«Mientras abusaba de mí, yo estaba tratando de mirar para afuera. Y cada vez que veo ese edificio, se me ponen las piernas como lana y no puedo pasar por ahí…», expresa profesora universitaria víctima del «Temucano» Tito Fernández
“Yo recuerdo que mientras abusaba de mí, yo estaba tratando de mirar afuera. Y cada vez que veo ese edificio se me ponen las piernas como lana y no puedo pasar por ahí. Vuelvo a eso y es fuerte».
Estas palabras fueron parte del testimonio de la profesora universitaria Karim Zetkin, una de las víctima de Tito Fernández, El Temucano, quien cumple arresto domiciliario en espera de ser enjuiciado por tres delitos de abuso sexual reiterado y tres de violación, entre 2010 y 2016.
Lo siguiente también fue parte del relato de Zetkin en CHV Noticias:
“Yo entiendo. (Dicen) ‘Eran adultas y llegaban al motel’. Pero el trabajo de manipulación ya venía haciéndose de antes. Yo me anulé de mi personalidad, de mi forma de ser.
“Hacía pensar que él tenía algún tipo de poder. Él, como líder de este grupo, tenía que estar sano, bien enérgico. Y las que estábamos abajo, en la línea de la pirámide, donde él era el mesiánico, el líder, nosotras teníamos que darle esa energía.
“No puedo nombrar a este hombre. No, no puedo… No puedo verbalizarlo.
“Estaba tan decepcionada de todo. Mi autoestima. No podía hablar, no podía sacar la voz. Todavía sentía mucho miedo a la vida y a los hombres.
“Él tenía un séquito de mujeres, que algunas sabían de este grupo chico donde él abusaba, quienes lo alimentaban de información todo el tiempo. ‘Ella vino porque estaba recién separada’, ‘ella vino porque está sin trabajo’, ‘se le murió el papá’.
“Yo hacía clases de universidad a alumnos de primer año de Educación Parvularia y Básica… Y lo que ha significado algo tan importante para mí, que es el arte, la intelectualidad, esa siempre fue mi luz. Y eso fue lo que se apagó en ese momento. A mí ya me pasó. Y no quiero que le pase a otras y que se den cuenta qué pasa.
“En esa búsqueda de lo espiritual, mi primera búsqueda fue un vecino que me dijo ‘voy a este grupo y en este grupo hablamos de metafísica, religión, etc’. Creí que ahí iba a poder hacer mi familia en el sentido expresivo, que iba a poder saber más del mundo, porque este caballero se supone que sabía mucho.
“Te ponía la daga en una parte del cuerpo y te contaba la historia de que ‘las mujeres se suicidaban, preferían suicidarse a decirle no al maestro’.
«Éramos tres más la galla que nos decía que le dijéramos ‘maestra’, ayudante de él. A veces juntas también. (Los actos sexuales) Por separado… Es terrible. Es como hacer la filita para que él hiciera lo que tenía que hacer y después te ibas a sentar.
“Es súper difícil volver a la sociedad. Yo me he aislado, estos tres años he estado así…
“A las personas, (lo que tiene que) ver con abusos hacia las mujeres, está muy sesgado por el comentario patriarcal de ‘eran adultas, se lo buscaron, no entendieron’.
«Yo quiero llegar a ese grupo de gente con esta entrevista y decirles que algún matiz de mi historia puede hacerle sentido a alguna mujer que está viviendo algo parecido. Por ejemplo, con el sacerdote de su capilla, con su suegro, con el jefe, o con su profesor de yoga. Con todas las personas que tienen un cierto poder».
El caso del autor de Me Gusta el Vino fue destapado en un reportaje en 2018, donde se daba cuenta de tres mujeres que fueron sometidas por el intérprete a través de una organización que funcionaba como una especie de secta.
Fernández tenía el llamado Centro Integral de Estudios Metafísicos. En Wikipedia se describía como «un grupo de lectura y conversación en torno a la metafísica a partir de textos espirituales escritos por él mismo unos años antes».
Según el mencionado reportaje, algunas de las mujeres que asistían al centro eran seleccionadas para integrar un club secreto, en donde iban ascendiendo de categoría. La última fase incluía una prueba de fidelidad al «maestro» Fernández, en la cual debían «entregarle su energía sexual» a través de siete encuentros sexuales.
Las tres querellantes cumplieron en parte o totalmente la última prueba, pero en algún momento se liberaron, revelaron y se dieron cuenta que en realidad habían sido abusadas. Por eso recurrieron a la justicia.