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Savka Pollak en una imagen tomada de la pantalla de Buenas Noches a Todos, en TVN.

«Yo imaginaba un cuento de Disney, que él pensaba en mí como yo en él, que sus noches eran interminables pensando en cómo su hija iba creciendo…»: Sakva Pollak y la ausencia de su padre

Autor: Equipo Glamorama / 11 junio, 2023

“Yo lo viví con tanta ilusión, que incluso varias veces fui rechazada y nunca me enojé con él. Yo vivía buscándolo. Una vez mandé una carta a una dirección que encontré, ‘papá te quiero’», recuerda Savka Pollak sobre la ausencia de su padre.

La comunicadora de 49 años tuvo una imagen de su papá a los 18 y se encontró con él a los 29. En un capítulo del late de TVN Buenas Noches a Todos emitido hace días relató la historia:

“En las distintas etapas de mi vida lo he vivido de distintas maneras. Cuando era niña de una manera más soñadora, como quien espera a un superhéroe, a un príncipe, a un salvador. Después lo viví con mucha decepción, con mucho dolor, sintiéndome muy rechazada.

“Luego lo viví bien desconectada para poder realmente recibir y disfrutar los momentos cuando lo conocí. Y ahora con una visión más adulta lo vivo mirando lo que le acontece a otras personas, a otros hijos. Yo como lo viví como hija, fue súper doloroso vivirlo como madre. No es justo que esa niñita haya estado sola. Ni ella ni ninguna”

Eduardo Fuentes, conductor: “¿Qué te decían cuando preguntabas por tu papá?”

Savka Pollak: “No preguntaba. Imaginaba más que preguntar. Yo imaginaba un cuento de Disney, que él pensaba en mí como yo pensaba en él, que sus noches eran interminables pensando en cómo su hija iba creciendo. Después, cuando salía en revistas yo decía ‘él me va a ver y quizás se va a sentir orgulloso de mí’.

“Yo hasta los 18 años no tuve una cara de mi papá. En muchas oportunidades me subía a la micro para irme al colegio, miraba con un dejo de nostalgia y decía ‘podría ser el que está sentado ahí’. Miraba a otros papás que llevaban a sus hijas de la mano al colegio, ‘¿cómo se sentirá?’.

«‘¿Quién es esa persona? ¿Quién le quitó esa oportunidad (de ser padre)?’. Porque es difícil para uno pensar que esa persona no quiso estar con uno. Entonces viene un periodo de harta idealización”

Fuentes: “¿En qué minuto te viene el golpe de realidad?”

Pollak: “Yo lo viví con tanta ilusión, que incluso varias veces fui rechazada y nunca me enojé con él. Yo vivía buscándolo. Una vez mandé una carta a una dirección que encontré, ‘papá te quiero’. Esto me da una pena atroz. Nunca tuve respuesta, y después cuando conocí a mi papá él abrió la carta y me la mostró”

Fuentes: “Cuéntame ese encuentro, ¿cómo lo superaste?”

Pollak: “Es que como lo vivía con tanta ilusión, nunca busqué a mi papá para pedirle explicaciones. Lo busqué para amarlo como papá. Ahora de adulta entiendo que había muchas explicaciones que debía pedir y muchas interrogantes que debí haber exigido que se me respondieran como hija.

“Pero en ese momento no me interesaba, con que me mirara y me dijera que me quería… Ni siquiera que me quería, que me mirara y yo decirle ‘papá’. Lo busqué varias veces y cuando tenía 29 años él respondió. Me dijo que iba a preguntarle a su hija mayor, para que no se sintiera mal con este encuentro.

“Y dijo que ya, que accedía a que nos juntáramos. Y llegó a mi casa. Yo tenía a los dos niños, entonces les fui a comprar camisa, los vestí iguales, peinados especiales. No dormí ningún día, andaba nerviosa. Y cuando tocó el timbre le pedí a la Savki que fuera.

“Y ahí salí, lo vi, lo abracé, lo hice pasar, conversamos, él empezó a darme explicaciones. ‘No importan las explicaciones, da lo mismo, lo importante es que estamos aquí’ (le dijo). Y terminó ese primer encuentro como termina un romance, no sabes en qué quedó, ¿querrá verme de nuevo?

“Y llamó y dijo que quería verme de nuevo. Nos juntamos a almorzar, después nos juntamos de nuevo, me acompañó a buscar a los niños al colegio. Fuimos formando una relación hasta que yo tomé distancia después con los años, porque no calzaba.

“Sentía que teníamos conversaciones de adulto a adulto con el paso del tiempo y ya había mitigado la curiosidad, entonces no tenía dónde hacerle más espacio. No nos distanciamos nunca, pero ese clamor del momento duró su buen par de meses. Después empieza un acomode más paulatino.

«No puedo decir que hubo menos de lo que me hubiera gustado, porque al final las cosas terminan siendo equilibradas. Y probablemente si lo hubiera tenido a él cerca todo el tiempo, el resultado también sería otro. Pero de que quedan espacios vacíos, quedan».