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Roberto Cox en una imagen tomada de Contigo en la Mañana, en Chilevisión.

«La invité a mi casa, arriesgando mi vida porque estaba casada con un ruso y sabemos que los rusos son complicados…»: la historia de «amor prohibido» de Roberto Cox

Autor: Equipo Glamorama / 5 abril, 2023

“Avancen al punto de encuentro quienes hayan tenido un amor prohibido”, pidió Jean Philíppe Cretton al grupo de invitados al último capítulo de Podemos Hablar, espacio que conduce en Chilevisión y en el que estuvieron María Eugenia Larraín, Karen Bejarano, Miguelito y Roberto Cox.

Entonces Cox relató la siguiente historia:

“Fue en Rusia, año 2013, fui a trabajar a Rusia Today RT, una señal de televisión que tiene una señal en inglés, en árabe y en español. Y ahí me fui a probar suerte. El primer día que tengo que ir al canal, un amigo mío me dice ‘te voy a presentar en sociedad en el canal’.

“Y llego a la sala de redacción y por lo menos trabajaban 30 rusas que hablaban español. Yo quedé impactado. No parecía un canal de televisión, parecía una agencia de modelos. Eran todas muy bonitas, parecían todas modelos, de verdad.

«Le digo a mi amigo ‘oye, pero qué onda esto, son todas preciosas’. Aparte tienen un estereotipo que a nosotros nos llama mucho la atención. Son altas, rubias, tienen rasgos eslavos.

“Empiezo a mirar y una particularmente me llamó la atención, y le digo a mi amigo ‘ella’, y me dice ‘ten cuidado ahí, porque está casada’. Allá en Rusia lo que suele pasar es que la gente se casa muy temprano y se separan muy temprano también. A los 22 están casados y a los 30 están separados.

“Dije ‘no me voy a meter en problemas, está casada con un ruso, mejor…’ Desistí de la idea de entablar algún tipo de conquista con esa chica. Pasaron los días y me empecé a ser amigo de esta chica, que no era rusa, era de Lituania. Empezamos a tener una buena relación.

“Y en eso va que mi jefe me dice ‘Roberto, hemos decidido cerrar el área de deportes, así que te tienes que ir de Rusia. Te quedan diez días para irte’. Me puse el cintillo de Rambo y dije ‘esta es la mía, voy a tener que intentar algo, porque no la voy a ver nunca más en mi vida. Ahora o nunca’.

“A todo esto ella ya me había contado que tenía una mala relación con el marido, porque Rusia es una sociedad muy machista, donde en el proceso de conquista los rusos son muy caballeros, pero una vez que se casan muestran la hilacha. La mujer se tiene que quedar en la casa, el hombre sale a trabajar.

“Y ella tenía un dilema importante, porque ella quería trabajar y el marido no quería que trabajara. Me acuerdo un día que estábamos echando todos la talla, ella siempre tenía cara de pena, había pena en su mirada, y nosotros nos reíamos. Me queda mirando y me dice ‘Roberto, ¿por qué tú siempre te ríes? Mi marido nunca se ríe’.

“Bueno, me quedaban tres días para irme de Rusia, yo dije ‘hay que tirar toda la carne al asador, la voy a invitar a comer a la casa’. La invité a mi casa, arriesgando mi vida porque estaba casada con un ruso y sabemos que los rusos son complicados. Me acuerdo que abro la puerta y estaba ella espléndida con un vestido largo, escotado, floreado, hermosa.

“Y le digo ‘que linda te ves’, y me dice ‘¿de verdad me lo dices? Mi marido nunca me dice eso’. El marido mala onda. Pasamos, cociné, la pasamos muy bien, tomamos un vinito blanco. Pasó el tiempo y yo me fui de Rusia”

Jean Philippe Cretton: “¿Pero pasó algo?”

Roberto Cox: “Algo pudo haber pasado. Me volví a vivir a Buenos Aires, tres meses después la destinan a Montevideo, entonces ella me dice ‘estoy en Montevideo’. Y la fui a ver un fin de semana, pero nada volvió a ser igual. Ella seguía con una carga negativa, no estaba contenta en Uruguay, no se acomodaba.

“Lo último que supe de ella, porque después perdimos contacto, es que se enamoró de un vecino uruguayo. Y nunca más supe de ella”.