la, la’. Y empecé a preguntarme de verdad ‘¿dónde estará mi papá?, ¿quién es mi papá?, ¿por qué no está?, ¿por qué no me quiso?’.

“Empecé con un tema no del abandono, sino que del rechazo, de sentirme rechazada por esta primera figura, que fue un tema que me persiguió años. Cuando empiezo con esta cuestión le pido a mi mamá conocerlo. Mi mamá me dijo que no quería. Accedió.

“Se concerta esta situación con mi papá. Nos vemos en un café en el centro. Nunca lo había visto. Y apenas yo vi a ese hombre supe que era mi papá. Me reconocí en su mirada. Y esa weá fue muy fuerte.

“Nos sentamos. Muy incómodo todo. Chica. Adolescencia. Me dice ‘¿cómo estai?’. Le digo ‘bien’. Me dice ‘¿por qué te querías juntar conmigo?’. ‘Quería conocerte, tu versión de la historia’. Y se pone a hablar weás de mi mamá malas, echándole la culpa a ella de no haber estado, que mi mamá lo echó siempre, que lo intentó, no sé qué…

“Y no encuentro nada mejor que decirle que ‘te encuentro un aweonao’. Y para finalizar él me dice ‘bueno, yo no puedo ser tu papá. O sea, si estás esperando que sea tu papá, eso no va a suceder. Yo ya tengo mi familia. O sea, no pueden saber que tú existes. A mí me queda la cagá en la vida. Olvídate de la idea de que yo podría ser como tu papá. Una relación así no la podemos tener. Ahora, si algún día tení algún problema, necesitai plata, no sé, tení mi número, llámame y lo conversamos’.

“Quedé destrozada. Destrozada, destrozada. Era como un segundo rechazo. Era en vivo, con el personaje ahí. Y esa cuestión me costó superarla muchos años, muchas terapias. Finalmente entendí que tenía que dejar de buscar esta aprobación de la figura paterna. Yo creo que ya cuando fui mamá empieza a cambiarse las cosas en mi árbol geneálógico.

“Yo tengo tres hermanos y sé de ellos. Los he sicopateado ampliamente. Pero ellos no tienen idea de mí. Yo aparezco en el certificado de nacimiento con lo que existía antes, del ‘hijo natural’, que son los hijos sin padres.

“Cuando mi mamá me iba a inscribir en el Registro Civil me iba a poner ‘Salazar Salazar’, que es mi segundo apellido, y la niña del Registro le dijo ‘no haga eso, le van a hacer bullying en el colegio, póngale el apellido que quiera’. Y mi mamá no encontró nada mejor que ponerme el apellido de mi padre. Pero no tengo ninguna relación legal. Cuando empiece a correr la ley que te permite dar vuelta el apellido, lo voy a hacer. Me voy a quedar con el apellido de mi abuelo”.