Glamorama
Andrea Tessa en una imagen tomada de la pantalla de Buenas Noches a Todos, TVN.

«Mi mamá se fue de Chile y nosotros nos quedamos con mi papá… Y fuimos inmensamente felices viviendo con mi papá»: la niñez en dos países de Andrea Tessa

Autor: Equipo Glamorama / 1 abril, 2023

«Yo tengo súper lindos recuerdos de eso y valoro todo lo que mi viejo hizo como ‘Kramer'», dice Andrea Tessa comparando a su padre, Patricio Tessa Marchant, ya fallecido, con el protagonista de la película de 1979 sobre un papá que se hace cargo solo de su hijo de seis años.

Los padres de la cantante y conductora de 62 años -que se hizo conocida en la década de los años ’80 al frente de Más Música- se separaron cuando ella y su hermano eran niños.

La madre de Tessa es la mesosoprano chilena Victoria Vergara, cantante lírica de destacada trayectoria quien reside en el extranjero, y la figura televisiva relató su niñez en dos países, primero con uno y luego con el otro de sus progenitores.

En Buenas Noches a Todos contó:

“Mi papá se casó con mi mamá cuando ella era muy joven, mi mamá tenía 18 años. A mí me tuvo a los 19. Ella se empezó a interesar por el canto gracias a haber conocido a mi papá. Si no se hubieran conocido ellos dos, otra historia hubiera contado mi mamá.

“Él descubrió que ella tenía esta cosa lírica y la instó a tomar clases con el maestro Carlos Santelices y después se metió a la asociación lírica chileno-italiana. Ellos eran puros cantantes que estaban listos para que, si en algún momento en el Teatro Municipal había un vacío por alguien que se enfermara, entraban a llenar el rol.

“Y eso pasó con mi mamá. Se enfermó la cantante que iba a ser el rol de ‘Micaela’ en Carmen. Mi mamá en ese tiempo era soprano y la llevaron a cantar Micaela. Le fue tan bien, fue un súper debut en el Municipal, que el director le dijo ‘tú tienes que irte a Estados Unidos a estudiar canto’.

“Mis papás ya estaban separados, se separaron cuando yo tenía cinco años, pero igual mi papá siguió apoyándola. Y eso significó que mi mamá se fuera de Chile y nosotros nos quedamos con mi papá, obvio.

«Porque una cosa era irse a una aventura que tú no sabes cómo va a terminar con una persona que está empezando en la vida. Frente a un papá con la carrera hecha, con una carrera estable. O sea, no había por dónde perderse.

«Fue la decisión más cuerda, porque el bienestar nuestro era el que importaba. Ellos eran grandes, no éramos culpables de sus decisiones, así que nos quedamos viviendo con mi papá.

“Y fuimos inmensamente felices viviendo con mi papá. Yo tengo súper lindos recuerdos de eso y valoro todo lo que mi viejo hizo como Kramer’. Que era culturalmente raro que un padre se hiciera cargo de los hijos en mi época. Que él me fuera a buscar al colegio, que fuera a las reuniones de apoderados.

“Mi mamá estaba en Filafelfia. Desde el ’66 hasta el ’70 estuvimos solos con mi papá. Y después nos fuimos a vivir a Filadelfia con mi mamá, porque Chile estaba en un momento muy complicado, no había clases, era caótico todo, entonces mi papá prefirió que nosotros estuviéramos en un lugar donde recibiéramos educación, en un hogar tranquilo.

“Nos fuimos a Filadelfia, una ciudad increíble, pero éramos chicos, no hablábamos ni una palabra de inglés. Mi mamá nos metió en un colegio que era solo para alumnos extranjeros, entonces a todos los hispanoparlantes nos ponían muy separados para que no pudiéramos conversar entre nosotros.

“Era un colegio completamente gratuito, nos daban unas fichas para el transporte, nos íbamos en bus con mi hermano, yo a los nueve años, no había papás que iban a dejar a los niños al colegio. Ahí estuvimos seis meses, fue tan intenso y a una edad en que eres una esponja, que a los seis meses salimos full inglés.

“Después mi mamá se mudó a Nueva York a estudiar a (la Academia) Julliard y nos fuimos con ella. Y ahí entramos a un colegio público. Tengo recuerdos buenos y recuerdos malos de la época. Tengo recuerdos buenos porque el mundo se me abrió en muchos sentidos, aprendí un idioma nuevo, ya hablaba italiano por la Scuola Italiana.

“Pero conocer temas que para nosotros eran absolutamente insólitos, como el racismo por ser de un color distinto a otro. Cosas que nosotros acá no vivíamos, porque en Chile no teníamos otros colores. Y nosotros como éramos tierra de nadie, los negros nos decían ‘tú no eres negro, pero tampoco eres blanco, así que eres amigo mío’.

“Ahí aprendí a bailar con ma compañeras negras. Estar en la mitad de ambas cosas, ni ser blanca ni ser negra, culturalmente o de origen, me permitió tener una relación excelente con todos mis compañeros».