Glamorama
Luis Jara y Martín Cárcamo en el hogar del cantante en Miami, en una imagen de De Tú a Tú enviada por Canal 13 este año.

Lo que pasó cuando Don Francisco llevó a Luis Jara a comprar camisas en Miami: «Me dan la cuenta y 2.200 dólares por seis camisas. Le paso la tarjeta, por dentro lloraba… No tenía ni para tomar un taxi»

Autor: Equipo Glamorama / 9 agosto, 2022

«Don Francisco me dijo ‘oye, te voy a llevar a comprar unas camisas’, y me llevó a una tienda de Coral Gables..,», partió contando Luis Jara en De Tú a Tú.

El animador y cantante recibió a Martín Cárcamo en Miami, donde reside desde hace un año junto a su familia, y relató historias y anécdotas.

Una de ellas fue la ya enunciada, que vivió junto a Mario Kreutzberguer hace cerca de tres décadas. Así continuó el relato en tono lúcido:

“Yo tenía esta especie de obsesión por parecerme a Luis Miguel, qué weón… Entonces yo bajaba de peso, me hacía el jopo. O sea, no era tan weón, pero en rigor quería ser parte de la moda del cantante latino.

«Le digo esto a Don Francisco y me dice ‘yo tengo una picá pah comprarte camisas’. Una ‘picá’ (ríe). Esos negocios que había que tocar el timbre. ‘¿Quién es?’. ‘Mario Kreutzberger’. ‘Adelante don Mario’. Ese nivel de negocio.

«Nosotros no teníamos ni uno. Y me empecé a probar camisas espectaculares, la verdad es que era una más linda que la otra, de seda, caían, con lunares, yo me miraba al espejo y me hacía así, un imbécil… Y de repente digo ‘me llevo seis’. Y Mario se fue, weón. Me dijo ‘te dejo acá con todos los vendedores’. Y se fue con su caminar”

Martín Cárcamo: “Te había hecho ya el contacto”

Luis Jara: “El gallo las envolvía y yo dije ‘deben costar unos cincuenta dólares. Igual voy a ir al Festival de Viña, vale la pena la inversión’. Me dan la cuenta y 2.200 dólares por seis camisas. Y cómo le iba a decir… Yo hoy día le hubiera dicho ‘mire, amigo’, hoy día no tengo ningún problema, ‘papito, no. Están muy lindas sus camisas, dígale a Don Francisco que otro día vengo’.

“Eso le diría hoy día sin ningún problema. Pero en ese tiempo yo tenía 27 años, todo me daba susto, cómo iba decirle que no me las llevaba. Le paso la tarjeta, por dentro lloraba. No quería ni siquiera contarle a la Silvana (su esposa) lo que había hecho.

«Me deja afuera y yo no tenía auto. Salí de la tienda con 2.200 dólares en camisas, pero no tenía ni para tomar un taxi, e hice dedo desde la tienda, ‘oiga, ¿me lleva?…’”