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Myriam Hernández, su marido y sus dos hijos en una foto publicada por Movistar Arena en 2015.

«A veces me preparo un café, pongo una canción que me da mucha tristeza y me pongo a llorar pensando en cuando se vayan…», cuenta Myriam Hernández sobre sus hijos de 25 y 28 años, quienes viven con ella

Autor: Equipo Glamorama / 22 julio, 2022

«Y yo soy como esas mamás demasiado aprensivas, entonces he tenido que trabajar esa parte. Yo a veces me preparo un café, pongo una canción que me da mucha tristeza y me pongo a llorar pensando en cuando se vayan, lloro antes”, manifestó Myriam Hernández sobre sus dos hijos veinteañeros, quienes viven con ella y su marido, el productor Jorge Saint-Jean.

La cantante estuvo en el espacio que José Miguel Viñuela emite por Instagram y esta fue es parte de la conversación:

José Miguel Viñuela: “Estuviste harto tiempo viviendo en Miami y de repente te viniste a Chile, ¿qué año te viniste?”

Myriam Hernández: “Me vine el 2009, más o menos. Me vine simplemente porque yo no quería que los niños se me quedaran allá, tenían 12 y 14 años, yo dije ‘me los traigo ahora o ya no los traigo más’.

«Y yo soy como esas mamás demasiado aprensivas, entonces he tenido que trabajar esa parte. Yo a veces me preparo un café, pongo una canción que me da mucha tristeza y me pongo a llorar pensando en cuando se vayan, lloro antes”

Viñuela: “¿En serio?”

Hernández: “Lloro antes pensando en cuando esté sola y los niños no estén… Y lloro”

Viñuela: “Que interesante. A mí me pasa lo mismo”

Hernández: “Es que uno no se da cuenta cuando crecen. Yo me los traje a Chile pensando en eso y ahora tienen 28 y 25 años”

Viñuela: “¿Se casó alguno?”

Hernández: “No, todavía no. Viven conmigo gracias a Dios”

Viñuela: “Pero el de 28… Yo me fui a los 29 de la casa de mi mamá”

Hernández: “Él ya me dijo que el próximo año a lo mejor se va y estoy atacada”

Viñuela: “¿Y está trabajando ya?”

Hernández: “Sí”

Viñuela: “O sea, ya está todo listo. La de 25 tiene un ratito más”

Hernández: “La Myri está en Europa ahora, está feliz, porque le encanta viajar y está fascinada. Con ella yo creo que me queda un poquito más de tiempo en la casa, pero Jorge… Porque además ya va a cumplir seis años con su novia. Yo amo a la Cata, la adoro, maravillosa”

Viñuela: “¿Y tú con tu marido tienen conversaciones en las noches?”

Hernández: “Sí, pero peleamos”

Viñuela: “¿En serio? Dicen ‘¿qué vamos a hacer cuando nos quedamos solos, cuando nos llegué el síndrome del nido vacío?’»

Hernández: “Él me dice eso, me habla lo que tiene que ser, me dice ‘mi amor, no puedo estar triste’. ‘Pero Jorge… ¡Ay, es que a ti no te importa!’. Y peleamos. Me enojo.

«Lo que pasa es que viste que los niños se empiezan a poner pesados de repente… Hoy día por ejemplo Jorgito se fue atrasado y yo le escribí ‘no te despediste’. ‘¡Ay mamá!’. ‘No te cuesta nada, 50 segundos’. ‘Es que iba atrasado, me influyen esos 50 segundos’.

“Entonces en la noche de repente conversamos y le digo ‘Jorge, ¿qué vamos hacer? Estos niños están como tan… Se van. No les va a importar’. ‘Bueno mi amor, la vida es así’. ‘¡Tú me dijiste que iban a volver!’. Y me da rabia.

“Y él me dice ‘¿por qué me culpas a mí?’. Lo culpo porque él me dijo, en algún momento, cuando los niños se ponían pesados, ‘mi amor, si van a volver los niños, déjelos’. Y todavía están así como pesados de repente”

Viñuela: “Pero vuelven…”

Hernández: “Pero vuelven cuando se van. Ya no es lo mismo”.