«Aterrado, bajo de la cama… Proyecto la luz hacia afuera y veo un oso grizzly rascándose la cabeza en el neumático. ¡Enorme!»: la emergencia de Cristián Riquelme acampando en Alaska
«Proyecto la luz hacia afuera y veo un oso grizzly macho rascándose la cabeza en el neumático. ¡Enorme!», relata Cristián Riquelme sobre la situación que vivió acampando en Alaska.
El actor -que regresa a pantalla este martes en la telenovela nocturna de Chilevisión Dime con Quién Andas- realizó hace años un extenso viaje junto a su esposa desde Alaska a la Patagonia y relató una de las tantas aventuras que pasó. En Podemos Hablar contó:
«Hay un camino que une un pueblo que se llama Dawson City con un pueblo de esquimales en el Polo Norte. Para llegar de uno a otro tienes que manejar seis días por un camino de tierra que son 800 kilómetros. Es como ir de aquí a Osorno con una sola parada en la mitad, donde un señor que te carga combustible, y no hay nada más. Es tierra de osos.
«Es hermoso, auroras boreales proyectándose en el cielo, mucho frío y nadie. Durante tres días manejando no vimos a nadie. Hay un letrero que dice que no hay seguros, no hay hospitales, no hay nada, entonces vaya por su cuenta porque nadie lo va ir a buscar. En el camino hay autos botados porque nadie los va a buscar cuando hay accidentes. Hay que ir con mucho cuidado.
«Ibamos manejando mucho rato, viendo muchos osos, porque está lleno de osos, puercoespínes, ciervos. En un momento, cruzando las montañas, se empezó a hacer tarde y paramos en un descampado, a las seis de la tarde, después de haber manejado harto. Con las ganas de comer.
«Comimos un salmón en tarro, unas papitas, cebolla, y nos fuimos a acostar. Y olvidé lo más importante: como es tierra de osos, cuando uno come cualquier cosa todo se guarda en contenedores, como Tupperware, todo se cierra.
«Nos vamos a acostar y en el silencio de la noche, durmiendo como una guagua, un silencio impresionante, de repente el motorhome se mueve. El miedo del que anda en un motorhome es que entre gente, porque estás acampando siempre en cualquier lugar.
«Digo ‘no. Esto es fruto de la imaginación’. De repente de nuevo un movimiento y escucho ‘grrrr, grrrr’. Y ahí digo ‘¡mierda! El tarro del salmón…’
«Ahí me aterré. Porque un oso es lindo y todo lo que quieras, pero un oso grizzly, macho, hambriento, maduro, debe pesar una tonelada y parado debe medir dos metros 80, y te puede abrir una puerta (de un golpe).
«Dije ‘no es una persona que quiera entrar, además quién va a estar acá si no hay nadie… ¡Es un oso!’… Me bajo de la cama y nuevamente se mueve la camioneta… La Claudia, yo (espantados). Teníamos un spray de osos…
«Tú no puedes andar con pistola porque los tipos dicen que, cuando un oso viene corriendo hacia ti, tú le puedes pegar 200 tiros y el oso va a seguir. Entonces se usan estos spray que lanzan a ocho metros un gas de pimienta de Cayena. Y el oso en la corrida lo observa, se bloquea y se detiene.
«Yo agarro mi spray de osos. Aterrado, bajo de la cama. Una ventanita chica. Levanto la cortinita, empañado. Limpio. Miro, no veía nada. Y tenía una linterna chiquitita y el spray.
«Proyecto la luz hacia afuera y veo un oso grizzly macho rascándose la cabeza en el neumático. ¡Enorme! Con una tufeta, vapor. Y el oso ve la luz, se queda quieto, terrorífico, y yo no encuentro mejor que pensar en el quiltro chileno… (Le grita) ‘¡Andate!’, y le pego a la puerta. Y el oso le dio susto y se fue corriendo».