«Hice una manda. Desde ese día uso ropa interior naranja. Y lo voy a hacer hasta que ella aparezca…», dice Juan Falcón tras relatar su noche de pasión y misterio con desconocida a quien, asegura, sigue buscando
«O sea yo no vine aquí a webiar, compadre. Me dijeron una historia de amor de verdad, y ahí está mi historia de amor», respondió Juan Falcón ante las dudas en Los 5 Mandamientos sobre la veracidad de la historia con una desconocida.
El actor cubano de 56 años fue invitado al programa de conversación que Martín Cárcamo anima en Canal 13 junto a su amiga Katty Kowaleczko. Allí contó un episodio ocurrido con una mujer en Chiloé en el año 1999, durante las grabaciones de La Fiera, clásico de las teleseries chilenas en la que figura Falcón.
Esta es la transcripción de la conversación:
Juan Falcón: “Para mí es personal. Es algo que todavía me toca”
Martín Cárcamo: “¿Me estai agarrando pal chuleteo, o es en serio?”
Falcón: “Estoy hablando en serio. Para mí es complicado contarlo”
Cárcamo: “Pero cuéntalo. Tú estabas en La Fiera, en Chiloé, filmando, grabando… ¿De dónde es esta niña?”
Falcón: “Nosotros estábamos grabando La Fiera en Chiloé y ahí empezaron a dejar notas en la carpeta del hotel”
Cárcamo: “¿Notas que decían qué?”
Falcón: “’Hola, Juan… Yo te amo. Quiero estar contigo para el resto de la vida’. Firma: ‘Tu Media Naranja’. Era anónimo todo. No tenía idea quién era. Y así se fue repitiendo. ‘Eres exquisito. Hoy día te vi en la calle. No me pude aguantar. Estuve apunto de saludarte, pero todavía no soy capaz. Tu Media Naranja’.
“Nosotros íbamos a grabar una vez al mes y estábamos una semana, a veces dos semanas, y me llegaban cuando estaba grabando. Estábamos en la Hostería de Castro, un hotelito casa esquina bien bonito, y me llegaban esas notas después de la grabación. No tenía idea quién era.
“Un día llego, otra nota, y ya era una lata porque no sabía quién era. ‘Hola, Juan. Hoy día me gustaría ir a visitarte a las nueve de la noche. Tu Media Naranja’. Y yo dije ‘ya poh, habrá que jugársela’. Obvio.
“Terminamos de grabar. Me fui y me duché. Listo. Llovía como en Chiloé, una lluvia tremenda, con viento y todo. Y yo, veinte para las nueve, bajé en la puerta del hotel esperando que llegara la Media Naranja. Ella me dijo que se iba a encontrar conmigo en la puerta.
“Había un viento como esos huracanados, viste que llueve de lado en Chiloé. Llovía. Y eran casi las nueve y no pasaba nada, no llegaba nadie. Pucha, ella me había dicho en su última carta que era artista y que después de la función se iba a ir para allá. Y bajé y estaba esperando. El viento, la lluvia y todo, uno se asusta. La hostería está acá y la calle iba para abajo.
“Y me dicen ‘Juan, soy yo, tu Media Naranja’. Cuando me dijo eso, ahí dije ‘ya, se armó’. Empiezo a mirar, ‘¿dónde estai?’. ‘Aquí estoy’. Miro para abajo, ahí estaba porque se estaba mojando, y un pelo casi hasta el piso maravilloso, color naranjo, maravillosa. La miro, porque estaba medio oscuro, no había mucha luz y con la lluvia no se veía mucho, y una silueta maravillosa.
“Y ella estaba así ‘Juan, soy yo, tu Media Naranja’. Y me dice ‘vamos a tu pieza’, porque además se estaba mojando. Y era esa época en que los programas de farándula eran heavy. Entonces entrar con una niña al hotel era un escándalo. O sea Sergio Rojas limpiando el baño y te estaba mirando.
“Y le digo ‘ya, ¿y qué hacemos? Pero párate, ven, sube’. Y me dijo ‘no. Es que busca algo en qué entrarme’. Y ella se para, era chiquitita, y el pelo hasta el suelo, color naranjo. Era perfecta, maravillosa. Y me dijo ‘una maleta’.
“Créeme. Ella me lo pidió. Fui a mi pieza, boté toda mi ropa, la dejé más o menos ordenada y bajé con una maleta grande. Y va y me dijo ‘yo soy Yolanda’. Esa era mi media naranja. Y dijo ‘ya, yo me meto’. Y se metió en la maleta. Cerré el cierre y para adentro.
“Entrando por la puerta de la hostería de Castro. Entré con ella, ascensor. Y de repente sale Pancho Melo. Y a Yolanda parece que le dio hipo. Y yo no sabía qué hacer. Pancho Melo chismoso: ‘¿Tú dónde estabas?’. Y me hice un poquito el curao.
