Glamorama
Gino Costa y su pololo, Miguel Angel Campos, en una foto publicada por la revista Velvet.

La historia de amor sorpresivo de Gino Costa: «No nos pescamos nada. Lo encontré un pelotudo, cómo me vienes a tratar a mí de fome. Me dio una rabia. Pasó la noche y después nos fuimos a bailar…»

Autor: Equipo Glamorama / 8 marzo, 2023

«Yo no sabía qué cresta me estaba pasando. Era primera vez que sentía algo así. Estaba súper confundido», relata Gino Costa sobre el inicio de su historia de amor con el productor Miguel Ángel Campos, con quien lleva un año de pololeo.

Estas fueron parte de las palabras del rostro de TVN en el late de ese canal Buenas Noches a Todos:

“Fue muy casual. Cuando te digo la palabra natural es porque todo fue muy así. Todo en nuestra vida juntos es muy así. Yo tenía que ir a un evento de una cerveza al que no quería ir porque me daba lata, estaba cansado. Y fui, me encuentro con un amigo y dije ‘significa que lo voy a tener que saludar, sentarme’.

“Lo saludo, me siento, y un traguito, que otro traguito. Yo soy un gozador, no lo niego. Y me quedé pegado. Y a nuestra mesa llega este tal ‘Pollo’ y dice ‘hola, soy Miguel Ángel, me dicen Pollo. Oye la mesa fome’. Es que yo lo único que quería era irme. Chato. Y llama al garzón y le pide unos traguitos más contundentes.

“No nos pescamos nada. Lo encontré un pelotudo, cómo me vienes a tratar a mí de fome. Me dio una rabia. Y bueno, pasó la noche y después nos fuimos a bailar a una discoteque en Providencia. Y ahí en la discoteque estaba lleno de tiktokers y a mí me encantan los TikToks. Entonces para mí era como estar en Disney.

«Estaba conociendo a todos cara a cara, le hablaba a todo el mundo y fotos. Yo estaba en llamas. Y él me cuenta que vio esta situación y dijo ‘el gallo tierno, que simpático. Podría tener otra actitud viniendo de la tele con los tiktokers, como ‘¿quiénes son estos?’’. Y era todo al revés.

“Y a mí también me llamó la atención que él estaba en una esquina de esta discoteque como presenciando todo esto, analizando. Me acerqué y le digo ‘oye, ¿qué tengo?’. Y ahí se inició una conversación súper interesante que no se terminó nunca más.

“Entrando como en lo más interno, yo no sabía qué cresta me estaba pasando. Era primera vez que sentía algo así. Estaba súper confundido. Estaba súper conflictuado. Pero era rico también lo que estaba sintiendo. Entonces en mi cabeza y en mi corazón era ‘pero por qué no quiero seguir sintiendo algo que es tan placentero'».