«No puedo dejar pasar a una mujer que me guste…»: el amor múltiple de Felipe Camiroaga
«No puedo dejar pasar a una mujer que me guste», declaró alguna vez Felipe Camiroaga. Y lo practicó. El Halcón de Chicureo, el Valentino de la televisión chilena, seductor de los matinales y regalón de las dueñas de casa fue un conquistador a quien pocas se le resistieron. Pololas oficiales, incontables romances, parejas en off y amantes eternas. Logró ingeniárselas para tener relaciones paralelas sin sospechas ni escándalos.
Todas fueron importantes en su vida y la mayoría aceptó con gusto la regla de privacidad absoluta, negando la relación públicamente y hasta enojadas, convencidas que este silencio dichoso era lo mejor.
Las recibía de cowboy con polera de manga corta y chupalla en su parcela con casa de madera y decoración artesanal, donde el carrete de fin de semana era un asado y guitarreos con temas de Silvio Rodríguez. Allí sacó a pasear a caballo a Kenita Larraín seguidos por el Santo y el Capitán y varios perros más.
Fue un romance entre ires y venires y tan secreto como su pololeo con Francini Amaral, la reina del axé con la que estuvo durante años en los cuales el anfitrión del Buenos Días a Todos desplegó su maestría en esconder el affaire y despistar a paparazzi y noteros de la farándula. Era un experto en confundir a la prensa del corazón.
«Si estuviera pololeando con alguien lo diría y no voy a negar que salgo con amigas y me gustaría estar acompañado», aseguró en uno de los numerosos momentos en que estuvo poli-acompañado.
Su relación con Karen Doggenweiler tampoco se supo. La periodista tomó de la mano a Camiroaga y lo impulsó a alcanzar uno de sus peaks en televisión. Le festejó todos sus chistes y bromas. Se mató de la risa con cada ocurrencia y salida del rostro en pantalla. Fue su partner en cada una de las locuras e ideas disparatadas. Apoyó todas sus batallas. Fue la incondicional, formaron la dupla maravilla de TVN y finalmente en 2002 pasaron un período juntos y sin decir palabra en los medios.
Kathy Salosny y Angélica Castro y otras fueron testigos de que a Camiroaga le fue imposible lidiar con la fidelidad o el matrimonio. «Me duele demasiado hacer sufrir. He buscado no hacer sufrir y no he terminado algunas relaciones en el momento en que debía haberlo hecho. No hay nada que afecte más que pedirle a una mujer que terminemos mientras ella me dice ‘te amo’ llorando», explicó.
«¿Por qué le gusta tanto a las mujeres? Porque es regio, encachado, bonito, varonil. Cariñoso, juguetón, divertido. Tiene todos los atributos», detalló una de las amigas del inolvidable animador que también tuvo sus «no». Como el que recibió de Tonka Tomicic.
Mujer estupenda, simpática y leal, pero que mantenía la distancia y siempre separó su trabajo de la vida privada, Felipe no pudo ocultar que estaba loco por ella y se le declaró.
Fue una de esas intensas promesas que hizo cuando creyó estar absolutamente enamorado. La quería y le propuso un acercamiento sentimental. Pero Tonka no sentía lo mismo y lo rechazó. Para el galán de TVN fue un golpe al ego. Simplemente no entendió.
A pesar de esa decepción siguió intenso hasta el final de sus días. Semanas antes de la tragedia tuvo un apasionado encuentro en el Hotel W con otra ex, visitó nuevamente a Kenita en su hogar, le envió por mensaje un «sé que estás en otra, pero te extraño» a Francini y pasó unos días con Fernanda Hansen en su fundo recién comprado en las cercanías de Chillán. «Te amo», le escribió a su pareja oficial previo a abordar el avión.