«Empecé como a imitar un hipo, ‘hip, hip. Es que mi cama suena…’. ‘Ah, vení puestón. ¿De dónde vení?’. Y con Yolanda en la maleta. Dije ‘se me va a ahogar acá y cagamos’. Se me ahoga Yolanda y no estaría contando la historia.
Cárcamo: “¿Estás contando una historia que es verdad? ¿Esto es de verdad?”
Falcón: “Te estoy hablando en serio poh Martín. Me engrupí a Pancho Melo. Y subimos a la pieza. Llegamos a la pieza y dije ‘voy a abrir el cierre’. ‘No, no abras. Baja las luces y yo quiero tomar vodka naranja’. Chuta, ya, y la abrí un poquitito para cachar. ‘No, no, yo termino de abrir’, porque tienen cierre por dentro también estas cuestiones.
“Bajé al bar. Busqué una botella de vodka. La dejé en la pieza. Bajé corriendo al bar. Había una discoteque abajo. Vodka. ‘Ya, compadre, después se la pago’. Subo, llego a la pieza, Martín, y estaba la cagá. Había velas, todo en penumbra, sábanas colgando del techo, como cosas de colores.
“Y ella estaba en la cama tapada. Se le veían brillos en la cara. Yo sigo pensando que pudo haber sido algo raro. Con su pelo naranja, largo, que la tapaba así. Y yo la miro, con la botella de vodka, y ‘ya, sírveme’. Ahí recién empezamos a tomar vodka naranja. ‘Yo soy tu Media Naranja. Quiero vodka naranja’.
“Empezamos a tomar unos tragos. Y empezó lo que es el amatorio, el sexo. Me fui encima después del primer vodka. Pero de verdad es la mejor mujer que yo… Era una máquina la chiquitita.
“Empezó aquello a media luz, pero era perfecta. Tenía un cuerpo perfecto, weón, el pelo… Ella decía que era artista y que trabajaba en un circo. Y que por eso había armado esa cuerda. Después, conversando, me dice que ella ‘hacía telas’ y era tragaespadas”.
Risas en el set.
Falcón: “Es que ‘tragasables’ es ordinario. Tragaespadas. Es que no quiero llevar a la ordinariez esto. Tenía todavía mi bandeja del almuerzo. Me hizo la demostración. Se comió el cuchillo, la cuchara, y una chiquitita de té. Viejo, se las tragaba. Y trabajaba en eso, tragaespada, y hacía telas.
“Viejo, haciendo sexo en aquellas telas. Martín, no te explico lo que fue. Fueron siete horas. Dale que dale… A esa carta le falta un pedazo. Yo la edité. Le saqué un pedazo. (Se refiere a una carta que, dijo, le dejó la mujer)
“Siete horas de arriba para abajo. Yo quedé loco. Y vodka naranja todo el rato. Es el mejor sexo que yo recuerdo en mi vida, en mi vida, de verdad, pero de verdad, maravilloso.
“Yo en un momento me morí, me dormí. Al otro día, ocho de la mañana, seguía lloviendo en Chiloé, yo despierto, la miro y no la veo. Ella no estaba. Había sangre, de verdad, había sangre, ustedes no me creen. Había sangre en las sábanas, tenía sangre en el cuerpo, en todos lados. O sea, fui mucho o se suicidó”
Risas en el set.
“O sea, era joven. Me la jugué con tutti y la dejé loca y no pudo aguantar esto. Yo lo primero que pensé que era una carta de despedida, que es esa carta que tú leíste, que le faltó un pedazo, que la edité y no quise mezclar. Busqué por todos lados, busco la carta, sangre por todos lados, yo cagado de susto. Dije ‘aquí me cociné para el resto de la vida’.
“La empiezo a llamar, empiezo a buscar en el baño había como confort con sangre. Tiritón. Dije ‘¿llamo a la producción? ¿Qué hago?’. Una maleta. Me iban a decir ‘¿qué hiciste?’. Y empiezo a abrir esta carta. Y el comienzo de la carta es ese, donde me dice que fue todo espectacular, pero que ella no podía seguir conmigo.
“Y me dijo ‘disculpa por la sangre, pero me agarraste la oreja cuando cerraste el cierre’. Oye, el lóbulo de la oreja sangra. Y todo en penumbras. Yo ahí respiré y nada.
“Empecé a buscar. Llamé a Miguelito, llamé a varios amigos chiquititos, y no había ningún circo funcionando en Chiloé. Ella desapareció para siempre. Después de esa carta no supe de ella.
«Yo, a partir de eso, hice una manda. Yo alguna vez en la vida la quiero encontrar. Hice una manda. Desde ese día uso ropa interior naranja. Y lo voy a hacer hasta que ella aparezca».
Hubo aplausos en el set y luego el actor dejó ver parte de sus calzoncillos en tono naranja.