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María de los Angeles Lasso en una imagen tomada de la pantalla de Buenas Noches a Todos, en TVN.

«Se me cruza un señor de lo más extraño. Me dice ‘tengo hambre’. Lo invité a almorzar. Era un mago muy poderoso… Me instruyó», recuerda la astróloga María de los Angeles Lasso

Autor: Equipo Glamorama / 10 noviembre, 2022

“La magia estuvo siempre. Yo pertenezco a un linaje de brujas, magos y hechiceros, de muchas generaciones, por ambos lados», afirma María de los Angeles Lasso.

La astróloga y tarotista estuvo en Buenas Noches a Todos, late de TVN, donde relató el origen de su trabajo:

«Mi mamá veía las cartas maravillosamente, no le gustaba mucho hacerlo, pero lo hacía muy bien. Y mi papá trae esa sangre de aventurero y poeta.

“En la universidad yo quería ser pintora, el arte siempre fue lo mío, pero no tenía mucha paciencia a los 18 años, y me enamoré locamente de un joven que estudiaba en España.

«Fui correspondida. Me fui a España. Dejé todo. Mi papá creyó que me iba a casar, pero cuando llegué allá cambié de idea y empezó mi vida aventurera.

«Volví al año y tanto en un barco mercante. Me conseguí un pasaje, un mes en barco, la única mujer en el barco. Lo primero que aprendí, un marinero me dijo ‘usted compórtese como si fuese hombre’, no ser una mina sexy que se anda paseando por un barco con 30 hombres, no era buena idea.

“Hice de todo, pelé papas, limpié cubiertos, trabajé de marinero. Era lo que yo quería, fue una aventura fantástica. Ahí conocí al hombre con el que me casé, un baterista del grupo Los Jockers. Somos muy amigos hasta el día de hoy, además tenemos un hijo, tenemos nietos y nos queremos mucho.

“Hacíamos cosas de cuero, nos fuimos de viaje a Brasil, a Europa. Enfermos de hippies, yo creo que fuimos los precursores del hippismo en Chile. Pero un hippismo filosófico, una manera de vivir distinta, rompe esquemas, libres.

“Feliz, no lo cambiaría por nada, fuimos una generación bien linda. Pero resulta que un día llegó la magia. Llega mi mamá y me cuenta que habían rescatado un montón de libros de la biblioteca de una señora alemana que había muerto.

“Me dice ‘encontré un libro que no sé por qué pienso que era para ti’. Era un libro del Yogi Ramacharaka, llamado El Sendero. Empecé a leer ese libro y la vida me hizo… Empecé a investigar todo lo que pillaba respecto a filosofía oriental, a las distintas líneas yogi, en ese tiempo la gran fraternidad universal.

“Nos fuimos a Horcón, y de repente en Horcón se me cruza un señor de lo más extraño, que andaba en la caleta como con una frazada blanca en la espalda, uno lo miraba de lejos e igual era bien especial, alto, flaco, bien chupado.

“Y me dijeron ‘este es el loco que parece que vive en la playa’. Era un tipo extraño. Y él se me acerca, yo estaba comprando para cocinar, y me pide plata. Yo lo miro y le digo ‘¿quieres plata para comer?’. ‘Sí’ me dice con acento francés, era completamente francés. Y andaba viajando de esa forma hace mucho tiempo.

“Me queda mirando y me dice ‘sí, tengo hambre’. ‘Vente conmigo a comer a la casa’. Yo andaba con mi hijo pequeñito, tenía menos de un año, y me ayudó con las bolsas, subimos, lo invité a almorzar. Y esa invitación a almorzar vieras tú todas las cosas que me trajo.

“Era un mago muy poderoso, se hacía llamar Iván, era de una familia noble francesa y era un tipo de una sabiduría. Su expertise era la astrología y el i ching. Lo invito a comer, mi papá tenía una pieza en mi casa en ese momento, donde pasaba los fines de semana.

“Le digo ‘papá, tengo aquí a un francés que no tiene donde vivir, ¿lo puedo invitar a quedarse en tu pieza?’. ‘Si es francés sí’. Este hombre me cuenta que él es un misionero del i ching y que va por distintos países y lugares, según cómo los oráculos le van indicando. Y llega a un lugar y sabe que ahí hay una persona a la que debe instruir. Pero la tiene que buscar, y hay señales, y la señal que él esperaba era generosidad. Y fui yo la elegida.

«Además de pasada me iba enseñando astrología. Hasta ahí yo hubiera sido la misma hippie feliz en Horcón, encantada de la vida, pero no sabía la profundidad que esto tenía. Y cuando él decide que ya es hora, que ya me instruyó y que estoy lista para seguir el camino, se despide una mañana lluviosa».