Julia Vial y su madre con Alzheimer: «Yo le seguía el juego en todo. Me llamaba diez veces. ‘Aló… ¡Ay no sé por qué te llamé!’. ‘No importa, cuando te acuerdes me llamas de nuevo'»
“Más que difícil para uno, que es adulto, es para los niños. Para ellos es más complejo porque es su abuela, porque su abuela no los reconoce, porque su abuela les dice incoherencias», expresa Julia Vial sobre el Alzheimer que sufre su madre.
La periodista de 45 años, rostro de Hola Chile, en La Red -quien perdió a su padre en 2013-, relató su momento familiar durante una entrevista en el late de TVN Buenas Noches a Todos:
«Mi mamá vivió toda su vida por mi papá y por nosotros y por su club de personas de la tercera edad que tenía en Pirque, y por cuanto pudiese ayudar. Mi mamá vivía en torno a mi papá, su enfermedad, sus remedios, que esto, que lo otro. Y cuando mi papá parte, viene una serie de episodios que nadie se dio cuenta. Ni ella.
“Tuvo dos derrames cerebrales, que no supimos, y que se empezaron a detectar porque mi mamá nunca dijo ‘poto’. O sea, nunca dijo ningún garabato, nada. De hecho, nos cobraba multa por los garabatos. Y empezamos a ver que algo había raro. Y claro, ella ya no tenía esa necesidad de que tenía que estar bien por el otro.
“Se empezó a ir abajo. De a poco empezamos a cachar que había cosas que no cuadraban. Estaba el tema de los derrames y después el diagnóstico, que era principio de Alzheimer. Yo le seguía el juego en todo desde el minuto uno. Me llamaba diez veces, ‘aló, Julita… ¡Ay que estoy tonta! No sé por qué te llamé’. ‘No importa, cuando te acuerdes me llamas de nuevo’.
“Pasaba un minuto, ‘aló Julita… De nuevo se me olvidó’. ‘No importa’. O la iba a ver y de repente se perdía, pensaba que estaba en Pirque y no en Santiago y me decía ‘tengo que ir a buscar las empanadas’. ‘No. Si ya las fui a buscar, están en la casa de Pato’. Le echaba la culpa a mi hermano siempre.
“Cuando ya estaba más avanzado, me decía ‘es que me carga esa Julita, porque viene y me roba los lápices’. Y esa Julita era yo poh. Yo decía ‘me está pelando conmigo misma. Nadie había llegado a tanto’ (bromea). Entonces yo no la angustio, ¿para qué? Yo le sigo el juego.
“Más que angustiante, es tratar exageradamente que ella esté bien. Eso es lo más importante. Ella es una mujer fantástica, fabulosa, híper activa, que se sacrificó por su marido, por sus hijos, por su mamá, por todos. Entonces hay que dejarla que esté bien, acompañarla y ayudarla.
“Más que difícil para uno, que es adulto, es para los niños. Para ellos es más complejo porque es su abuela, porque su abuela no los reconoce, porque su abuela les dice incoherencias. Y por más que tú lo hables con ellos, les expliques, para ellos es complejo y difícil. Para Polito sobre todo, que está más chico (se refiere al menor de sus dos hijos).
“Cuando mi mamá todavía no estaba tan perdida, estaban haciendo un Facetime en la pandemia, y a mí papá lo cremamos, porque su deseo era que lo cremáramos y lo dejáramos en un supermercado, porque se aseguraba que todas las pelotudas una vez a la semana lo íbamos a ir a ver…
“Finalmente las cenizas están en el mar, fuimos a dejarlo en San Pedro y San Pablo. Entonces mi mamá estaba hablando con Polito por Facetime, y le pregunta a Polito ‘¿dónde está el tata?’. Mi hijo chico, tiene cinco años, le dice ‘abuela, el tata está en el mar’. ‘Ah ya, cuando se salga que se seque y que me llame’.
“Y Polito ‘es que abuela, no se va a sa…’. Y yo pesco el teléfono. Porque él estaba contestando. Y yo le digo ‘no te preocupes mamá, cuando llegue le digo que te llame’. Por eso te digo, para los niños es más… Es su abuela, entonces que de repente no los reconozca o les diga algo pesado.
“Pero es parte del proceso. Ella está súper bien. Está viviendo con mi hermano Pato y mi cuñada la Rosita, que son encantadores. Llegó un momento en que ella ya no podía seguir viviendo sola en el departamento, había que tomar decisiones, y como la gente madura que somos en mi familia, decidimos con cachipún… (con quien de los siete hermanos se iría a vivir su madre)».