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Chiqui Aguayo en una imagen tomada de la pantalla de Sigamos de Lagro, en Canal 13, en enero de 2021.

«Cuando vino la pandemia realmente quedó al descubierto que no hay nada de la casa que me guste hacer. ¡Nada…!», cuenta Chiqui Aguayo

Autor: Equipo Glamorama / 19 diciembre, 2021

“Yo tenía una leve intuición antes de que partiera la pandemia de que yo no era muy buena dueña de casa. No era mi mejor rol ese. Pero cuando vino la pandemia realmente quedó al descubierto que no hay nada de la casa que me guste hacer. ¡Nada!».

De esta manera partió una de las historias que Chiqui Aguayo contó en el último capítulo de Podemos Hablar que exhibió Chilevisión. Luego, la comediante detalló en tono de humor la situación en su hogar con la compra de electrodomésticos:

“Siempre uno tenía a una persona que le ayudaba, no se notaba tanto antes de la pandemia (que no era «muy buena dueña de casa»). Uno lograba vivir y no era tan terrible. Entonces lo primero que me compré fue la aspiradora inteligente.

“No sé cómo pasé tanto tiempo de mi vida aspirando. Porque veo ahora a la ‘Esperanza’, porque todo el mundo le puso nombre, que lo hace sola y digo ‘¿cuánto tiempo perdí aspirando?’. Esa compra estuvo buena.

“Después dije ‘ya, un lavavajillas’, porque nadie quería lavar los platos. Nosotros somos una familia chica igual, somos tres, pero igual se juntaban las cosas. Y me enteré que la guagua tiene que comer y había que todos los días cocinar, una cosa que a una la agobia. Todos los días cocinar. Todos los días lavar.

“Mi marido me ayuda. De hecho, hace mucho más que yo. Pero le dije ‘mi amor, compremos un lavavajillas’. Lo convencí solamente diciéndole que ahorraríamos agua. Le dije ‘mi amor, el planeta, nuestra hija se va a quedar sin agua, ahorra mucho, dice aquí ocho litros…’ ‘Ya, comprémosla’, me dijo.

“Después llegó el momento en que todo me venía entusiasmando, porque había un robot que te hacía todo poh. Había un robot para cada cosa. Y me llama una niña que vendía robots de cocina. Le echas cosas adentro y cocina sola.

“Me dice ‘te voy a hacer una demostración’, y nos juntamos por Zoom. ‘Karim, mira esta weá’. Y como en diez minutos hizo una comida como para diez personas sin ningún esfuerzo. Al final dije ‘la cagó esta weá, el robot bueno, ¿cuánto vale?’. ‘Un millón dos’, ‘¡¿Ah?!’. ‘Un millón dos’.

“Pero me dijo ‘lo puedes pagar en 24 cuotas precio contado’, justo con mi banco. Y yo ‘mi amor, saca la cuenta, 24 cuotas, ¿cuánta plata vamos a ahorrar en dejar de pedir comida? Hagamos la inversión. Saquemos los decimales. No se va a notar. Yo creo que es una inversión que vale la pena’.

“‘¿Lo vas a usar?’. ‘La pregunta. Vale un millón dos, cómo no voy a usarlo. Las weás que preguntas’. Llegó. Al principio era entretenido igual, hice un ají de gallina, etc. Igual no es tan fácil. Igual hay que ser ordenada, porque me acuerdo que traté de hacer un volcán de chocolate y no pesqué ninguna instrucción y no resultó.

“Pero efectivamente te quedan cosas bien hechas. Un día hice un pisco sour. La mejor weá que me quedó fue el pisco sour. Y ahí empecé a ocuparla solamente para hacer pisco sour. Me quedan 18 cuotas y Karim me dice ‘¡pero esta weá la podrías haber hecho en la juguera!’”.